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El Salvador: algunos no quieren la beatificación de Romero
31 - 01 - 2015 - VATICANO - Causa de los Santos

«Algunos salvadoreños piensan que es un error beatificar a monseñor Romero, como fue también un error haberlo matado celebrando la Eucaristía». Lo escribió mons. Jesús Delgado Acevedo, vicario general de San Salvador y ex secretario del arzobispo asesinado por los escuadrones de la muerte en 1980 y cuya causa de beatificación, ya casi en sus últimos trámites, se desbloqueó después de la elección de Papa Francisco. 

 El religioso y también director de la revista “Orientación” escribió que «los santos no son siempre caros», en dos sentidos: porque la causa de Romero no costará nada a la Iglesia local y porque, así como «las tinieblas se incomodan» con la luz de los cristianos que con su santidad revelan «sus sórdidas acciones», no todos en El Salvador ven con buenos ojos la beatificación de Romero, cuya vida y testimonio veía con muy buenbs ojos Jesús, como demuestra su martirio.


«El proceso de beatificación de un cristiano es caro, en el sentido de gravoso», escribe Delgado. «Es algo que implica el trabajo de muchas personas que tienen que investigar los datos para formar, iluminar y consolidar la documentación base del proceso. Están también los que examinan y analizan el material presentado; luego, los abogados, el que defiende la causa y el que la impugna (a este último se le llama “abogado del diablo”). También están las secretarías. Por lo caro que es un proceso del estilo, ningún santo cae del cielo».

Además, en «otro sentido», los procesos de beatificación son «caros» porque los «santos cuya beatificación o canonización alegra a muchos. Es el caso de San Francisco de Asís». Sin embargo, «la Iglesia sabe muy bien que los santos se asemejan a Jesús, en que son personas que brillan por sus vidas y sus palabras, como una luz en medio de las tinieblas. Las tinieblas se incomodan porque la luz de estos cristianos pone al descubierto sus sórdidas acciones. Confundidos, muchos de ellos apagan violentamente la luz». En la historia, prosigue el ex-secretario de Romero, «hay procesos de canonización que no fueron caros, ni en el sentido de gravoso, ni en el sentido de gozoso. Es el caso de santo Tomás Becket. Fue tan evidente el odio contra la f eque tenían los que lo mataron, que no costó nada canonizarlo. El mismo Enrique II de Inglaterra que primero quiso a Tomás Becket hasta nombralo arzobispo, después lo odió, cuando el arzobispo Tomás asumió la defensa de la moral católica, y la práctica correcta de los sacramentos».

Ahora, «el proceso de beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero pertenece a los procesos que no son caros. Primero, porque la Iglesia que peregrina en El Salvador no ha gastado un centavo para cubrir los costos de la misma. Es la Comunidad de San Egidio, en Roma, la que asumió no solo el trabajo que implica la consecución de la causa de beatificación de mons. Romero, sino también los costos de la misma». Segundo, porque «para algunos no es grato saber que Romero será beatificado. En efecto. Algunos salvadoreños piensan que es un error beatificar a monseñor Romero, como fue también un error haberlo matado celebrando la Eucaristía. Se cumple lo de San Juan: “Brilló la luz en medio de las tinieblas, y las tinieblas no quisieron reconocer la luz” (Juan, 1, 5); “y los suyos no la recibieron” (id., 1, 11). Podría sonar a poesía, pero es una realidad que con la vida, las palabras y el testimonio de monseñor Romero, Jesucristo pasó por nuestras tierras haciendo oír su voz en el valle de las hamacas y por las veredas de los volcanes de El Salvador. Al permitir que monseñor Romero fuera matado en el altar, Jesús confirmó que le fue grata su vida y su testimonio».

Y después el ex-secretario de Romero agradeció a la Comunidad de Sant’Egidio por todas las fatigas y los esfuerzos (incluso económicos) que han hecho posible la beatificación tan deseada por muchos, aunque no por todos: «De entre los miembros de la Comunidad de San Egidio destaca el nombre de monseñor Vincenzo Paglia, infatigable promotor de la causa de beatificación. Estoy seguro de que desde el lugar de su reposo, monseñor Romero eleva su voz para cantar: “¡Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho!”».(VATICAN INSIDER)