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Francisco: la sociedades sin hijos están deprimidas
11 - 02 - 2015 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Demografica

Una sociedad que «no ama rodearse de hijos, que los considera sobre todo una preocupación, un peso, un riesgo», es una «sociedad deprimida», como sucede con mucha frecuencia en Europa. Lo dijo Papa Francisco en la audiencia general dedicada, esta semana, a la figura del hijo. 

Jorge Mario Bergoglio citó la encíclica de Pablo VI “Humanae Vitae” para subrayar que «la generación de los hijos debe ser responsable», pero insistió en que «tener varios hijos no puede convertirse automáticamente en una decisión irresponsable». Además hizo un llamado a la solidaridad por las nuevas muertes de migrantes en el mar de Lampedusa.



«Los hijos son la alegría de la familia y de la sociedad», dijo Jorge Mario Bergoglio al proseguir el ciclo decatequesis dedicado a la familia. La audiencia volvió a ser, gracias al buen clima, en la Plaza San Pedro, en lugar de en el Aula Pablo VI, en donde había sido las semanas anteriores. Los hijos «no son un problema de bilogía reproductiva, ni uno de ni uno de los muchos modos de realizarse. Y mucho menos son una posesión de los padres... No, no. Los hijos son un don. Son un regalo: ¿entendido? Los hijos son un don. Cada uno es único e irrepetible; y al mismo tiempo, inconfundiblemente ligado a sus raíces. Ser hijo e hija, de hecho, según el designio de Dios, significa llevar en sí la memoria y la esperanza de un amor que se ha realizado a sí mismo encendiendo la vida de otro ser humano, original y nuevo. Y para los padres cada hijo es sí mismo, es diferente, diverso. Permítanme un recuerdo de familia. Recuerdo que mi mamá decía sobre nosotros, éramos cinco: “Yo tengo cinco hijos”, “¿cuál es tu preferido?”, le preguntábamos. Y ella: “Yo tengo cinco hijos, como tengo cinco dedos. Si me golpean éste me hace mal; si me golpean éste me hace mal. Me hacen mal los cinco, ¡todos son míos! Pero todos diferentes como los dedos de una mano”. ¡Y así es la familia! La diferencia de los hijos, pero todos hijos».



Se ama a un hijo, prosiguió el Papa, «porque es hijo, no porque sea bonito, o porque sea así o asado; ¡no, se ama porque es hijo! No porque piense como yo o encarne mis deseos. Un hijo es un hijo: una vida generada por nosotros pero destinada a sí, a su bien, al bien de la familia, de la sociedad, de toda la humanidad». El mandamiento de honrar a los padres, según el Papa, indica que «una sociedad de hijos que no honran a sus padres es una sociedad sin honor; ¡cuando no se honran a los padres se pierde el propio honor! Es una sociedad destinada a llenarse de jóvenes áridos y ávidos. Pero también una sociedad avara de generaciones, que no ama rodearse de hijos, que los considera sobre todo una preocupación, un peso, un riesgo, es una sociedad deprimida. Pensemos en tantas sociedades que conocemos aquí en Europa: son sociedades deprimidas porque no quieren hijos, no tienen hijos, el nivel de nacimientos no llega al uno por ciento. ¿Por qué? Que cada uno piense y se responda. Si una familia generosa de hijos se ve como si fuera un peso, ¡hay algo mal!».



Sin embargo, recordó el Pontífice, «la concepción de los hijos debe ser responsable, como enseña también la Encíclica Humanae Vitae del Beato Papa Pablo VI, pero el tener muchos hijos no puede ser visto automáticamente como una elección irresponsable. Es más, no tener hijos es una elección egoísta. La vida rejuvenece y cobra nuevas fuerzas multiplicándose: ¡se enriquece, no se empobrece! Los hijos aprenden a hacerse cargo de su familia, maduran compartiendo sus sacrificios, crecen en la apreciación de sus dones. La experiencia alegre de la fraternidad anima el respeto y cuidado de los padres, a quienes debemos nuestra gratitud. Muchos de ustedes aquí presentes tienen hijos y todos somos hijos. Hagamos una cosa, un minutito, no nos extenderemos mucho. Que cada uno de nosotros piense en su corazón en sus hijos, si los tiene, piense en silencio. Y todos pensemos en nuestros padres y agradezcamos a Dios por el don de la vida. En silencio, quienes tienen hijos piensen en ellos, y todos pensemos en nuestros padres. Que el Señor bendiga a nuestros padres y bendiga a sus hijos».


Antes de la audiencia general, Papa Francisco, como acostumbra, estuvo entre los fieles para saludar, en particular, a los niños. Al final de la catequesis agradeció a los padres de familia presentes: «Qué hermoso cuando paso entre ustedes y veo a los papás y a las mamás que levantan a sus hijos para que sean bendecidos; ¡este es un gesto casi divino! ¡Gracias por hacerlo!». También se refirió a las madres embarazadas que piden la bendición: «Cuántas veces encuentro a las mamás aquí que me muestran la panza y me piden la bendición… porque estos niños son amados antes de venir al mundo. Y esta es la gratuidad, esto es amor; son amados antes, como el amor de Dios, que ama siempre antes. Son amados antes de haber hecho cualquier cosa para merecerlo, antes de saber pensar o hablar, ¡e incluso antes de venir al mundo! Ser hijos es la condición fundamental para conocer el amor de Dios, que es la fuente última de este auténtico milagro».


Al final de la audiencia, el Papa leyó, con una expresión de dolor, un llamado por el último y enésimo drama de los migrantes que tratan de llegar a las costas africanas: «Sigo con preocupación las noticias que llegan de Lampedusa, en donde se cuentan más muertes entre los migrantes debido al frío a lo largo de la travesía por el Mediterráneo. Deseo asegurar mi oración por las víctimas y animar nuevamente a la solidaridad, para que no falte a nadie el necesario socorro».

El Papa también invitó a rezar por el «Consistorio que tendrá lugar en los próximos días. Que el Espíritu Santo asista los trabajos del colegio cardenalicio e ilumine a los nuevos cardenales y su servicio a la Iglesia».(VATICAN INSIDER)