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Roma: cuatro nuevas santas, dos primicias de Palestina
17 - 05 - 2015 - VATICANO - Causa de los Santos

El Papa presidió este domingo 17 de mayo la misa celebrada delante de la basílica de San Pedro. Allí fue la ceremonia de canonización de cuatro religiosas: sor Mariam Baouardy; María Alfonsina Danil Ghattas que son las primeras santas palestinas, además de la francesa Jeanne Emilie de Villeneuve y de la italiana María Cristina de la Inmaculada Brando.  Semblanza de las santas.

Texto completo de la homilía
"Los Hechos de los Apóstoles nos presentaron la Iglesia naciente en el momento en el que elije a quien Dios ha llamado a tomar el lugar de Judas en el Colegio Apostólico. No se trata de tomar un cargo sino un servicio. De hecho Matías, sobre quien la elección recayó, recibe una misión que Pedro define así: "Es necesario que alguien [...] se vuelva junto con nosotros, testigo de su resurrección" - la resurrección de Cristo (Hechos 1: 21-22).

Con estas palabras él resume lo que significa ser parte de los Doce: significa ser testigo de la resurrección de Jesús. El hecho de que diga "con nosotros" hace entender que la misión de proclamar a Cristo resucitado no es una tarea individual: sino que es vivir como una comunidad, con el colegio apostólico y con la comunidad.

Los Apóstoles tuvieron la experiencia directa y maravillosa resurrección; son testigos oculares de este evento. Gracias a su testimonio creíble muchos creyeron; y de la fe en Cristo resucitado nacieron y nacen continuamente comunidades cristianas.

También nosotros, hoy basamos nuestra fe en el Señor Resucitado en el testimonio de los Apóstoles, que nos llegó por la misión de la Iglesia. Nuestra fe está sólidamente ligada a su testimonio como a una cadena ininterrumpida que se ha ampliado durante los siglos, no sólo por los sucesores de los Apóstoles, sino por generaciones y generaciones de cristianos.

A imitación de los Apóstoles, de hecho, todo discípulo de Cristo está llamado a ser testigo de su resurrección, especialmente en los ambientes humanos donde es más fuerte el olvido de Dios y la confusión humana.

Para que esto suceda, debemos permanecer en Cristo resucitado y en su amor, como hemos recordado la primera carta de Juan: "El que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él" (1 Jn 4, , 16). Jesús lo repitió en diversas ocasiones a sus seguidores: "Permaneced en mí ... Permaneced en mi amor" (Jn 15: 4,9).

Este es el secreto de los santos: permanecer en Cristo, unidos a Él como el sarmiento a la vid, para dar mucho fruto (cf. Jn 15, 1-8). Y este fruto no es otro que el amor. Este amor brilla en el testimonio de la hermana Jeanne Emilie de Villeneuve, quien dedicó su vida a Dios ya los pobres, los enfermos, los presos, explotados, convirtiéndose para ellos y para todos signo concreto del amor misericordioso del Señor.

La relación con Jesús resucitado es la "atmósfera" en la cual vive el cristiano y en la que se encuentra la fuerza para permanecer fiel al Evangelio, incluso en medio de obstáculos e incomprensiones.

"Permanecer en el amor": Sor María Cristina Brando también lo hizo. Ella fue completamente conquistada por el amor ardiente del Señor; y de la oración, del encuentro corazón a corazón con Jesús resucitado, presente en la Eucaristía, de allí recibió la fuerza para soportar el sufrimiento y donarse como pan partido a muchas personas lejanas de Dios y hambrientas del amor verdadero .

Un aspecto esencial del testimonio del Señor Resucitado es la unidad entre nosotros, sus discípulos, como la que existe entre Él y el Padre. Y la oración de Jesús en la víspera de su pasión ha resonado hoy en el Evangelio: "Que sean una sola cosa como nosotros" (Jn 17, 11).

De este eterno amor entre el Padre y el Hijo, que se extiende en nosotros por el Espíritu Santo (cf. Rm 5, 5), toma fuerza nuestra misión y nuestra comunión fraterna; de allí nace siempre nuevamente la alegría de seguir al Señor en el camino de su pobreza, de su virginidad y obediencia; y ese mismo amor llama a cultivar la oración contemplativa.

Sor Marie Baouardy lo ha experimentado de manera eminente, que aunque humilde y analfabeta, sabía cómo dar consejos y explicaciones teológicas con gran claridad, fruto del diálogo continuo con el Espíritu Santo. La docilidad al Espíritu Santo la ha hecho instrumento de encuentro y comunión con el mundo musulmán. Así también Sor María Alphonsine Danil Ghattas ha entendido bien lo que significa irradiar el amor de Dios en el apostolado, convirtiéndose en testigo de mansedumbre y unidad. Ella nos ofrece un claro ejemplo de la importancia de volvernos responsables los unos de los otros, de vivir uno al servicio de los otros.

Permanecer en Dios y en su amor, para anunciar con la palabra y con la vida la resurrección de Jesús, siendo testigos de unidad entre nosotros y de caridad hacia todos. Esto hicieron las cuatro santas hoy proclamadas.

Su brillante ejemplo también nos interroga sobre la vida cristiana: ¿Cómo soy testigo del Cristo resucitado?, es una pregunta que debemos hacernos. ¿Cómo permanezco en él, ¿cómo vivo en su amor?, ¿soy capaz de "sembrar" en la familia, en el trabajo, en mi comunidad, la semilla de esta unidad que él nos dio, haciéndonos participar en la vida trinitaria?

Al regresar a casa, llevemos con nosotros la alegría de este encuentro con el Señor resucitado; cultivemos en el corazón el compromiso de permanecer en el amor de Dios, permaneciendo unidos a Él y entre nosotros, y siguiendo los pasos de estas cuatro mujeres, modelos de santidad, que la Iglesia nos invita a imitar.

(Traducido por ZENIT)

Semblanza de las nuevas santas

María Bwardy de Jesús Crucificado y María-Alfonsina Ghattas, dos religiosas de Tierra Santa
Ambas religiosas vivieron en la segunda mitad del siglo XIX. María Bwardy nació en el pueblo galileo de Ibillin. La religiosa carmelita fue fundadora del Carmelo de Belén, en Palestina, donde todavía es posible visitar su habitación.
En su vida recibió la gracia de los estigmas, y fue considerada una figura mística por experimentar numerosos sueños en los que entró en relación con Jesús.
En su beatificación en 1983, san Juan Pablo II dijo de ella: "Refleja los diferentes rostros de la Iglesia; la Iglesia greco-católica en la que fue bautizada y creció, y la Iglesia latina (de Roma), donde se preparó para la vida carmelitana. Pocos santos recibieron tantas gracias de alto valor, enriquecido con abundantes estigmas, éxtasis, conocimiento de los corazones, profecías, posesión angelical y, lo más inesperado para una joven analfabeta, el don de la poesía".
Por su parte, la hermana M. Alfonsina nació en Ein Karem, Jerusalén, y fue co-fundadora de la Congregación de las Hermanas Dominicas del Santísimo Rosario de Jerusalén, dedicadas a ayudar a las personas de edad avanzada, niños, familias pobres, así como a luchar contra la pobreza moral, dando a cada individuo, a través de la cultura y la educación, los medios para desarrollar la fe y la dignidad.
En su beatificación en 2009, el patriarca de Jerusalén dijo: "La Madre Ghattas nació en una familia muy piadosa en Jerusalén, donde trabajaban y oraban en familia. La religiosa sintió que el Señor la llamó a abrazar la vida religiosa y se unió a la Congregación de las Hermanas de San José de la Aparición. Después de la primera profesión, la madre superiora le confió la misión de la enseñanza del Catecismo en la escuela de las Hermanas de Belén. Sor María-Alfonsina era un catequista incomparable, una humilde educadora, una apóstol incansable. Tuvo la gracia de vivir visiones repetidas de Nuestra Señora, quién la instó a establecer para las niñas de su país una congregación que llevara el nombre de Hermanas del Rosario".
Desde su propia familia, "vivió una piedad profunda, una fuerte fe en la Providencia y una completa confianza en la Virgen María. Aunque sobresalió en dos virtudes especiales: por un lado el amor por el silencio y la vida retirada, y por el otro el amor a la cruz y el sacrificio por el otro".

Beata Jeanne Emilie de Villeneuve
Nació en Toulouse el 9 de marzo de 1811, perteneciente a la nobleza francesa. Vivió en el Castillo de Hauterive, cerca de Castres. A sus 25 años fundó, en Castres, junto con otras dos jóvenes, la Congregación de las Hermanas de la Inmaculada Concepción. Y en 1847 envió las primeras hermanas a África. Murió a los 43 años víctima del cólera. El milagro que hoy la lleva a los altares es la curación de la niña Emily Maria de Sousa de Patrolina (Brasil). El 5 de mayo de 2008, Emily tenía apenas 9 meses, cuando puso su dedo en un enchufe y recibió una descarga eléctrica. Los médicos y las enfermeras pensaban que, aunque sobreviviese, la niña tendría consecuencias muy graves, pero el milagro todo lo solucionó.

Beata María Cristina de la Inmaculada
Religiosa italiana nacida en Nápoles el 1 de mayo de 1856, promovió fuertemente la adoración de la Eucaristía en reparación de los pecados cometidos contra el Sagrado Corazón de Jesús en el Santísimo Sacramento, en particular por las comuniones recibidas en pecado y por las Misas pésimamente escuchadas.
Para estar más cerca del Sagrario, con el espíritu y con el cuerpo, mandó construir una celda contigua a la iglesia. Falleció en Casoria (Italia) el 20 de enero 1906.