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Las empleadas del Vaticano ganan como los hombres
09 - 05 - 2015 - VATICANO - Organismos

Lo dice un “sindicato” de trabajadores laicos vaticanos. Y lo confirma una periodista austriaca de la Radio Vaticana. Después de las palabras de Francisco sobre el escándalo de la diferencia retributiva, fuimos a conocer la situación sobre las más de 700 mujeres que trabajan en el Vaticano. Y en el futuro serán muchas más

«¿Por qué se da por descontado que las mujeres deben ganar menos que los hombres? ¡No! Tienen los mismos derechos. ¡La disparidad es un escándalo!». Las palabras que pronunció Papa Francisco durante la audiencia general del pasado 29 de abril dieron la vuelta al mundo y provocaron más de un respingo entre las consciencias democráticas adormentadas. Porque este «escándalo» es una realidad evidente: lo indica la experiencia y lo confirman los datos. Solo en Europa, según Eurostat, la diferencia salarial entre los hombres y las mujeres es del 16%.

Pero en el Vaticano, que muchos consideran uno de los bastiones del machismo planetario, ¿cuál es la realidad? Se lo preguntamos a Alessandro Candi, secretario general de la Asociación Empleados Laicos del Vaticano (ADLV, en italiano), que podría ser considerada como una especie de “sindicato”. «Desde este punto de vista –respondió– somos una isla feliz, porque aquí no hay discriminación de género en relación con los salarios. Los empleados están enmarcados en diez niveles y las retribuciones, a paridad de labores, son las mismas para hombres y para mujeres. Tanto en el papel como en la realidad. Trabajo como funcionario desde 1984 y, desde que yo recuerde, siempre ha sido así». También Gudrum Sailes, periodista austriaca que desde 2003 se ocupa de la sección alemana de la Radio Vaticana, confirmó este dato: «A veces los colegas extranjeros me plantean la misma pregunta, y yo solo puedo responder de la misma manera: sí, gano como los colegas varones que hacen el mismo trabajo. Algunos no lo creen… Hay demasiados prejuicios. En cambio, el Papa, como bien saben los romanos y las romanas, es un óptimo empleador…».

Al inicio, hace justamente cien años, era una empleada: Anna Pezzoli. Ella fue la primera mujer que trabajó para un Pontífice. Fue contratada en febrero de 1915 por Benedicto XV, en la Florería, el ente que se ocupa de los ornamentos papales. «A partir de 1929 –cuenta Gudrun Sailer, que ha estudiado la presencia femenina en el Vaticano y ha publicado algunas investigaciones históricas al respecto– fueron contratadas las primeras mujeres con grados académicos en el servicio pontificio. Pero después del Concilio Vaticano II la “otra mitad del cielo” comenzó verdaderamente a trabajar en el Vaticano».

En la actualidad (los datos corresponden a finales de 2014) las mujeres empleadas de San Pedro son 726, con respecto a una comunidad de trabajadores que en su conjunto cuenta con 4078 personas. De estas, 371 (343 laicas y 28 religiosas) trabajan en el Gobernatorado, la estructura que se ocupa de la gestión administrativa del Estado; las otras 391 (333 laicas y 58 religiosas) trabajan en la Santa Sede (la Curia, los entes colegiales y la Radio Vaticana). Su número ha ido aumentando en el tiempo. «El mayor crecimiento –puntualizó Sailer– se dio en el Gobernatorado, pues durante los últimos diez años el número de mujeres se ha duplicado».

Entonces, ¿cómo está compuesta la fuerza de trabajo “rosa” (aunque lleven una tarjetita de identificación de color azul) de los Sacros Palacios? La mayor parte son laicas, que viven en Roma y en los alrededores (las residentes en la Ciudad del Vaticano, en 2011, eran solo 21) y se encuentran en todos los ámbitos: periodistas, archiveras, bibliotecarias, traductoras, empleadas, farmacéuticas, enfermeras... El 41% de las que trabajan el la Curia y en los entes colegiados tienen una licenciatura y, evidentemente, pueden tener un salario más elevado.

¿Existe un código particular, por ejemplo, sobre el vestido? Gudrum Sailer responde con una sonrisa: «Se pide, como para todos los turistas que visitan San Pedro, cierto decoro. Las señoras deben llevar cubiertas las rodillas y los hombros. Una vez vi, delante del supermercado que mandó construir Pablo VI, que un agente detuvo a una para pedirle que se cubriera los hombros al entrar, pero en general se basa en el sentido común y nunca he visto a nadie ponerse demasiado estricto. La Radio Vaticana, por ejemplo, es mucho más informal en este aspecto. Yo, por seguridad, siempre llevo un chándal en la moto...».

En cuanto a la presencia femenina en la cúpula, se han dado algunos pasos importantes. Pablo VI fue el primero que eligió a una mujer, la australiana Rosemary Goldie, para encomendarle un puesto de gobierno: de 1967 a 1976 fue uno de los dos subsecretarios del Pontificio Consejo para los Laicos. Y hasta 2003 no hubo otra subsecretaria. La segunda fue sor Enrica Rosanna, nombrada por Juan Pablo II y confirmada por Benedicto XVI en la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

Hoy, en la Curia, explicó Sailer, «hay dos subsecretarias mujeres, ambas italianas, una religiosa y la otra laica: sor Nicoletta Spezzatti, de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, y Flaminia Giovanelli, experta en economía, del Pontificio Consejo Justicia y Paz. Otra señal muy importante fue la elección de 2014, ya reinante Papa Francisco, de sor Mary Melone como primera rectora de una Pontificia Universidad, el Antonianum, que es el ateneo romano de los franciscanos».

Pero hay otras figuras femeninas en puestos importantes en el Vaticano, como Micol Forti, responsable de la colección de arte contemporáneo de los Museos Vaticanos, Barbara Frale del Archivo Secreto, Mariella Enoc, que desde febrero de 2015, dirige el hospital Bambin Gesù, las ocho mujeres que son miembros (son 17 en total) del órgano creado para combatir y prevenir la pederastia en la Iglesia. Y también hay que tener en cuenta el aumento de las teólogas (de dos a cinco) en la Comisión teológica internacional y el fermento por el hecho de que las dos nuevas Congregaciones hipotizadas en la reforma de la Curia (una para los laicos y otra para la caridad) podrían incluir a mujeres en puestos de relieve. Es decir, Francisco, siguiendo los pasos de Juan Pablo II y Benedicto XVI, no tiene ningún prejuicio ideológico contra las mujeres: no a las mujeres sacerdote, pero sí a un mayor protagonismo femenino en la vida de la Iglesia. Porque, como repite a menudo Bergoglio, no es necesario que un sacerdote esté encima de todo.(Mauro Pianta-VATICAN INSIDER)