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Cerveza y algo más
27 - 08 - 2013 - IGLESIA - Vida religiosa

En el contexto del secularismo los monjes hacen descubrir la vida de oraciòn a los visitantes que van por cerveza.

Roma (Gaudium Press) Apenas lleva un año de instituida, y la cervecería de los Benedictinos de Nursia, en Italia, es todo un éxito.
La implementación de esta fábrica de cerveza fue debidamente planeada. Pero la primera preocupación del Abad fue la espiritualidad de su monasterio. El Padre Cassiam Folsom, americano, quien fundó esta comunidad benedictina en 1998 y es el Prior, empleó varios años de estudio e investigación que incluyeron visitas a los trapenses del "Paraiso de la cerveza", Bélgica, para ver cómo esa actividad no interrumpía la vida comunitaria y de oración.
"Nuestra vida está muy unificada por la liturgia, que forma una especie de esqueleto en torno al cual todo lo demás se concretiza", afirma el padre Folsom.
"Las personas vienen al monasterio por la cerveza", dice el padre Basil Nixen, el maestro de novicios. Y algunos sólo tienen ese interés material. Pero muchos de los que van al monasterio terminan dándose cuenta que Dios los llevó a Nursia para que tuvieran un contacto con Él, a través de los benedictinos.

Los monjes no toman la cerveza que producen. "Es demasiado costosa para beberla nosotros mismos", dice el P. Nivakoff. Entretanto, cuando se produce algún error en la fabricación o embotellamiento, esta termina en la mesa de los religiosos, y "nadie queda molesto".

(N de la R) San Benito decía que había que” vivir del trabajo de nuestras manos". Por eso todos los monasterios benedictinos se dedicaron a fertilizar los campos y a producir algo para vender.
En el monasterio donde vivía San Benito, Monte Cassino, en el sur de Italia, se servía vino a los huéspedes, pero a medida que la orden de los Benedictinos se extendió al norte de Europa comenzó a elaborarse cerveza en los monasterios . Así, el misionero San Columba, que cumplía su misión en Irlanda, escribió en el siglo VII sobre la cerveza que elaboraba con sus monjes.
Las actuales cervezas trapenses tienen su origen en Francia, país que no se destaca por su tradición cervecera. Ocurre que en el siglo XVIII, los monjes expulsados por los revolucionarios, huyeron y se instalaron en Bélgica, Austria, los Países Bajos y Alemania, lugares desde los que siguieron elaborando cerveza.