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Corea del Sur :el Evangelio en cada familia
28 - 12 - 2014 - IGLESIA - Asia

El obispo Lázaro You Heung-sik indica que los divorcios, las convivencias y la disminución de la natalidad son dificultades concretas. La Iglesia propone un anuncio de esperanza y de acogida

«La familia es la base de la sociedad y de la Iglesia. Cristo mismo nació en una familia. Si se derrumba la familia, ¿qué quedará de la sociedad y de la Iglesia?». En la fiesta de la Sagrada Familia, después del Sínodo de octubre, Lázaro You Heung-sik, obispo de Daejeon, no oculta los problemas que la familia debe afrontar en Corea: divorcios, convivencias en lugar de matrimonios, la disminución de la natalidad. Como «terapia», la Iglesia coreana, comprometida en una obra de diálogo y reflexión en vista del nuevo Sínodo de 2015, pretende volver a proponer la cardinalidad del Evangelio, en todas las familias.


El obispo tuvo la idea de invitar a Papa Francisco a Corea del Sur y su deseo se cumplió en agosto de 2014. Guía una diócesis, la de Daejeon, que a sesenta años de su fundación, en la actualidad envía misioneros a Mongolia. Daejeon es la quinta ciudad coreana y se encuentra en el centro del «Silicon valley» coreano, pues es sede de multinacionales como Lg y Samsung. Daejeon también es el lugar en donde nació Andrés Kin Dai-geon, primer sacerdote coreano, martirizado en 1846: una referencia que la Iglesia aprecia constantemente.


Monseñor You Heung-sik, ¿cómo se sitúa la Iglesia coreana con respecto al recorrido propuesto por el Sínodo sobre la familia?


El tema de la familia es muy importante. Cristo mismo nació en una familia. La familia es la célula base de la Iglesia y de la sociedad. Si se derrumba la familia, ¿qué será de la sociedad y de la Iglesia? Por ello es un tema central, sobre el cual la Iglesia debe indicar una vía evangélica. Durante el Sínodo surgieron muchas cuestiones pendientes. Ahora, los problemas están en la mesa: en Corea cada diócesis, cada parroquia, movimiento rezará, reflexionará y buscará respuestas. Creo que será una experiencia preciosa, que alimentará la comunión eclesial y el sentido de universalidad. Nosotros tratamos de hacer lo que nos toca, caminando juntos. Y recordando que la misión esencial de la Iglesia es llevar el rebaño hacia Cristo, es salvar las almas.


¿Cuáles problemas específicos debe afrontar en la práctica la pastoral familiar?

Como país moderno, en Corea se registran el aumento de los divorcios, de las convivencias en detrimento del matrimonio, y la disminución de la natalidad. En las últimas décadas, con base en modelos materialistas y de consumo, se ha exasperado la competitividad social y la búsqueda del provecho, que van de la mano con el colapso de la estructura familiar tradicional. Incluso los vínculos sanguíneos, que la moral confuciana reforzaba, se han debilitado notablemente. La Iglesia anuncia que el don de un un hijo es la máxima expresión del amor conyugal y del amor de Dios: es un don a la familia, a la sociedad y al mundo. Y propone a las familias que compartan y oren concentrándose en el Evangelio.


¿Cómo evangelizan a las familias alejadas de la Iglesia?

Queremos dar la necesaria atención dentro, a las familias que viven en el tejido eclesial, pero también ser abiertos y acoger fuera, hacia todas las familias que, por diferentes motivos, tienden a auto-excluirse de la vida de la iglesia y de la gracia: son las familias que están en dificultades y que necesitan un anuncio de esperanza. Por ejemplo, es importante acoger a los divorciados, que viven en gran sufrimiento, y no hacer que se sientan rechazados: pueden vivir su cruz al lado de Cristo, amándola y convirtiéndola en un instrumento de amor.


¿Se advierten los efectos de la visita de Papa Francisco a Corea del Sur?

Papa Francisco dejó una huella indeleble. Cada persona que lo encontró, incluso por pocos segundos, se sintió amada en su individualidad. En cada mirada, en cada gesto, Papa Francisco puso su corazón. Sorprendió sobre todo a los jóvenes. Nos deja la invitación a ser una Iglesia pobre y para los pobres: en Corea del Sur vivimos el peligro de sentirnos fuertes, complacidos en una comunidad que crece numéricamente. Y nosotros somos quienes debemos recordar que la vida es una peregrinación y que, si uno se detiene a contemplar el propio ego, muere. Una santa inquietud nos hace escuchar la voz del Espíritu Santo. El enfoque adecuado es poner el Evangelio en el centro. Lo demás lo hace Cristo, no nuestro esfuerzo.


¿Y esto también vale para el impulso misionero?


Claro, la misión la hace Cristo. Hoy la Iglesia en Corea del Sur es, por gracia, misionera en muchos países asiáticos. En 1984, cuando Juan Pablo II vino por primera vez a Corea, el tema era mantener la fe. Después de treinta años, la Iglesia coreana ha descubierto un nuevo horizonte misionero, reconociendo que la vida y la misión de cada cristiano es amar al prójimo. Se tiene una profunda consciencia de ser para los demás, es decir una consciencia misionera. Hoy, la Iglesia coreana es, gracias a Dios, una Iglesia que sabe dar y que devuelve a las pequeñas Iglesias lo que ha recibido.(Paolo Affatato-VATICAN INSIDER)