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Curia vaticana: la filípica papal y las homilías de Benelli
03 - 01 - 2015 - HISTORIA - Contemporanea

 Fueron inusitadas y duras las expresiones de Francisco, pero no distaban mucho de las de Benedicto XVI, en el énfasis tal vez no pero sí en el centro al que se dirigían, que no era externo sino la interioridad de la Iglesia. El discurso del Papa a la Curia romana trae a la actualidad también  una de las últimas homilías del cardenal Giovanni Benelli.


Las palabras sobre las 15 enfermedades en la Curia que Papa Francisco pronunció el pasado 22 de diciembre fueron retomadas en todo el mundo y suscitaron reacciones y discusiones. En su blog del sitio de «La Croix», Isabelle de Gaulmyn, al hablar sobre la «reforma espiritual» propuesta por Bergoglio, recordó al respecto dos palabras de San Bernardo de Claravalle sobre la Curia romana de su tiempo. Diferentes observadores han notado en los últimos meses que las mayores «resistencias» contra Papa Francisco provienen no de fuera, sino del interior de la Iglesia.Vale la pena citar algunas de las frases más olvidadas de Benedicto XVI, porque eran incómodas y sobre todo porque desmienten el falso ‘cliché’ del «Papa guerrero» que pretendía únicamente condenar las tendencias relativistas del mundo: las palabras pronunciadas durante el diálogo con los periodistas en mayo de 2010, mientras volaba de Roma a Lisboa, Papa Ratzinger dijo que «la mayor persecución de la Iglesia no viene de los enemigos de fuera, sino que nace del pecado en la Iglesia y, por lo tanto, la Iglesia tiene una profunda necesidad de volver a aprender la penitencia, de aceptar la purificación». En ese momento la crisis de los escándalos de la pederastia clerical había alcanzado su máximo nivel, y Benedicto, que estaba luchando contra ella con todas sus fuerzas, se refería particularmente a ella. Pero no hay duda de que su Iglesia penitencial, que se reconoce necesitada de perdón y de purificación, no gustó a muchos de los intérpretes de su Pontificado.

De la misma manera, parecen clarificadoras, con respecto a las «resistencias internas», las palabras pronunciadas por el cardenal Giovanni Benelli pocos días antes de morir. Era el 8 de octubre de 1982, y, hablando a los seminaristas de la diócesis de Florencia, el ex Sustituto de la Secretaría de Estado de Pablo VI, dijo: «¿Quiénes son los que se oponen? Pensémoslo bien, ¿quiénes son los mayores opositores de Jesús? Son los hombres de religión, son los que más observan la palabra de Dios… La religión es el gran obstáculo que Cristo ha encontrado sobre la tierra. Y es la religión, los hombres de religión, los que, a final de cuentas, lo enviaron a la muerte. La oposición proviene más de los que están cerca que de quienes están lejos. La oposición, la resistencia que encuentra el Evangelio, en el fondo es más fuerte, está más arraigada y es más resistente, en nuestra casa que fuera de ella».Benelli describía a los «hombres que se han acomodado en la Iglesia, que han encontrado en la Iglesia su realización, sean obispos, sean sacerdotes, sean bautizados. Se acomodaron y son estos los que se opondrán con mayores fuerzas y con mayor eficacia a la novedad del Evangelio, a la novedad repetida, que perennemente debe repetirse, debe volver a surgir como novedad y debe forzosamente herir la sensibilidad de los que ya se encuentran sentados, bien acomodados en la Iglesia…».

«Es gente que observa, pretende observar -añadía el cardenal italiano-, cree que hace lo que ha mandado Dios, pero en el fondo no le sirve a la Iglesia, se sirve a sí mismo. Se sirve de la Iglesia y protege la propia pereza, protege intereses aunque tal vez no tenga una clara consciencia de ello, pero se protege a sí mismo, el propio punto de vista».El purpurado florentino, diplomático e indiscutible protagonista del escenario vaticano de los años setenta, concluía así: «No los opositores, sino las ideologías adversas al cristianismo, no los que están en la otra orilla, no son ellos los mayores enemigos. Los mayores enemigos son los cristianos que se han sentado, que se han construido una religión a medida…».(VATICAN INSIDER)