El cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura llevó la palabra del Papa en ocasión de los 750 años del nacimiento del autor de la “Divina Commedia”. El texto papal fue recibido con un fuerte aplauso por los presentes; en el aula estaban el Presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, y el ministro de los Bienes Culturales, Dario Franceschini.


Dante «es profeta de esperanza, anunciador de la posibilidad de salvación para cada hombre y mujer», dijo el Pontífice; es posible, pues, enriquecerse con «su expereicneia para atravesar las tantas selvas oscuras desperdigadas por nuestra tierra».


Según Francisco, es significativo que el “Sumo Poeta” sea recordado a pocos meses del Jubileo extraordinario de la Misericordia, que comenzará el próximo 8 de diciembre, a cincuenta años de la clausura del Concilio Vaticano II, pues «nos invita una vez más a encontrar el sentido perdido u ofuscado de nuestro recorrido humano y a esperar volver a ver el horizonte luminoso en el que brilla en plenitud la dignidad de la persona humana».


«La “Commedia” –observó Bergoglio– puede ser leída, efectivamente, como un gran itinerario, es más como un verdadero peregrinaje, tanto personal como comunitario, eclesial, social e histórico. Representa el paradigma de cualquier auténtico viaje en el que la humanidad es llamasa a dejar la que Dante define “aquel pequeño punto que nos hace tan orgullosos” (“l'aiuola che ci fa tanto feroci”), para llegar a una nueva condición, marcada por la armonía, la paz y la felicidad». «Es este el horizonte de todo auténtico humanismo», subrayó el Papa al recordar las afirmaciones que habían hecho sus predecesores en relación con «su grandeza no solo artística, sino también teológica y cultural: Benedicto XV –indicó el Papa en su carta a Ravasi– dedicó al sexto centenario de la muerte la encíclica “In praeclara summorum”, del 30 de abril de 1921», para subrayar «la íntima unión de Dante con la Cátedra de Pedro» y la «prosigiosa vastedad y agudeza de su ingenio»; también el beato Pablo VI, recordó, tenía un vínculo especial con «la figura y la obra de Dante, a quien dedicó la hermosa Carta Apostólica “Altissimi cantus”, en la que con la expresión “Dante es nuestro” reivindicaba la pertenencia de Alighieri a la fe católica y que “el fin de la «Commedia» es principalmente práctico y transformador: del desorden a la sabiduría, del pecado a la santidad, de la miseria a la felicidad, de la contemplación terrible del infierno a la beatificadora del paraíso”». «También san Juan Pablo II y Benedicto XVI –recordó el Papa argentino– se refirieron a menudo a las obras del Sumo Poeta y lo citaron en varias ocasiones». «Y –concluyó Bergoglio, citando su “Lumen fidei”– decidí también yo acudir a ese inmenso patrimonio de imágenes, símbolos y valores constituido por la obra dantesca: para describir la luz de la fe, luz que debe ser descubierta y recobrada para que ilumine toda la existencia humana, me basé justamente en las sugerentes palabras del Poeta, que la representa como “la chispa que se dilata hasta convertirse en viva llama, y que brilla en mi interior como estrella en el cielo” (“favilla, / che si dilata in fiamma poi vivace / e come stella in cielo in me scintilla”)».