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Francisco: los estados no pueden sacar beneficios con las medicinas
05 - 03 - 2015 - CULTURA - Economia

Audiencia a la Pontificia Academia para la Vida en plenaria sobre los cuidados paliativos: el abandono es la peor enfermedad de los ancianos."Los que nos han ayudado a crecer no deben abandonarse cuando necesitan nuestra ayuda, nuestro amor, nuestra ternura", dijo el Papa.

«Un estado no puede pensar ganar con la medicina. Al contrario, no hay deber más importante para una sociedad que el de custodiar a la persona humana». Lo dijo Papa Francisco durante su discurso a la Pontificia Academia para la Vida, reunida desde hoy y hasta el sábado en su XXI asamblea general. Este año, el encuentro se titula «La asistencia a los ancianos y los cuidados paliativos». Jorge Mario Bergoglio exhortó a este organismo a cuidar a quienes «podrían dejarse morir o hacer que mueran», y definió el abandono como la «es la enfermedad más grave del anciano y también la injusticia más grande que pueda padecer: los que nos han ayudado a crecer no deben abandonarse cuando necesitan nuestra ayuda, nuestro amor, nuestra ternura».

 

«Los cuidados paliativos -explicó el Papa- expresan la actitud humana de cuidar unos de otros, especialmente de los que sufren y atestiguan que la persona es siempre preciosa, también cuando es anciana o está enferma.La persona, en cualquier circunstancia, es un bien para sí misma y para los demás y Dios la ama. Por eso cuando su vida se vuelve muy frágil y se acerca el final de la existencia terrenal, sentimos la responsabilidad de asistirla y acompañarla de la mejor manera. El mandamiento bíblico que nos pide que honremos a nuestros padres, en sentido lato,nos recuerda el honor que debemos a todas las personas ancianas. A este mandamiento Dios asocia una doble promesa: ''Para que tus días se alarguen en la tierra que Yahveh, tu Dios te dará''. La fidelidad a este mandamiento asegura no solamente el don de la tierra sino, sobre todo, la posibilidad de disfrutarla».


Y el Papa recordó que, «al contrario, la Biblia reserva una severa admonición a los que abandonan o maltratan a los padres», en el Éxodo y en el Levítico, «y el mismo juicio vale cuando los padres, que se han convertido en ancianos y menos útiles, permanecen marginados hasta el abandono. Tenemos ejemplos. La Palabra de Dios siempre está viva y vemos bien que el mandamiento es de acuciante actualidad para la sociedad contemporánea, en la que la lógica de la utilidad se impone sobre la de la solidaridad y la de la gratuidad, incluso dentro de las familias. Escuchemos, pues, con corazón dócil, la Palabra de Dios que nos viene de los mandamientos, mismos que, recordémoslo siempre, no son vínculos que aprisionan, sino palabras de Vida».


«Hoy ''honrar'' podría traducirse también como el deber de respetar profundamente y cuidar de los que, por su condición física o social podrían dejarse morir o hacer que mueran -explicó Papa Francisco. Toda la medicina juega un papel especial en la sociedad como testigo del honor que se debe a la persona anciana y a cada ser humano. La evidencia y la eficiencia no pueden ser los únicos criterios que gobiernen la acción de los médicos, ni tampoco las reglas de los sistemas sanitarios, ni el beneficio económico. Un Estado no puede pensar en sacar beneficio de la medicina».


El Obispo de Roma además recordó que la asamblea de la Academia para la Vida ha estudiado nuevos sectores de aplicación de los cuidados paliativos que, si hasta ahora estaban destinadas sobre todo a los pacientes oncológicos, en la actualidad interesan también a las personas, sobre todo ancianos, con patologías caracterizadas de una degeneración crónica progresiva. «Los ancianos necesitan en primer lugar los cuidados de los familiares cuyo afecto no pueden sustituir ni siquiera las estructuras más eficientes o los agentes sanitarios más competentes y caritativos», reiteró. Los cuidados paliativos son pues, «una ayuda importante, especialmente para los ancianos, que con el pretexto de su edad, reciben cada vez menos atención por parte de la medicina curativa y a menudo están abandonados. El abandono es la enfermedad más grave del anciano y también la injusticia más grande que pueda padecer: los que nos han ayudado a crecer no deben abandonarse cuando necesitan nuestra ayuda, nuestro amor, nuestra ternura».

 

Francisco finalizó su discurso animando a los profesionales y a los estudiantes de medicina a especializarse en este tipo de asistencia que no posee menos valor por el hecho de que «no salva la vida». Los cuidados paliativos hacen algo igualmente importante: valorizan a la persona. Por eso exhortó «a todos los que, de diversas formas, trabajan en este sector a mantener ese compromiso conservando íntegro el espíritu de servicio y recordando que cualquier conocimiento médico es realmente ciencia, en su significado más noble, sólo si se considera como una ayuda para el bien del ser humano, un bien que no se alcanza nunca ''en contra'' de su vida y de su dignidad».

 

Al principio de la audiencia el Papa agradeció al presidente de la Pontificia Academia pro vida, el obispo Ignacio Carrasco de Paula, español del Opus, y al cardenal Elio Sgreccia, presidente emérito, a quien Bergoglio definió «pionero» en la materia. «El anciano -dijo mons. Carrasco de Paula a los micrófonos de la Radio Vaticana- no debe ser considerado una opción en las sociedades, sino que es un sujeto hasta el final».(VATICAN INSIDER)