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Magister: Diario Vaticano / Qué piensa de verdad Francisco sobre Europa
25 - 11 - 2014 - PAPADOS - Francisco

Lo ha explicado el 3 de octubre a los obispos del consejo de las conferencias episcopales europeas. Discurso que se había mantenido secreto. Había  dicho: "Europa vuelve a Jesús"

Los dos discursos que Francisco pronunciará en Estrasburgo no serán los primeros que él dirige al Viejo Continente.

De hecho, el pasado 3 de octubre el Papa recibió en audiencia en Roma a los participantes en la asamblea plenaria del Consejo de las conferencias episcopales de Europa (CCEE), que tenía como tema: “Familia y futuro de Europa”.

El CCEE reúne a los presidentes de las treinta y tres conferencias episcopales europeas, más los arzobispos de Luxemburgo y del Principado de Mónaco y el obispo de Chisinau en Moldavia. Está presidido por el cardenal Peter Erdõ, arzobispo de Budapest.

Y precisamente inspirado por el saludo que le ha dirigido Erdõ, el Papa Jorge Mario Bergoglio eligió el 3 de octubre no leer el texto predispuesto, limitándose a entregarlo a los asistentes. Y prefirió, en cambio, improvisar, hablando a Europa y sobre Europa, sin dejar de lanzar pullas políticamente muy incorrectas contra las costumbres hodiernas del Viejo Continente.

Este es el vínculo al discurso oficial difundido por los medios de comunicación vaticanos:

> A los participantes en la asamblea plenaria del CCEE

En cambio este es el discurso – totalmente distinto y hasta ahora inédito – pronunciado efectivamente por el Papa, tal como ha sido transcrito por uno de los presentes.

Un discurso que hay que leer y recordar, palabra por palabra, mañana, en Estrasburgo.

__________

 

"EUROPA, ¡VUELVE A JESÚS!"

de Francisco


Queridos hermanos obispos,

os saludo a todos con afecto en ocasión de la asamblea plenaria del Consejo de las conferencias episcopales europeas. Y le agradezco al cardenal Peter Erdõ las palabras con las que ha introducido este encuentro. Os entregaré este discurso y permitidme que os diga algunas cosas que tengo en el corazón y que me han suscitado las palabras de Su Eminencia.

¿Qué sucede hoy en Europa? ¿Qué pasa en el corazón de nuestra madre Europa? ¿Sigue siendo nuestra madre Europa o es la abuela Europa? ¿Es aún fecunda? ¿Es estéril? ¿No consigue dar nueva vida? Por otra parte, esta Europa ha cometido algún pecado. Tenemos que decirlo con amor: no ha reconocido una de sus raíces. Y por esto se siente y no se siente cristiana. O se siente cristiana un poco a escondidas, pero no quiere reconocer esta raíz europea.

Hoy Europa está invadida. Será la segunda invasión de los bárbaros, no sé. Pero tiene las puertas abiertas primero para el beneficio de los trabajos. Pero ahora siente esta "invasión" entre comillas, de gente que viene a buscar trabajo, que huye de su patria buscando libertad y una vida un poco mejor.

Europa está herida. Vuelvo a esa imagen que a mí me dice tanto y digo que la Iglesia hoy me parece un hospital de campo porque hay tantos heridos en la Iglesia. Pero también Europa está herida. Herida por tantas pruebas que ha sufrido. Ha pasado del tiempo del bienestar, del gran bienestar, a una crisis preocupante, donde los jóvenes también son descartados. En los periódicos del otro día se decía que aquí en Italia el paro juvenil llegaba al 43 por ciento creo. En España al 50 por ciento. Y los obispos españoles me han dicho que en Andalucía es casi del 60 por ciento.

El cardenal Erdõ ha hablado del descarte de los niños y los ancianos. Y es verdad. Pero ahora es también el descarte de toda una generación de jóvenes. No sé si sólo en Europa, o en Europa y en los países desarrollados, se habla de 75 millones de los veinticinco años para abajo. Pero es toda una generación. Como obispos europeos, ¿qué hacemos con los jóvenes? ¿Darles de comer? Sí, eso es lo primero. Pero eso no da la dignidad a un joven, a una persona. La dignidad la da ofrecer trabajo. Y hay el peligro de que los hijos de la madre, hoy casi abuela Europa, pierdan la dignidad porque no tienen trabajo y no pueden llevar el pan a casa. Europa ha descartado a los niños. De manera un poco triunfal. Yo recuerdo que cuando estudiaba en un país las clínicas que hacían abortos, después arreglaban todo para enviarlo a las fábricas de cosméticos. La belleza del maquillaje hecha con la sangre de los inocentes. Se jactaba de ser progresista por esto: los derechos de la mujer, la mujer tiene el derecho a su cuerpo.

Hoy Europa está llena de ancianos. Yo no sé aquí en Italia, no quiero decirlo porque no estoy seguro, pero qué sucederá cuando el Estado no pueda pagar las pensiones, porque no hay jóvenes suficientes que trabajan según la ley, porque hay ese trabajo negro que se realiza, no siempre pero... Y los ancianos – esto lo he dicho de América Latina, de mi país, pero creo que es un problema universal o de muchos países o de algunos continentes –, los ancianos se descartan con una eutanasia escondida. Las obras sociales cubren las medicinas hasta un cierto punto y después ¡arréglatelas!

Una Europa cansada de desorientación. Y no quiero ser pesimista, pero digamos la verdad: después de la comida, los vestidos y las medicinas, ¿cuáles son los gastos más importantes? La cosmética y, no sé cómo se dice en italiano, las "mascotas", es decir, los animalitos. No tienen hijos, sino su afecto al gatito, al perrito. Es este el segundo gasto después de los tres principales. El tercero es toda la industria para favorecer el placer sexual. Así, comida, vestidos, cosmética, animalitos y la vida del placer. Nuestros jóvenes sienten esto, ven esto, viven esto.
Me ha gustado mucho lo que ha dicho Su Eminencia, porque es de verdad el drama de Europa, hoy. Pero no es el fin. Creo que Europa tiene muchos recursos para ir adelante. Es como una enfermedad que tiene hoy Europa. Una herida. Y el recurso más grande es la persona de Jesús. Europa, ¡vuelve a Jesús! ¡Vuelve a ese Jesús que tú has dicho que no estaba en tus raíces! Y este es el trabajo de los pastores: predicar a Jesús en estas heridas. He hablado sólo de algunas, pero son grandes heridas. Predicar a Jesús. Y os pido esto: no tener vergüenza de anunciar a Jesucristo resucitado que nos ha redimido a todos. Y para nosotros también que el Señor no nos reprenda, como hoy en el Evangelio de Lucas reprendía a estas dos ciudades.

El Señor tiene ganas de salvarnos. Yo lo creo. Esta es nuestra misión: predicar a Jesucristo, sin vergüenza. Y Él está dispuesto a abrir las puertas de su corazón, porque Él manifiesta su omnipotencia sobre todo en la misericordia y en el perdón. Vayamos adelante con la predicación. No tengamos vergüenza. Tantos modos de predicar, pero a la madre Europa - o a la abuela Europa o a la herida Europa – sólo Jesucristo puede decirle hoy una palabra de salvación. Sólo Él puede abrir una puerta de salida.
(www.chiesa.espressonline.it)