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Francisco en Sri Lanka, bajo el signo de la reconciliación
12 - 01 - 2015 - PAPADOS - Francisco

La llegada del Papa fortalecerá un mensaje espiritual que puede convertirse en la raíz del renacimiento de una nación afectada por la guerra. Eso mismo anheló el nuevo presidente en su primer discurso.

Reconciliación en la sociedad y entre las dos etnias rivales durante años; reconciliación entre las religiones, en nombre de la experiencia espiritual común; reconciliación en la política, por el bien del país; reconciliación consigo mismo y con Dios, camino fundamental para cualquier otro proceso de pacificación.


Será «reconciliación» la palabra clave del viaje apostólico de Papa Francisco a Sri Lanka. Un peregrinaje en el que Papa Bergoglio podrá mostrarse cerca de una nación herida por la guerra civil, llevando un mensaje de esperanza y novedad para el futuro. Se puede resumir en una palabra la eminencia del mensaje cristiano: «perdón».


Francisco encontrará un ambiente favorable, a pesar de las previsiones. La llegada pacífica del nuevo presidente Maithripala Sirisena ha dado un nuevo impulso y una nueva forma a las esperanzas. El clima político y social permite concebir la oportunidad de la reconciliación.


El mismo Sirisena, en su primer discurso presidencial a la nación, indicó que la reconciliación es la base para el desarrollo del país. No ha ofrecido ninguna solución específica a los problemas de la minoría tamil, ni tampoco ha dicho cómo pretende afrontar la delicada cuestión de la investigación internacional de la ONU sobre las violaciones de los derechos humanos cometidos por el ejército que el predecesor, Rajapaksa, siempre ha negado.


También es cierto que el presidente electo compartió la experiencia del gobierno anterior; incluso muchos analistas han indicado que podría haber un acuerdo entre ambos presidentes. Sin embargo, Sirisena quiere mostrarse diferente de Rajapaksa, cuyo triunfalismo criticó, además de su obstinación en no reconocer las heridas profundas que tiene la sociedad. Estas heridas todavía necesitan cura; la guerra civil concluyó en mayo de 2009, y el saldo fue de 120 mil víctimas (alrededor de 40 mil perecieron durante la última fase, que fue también la más cruel».


Papa Francisco, con su presencia en este momento tan importante, puede dar un impulso decisivo para que el proceso de reconciliación comience verdaderamente. Su presencia, se dice en la comunidad católica local, «es un ‘kairós’, es una bendición». Una palabra de ternura y misericordia, capaz de calentar los corazones y que puede llegar a todos los «hombres de buena voluntad», para que renazca una vez más la «perla del Océano Índico».

EL mensaje del Papa será de carácter espiritual pero, gracias a una Iglesia católica que siempre ha sido un puente entre las etnias en disputa (y que alberga en su seno obispos y fieles de ambas comunidades, singaleses y tamiles), podrá tener un impacto y una influencia positiva a largo plazo a nivel social, político y religioso.


Reconciliación también es la palabra clave para que pueda prosperar una nación marcada por la pluralidad religiosa: de 21 millones de habitantes, el 70 % de la población es budista, el 12 % es hindú, alrededor del 10% es musulmana y el 8 % es cristiana (sobre todo católica).


«Un país en el que conviven desde hace siglos cuatro grandes religiones como el budismo, el hinduismo, el cristianismo y el islam, portadoras de valores como amor y compasión, no puede dar espacio a extremismos, fanatismos, exclusividades o hegemonías», explicó a Vatican Insider el sacerdote tamil S.J. Emmanuel. Se refiere al otro tema de actualidad en el país: la violencia alimentada por algunos grupos budistas radicales que, a pesar de ser facciones marginales y minoritarias, han causado revuelo durante los últimos años.


En este sentido, el personaje de José Vaz, misionero a quien canonizará el Papa, y la historia del santuario mariano de Madhu, en territorio tamil (que recibirá la visita de Francisco), son ejemplares, explica Emmanuel. El primero recuerda a los cristianos y a todos los creyentes que, incluso en tiempos de persecución, «Dios protege a su pueblo». La historia de Madhu, que fue «zona franca» durante la guerra y representa un lugar respetado por los creyentes de todas las religiones y etnias del país, es símbolo poderoso de «una paz y de una armonía posible bajo la mirada maternal de la Madre de Dios».(VATICAN INSIDER)