Hace algunos días, médicos y obispos católicos de Kenia denunciaron al gobierno y las Naciones Unidas por haber administrado una vacuna contra el tétanos que en realidad esconde fines de esterilización en masa. No es, por desgracia, un caso aislado. En África, la presión internacional sobre la vida y familia son muchas.
En el sínodo extraordinario de octubre pasado, fueron los mismos Padres africanos quienes revelaron las presiones a las que deben someterse los países más pobres para recibir ayuda financiera. Las condiciones, según lo indicado por la Relatio Synodi en el punto 56, incluye “La introducción de leyes que establecen el matrimonio entre personas del mismo sexo.”
“Estas presiones son una realidad que vivimos hechos concretos”, dijo Mons. Nicolas Djomo (Presidente de la Conferencia Episcopal del Congo) a Nuova Bussola. El obispo de Tshumbe fue uno de los padres sinodales y no duda en adentrarse en el tema:
“Las agencias de la ONU e incluso las ONG, muchas de ellas europeas, condicionan cada vez más su ayuda a la aceptación, por parte del beneficiario, de la ideología de género, con todas las consecuencias negativas para la familia.”
¿Qué piensa hacer?
Hay que seguir denunciando esta orientación con las autoridades pertinentes. Debemos informar a nuestros gobernantes, que a menudo no son conscientes de lo que está detrás de cierta formulaciones lingüísticas que en realidad ocultan estas condiciones. Por último, en nuestra práctica pastoral, debemos informar a nuestros fieles del peligro. También debemos pedirle a los votantes que supervisen a sus representantes para que no voten por leyes que permitan el matrimonio entre personas del mismo sexo. Es también urgente integrar en la formación de nuestros futuros sacerdotes una preparación segura de la ideología de género y de los peligros que supone para nuestra familias y también para toda la sociedad.
¿Los problemas de África han sido tomados suficientemente en cuenta en el Sínodo?
Es cierto que los problemas de la posibilidad de dar la comunión a los divorciados vueltos a casar bajo cierta condiciones, así como la acogida de los homosexuales, han dominado el debate del Sínodo; a lo que hay que añadir la presión de los medios en estos temas. Pero yo no tuve la impresión de que los padres sinodales hayan pasado por alto los problemas pastorales de África.
Algunos padres sinodales parecían un poco “demasiado centrado en los problemas de Occidente …
Disponemos ahora de un año, lo que nos permitirá presentar mejor nuestros problemas y sé que todos los padres sinodales están dispuestos a tomar en consideración los problemas de uno u otro de acuerdo en base a las características regionales o continentales.
El debate en el sínodo giró alrededor de la relación entre la doctrina y la pastoral. ¿Qué le parece?
Francisco lo ha reiterado de varias maneras: no es una cuestión de tocar la doctrina. Según él, el asunto es ver cómo lidiar con algunos problemas difíciles y complejos de la manera en la que Cristo lo habría hecho. Por lo tanto, el problema consiste en combinar verdad y misericordia. Creo que que el próximo año, guiados por el Espíritu Santo, nos permitirá, al final del sínodo del próximo octubre, encontrar propuestas que, respetando la doctrina, permita a los hombres y mujeres de nuestro tiempo ver el rostro de Cristo exigente y compasivo.
¿Cuáles son los problemas del matrimonio y la familia en el Congo y, más en general, en África?
Los principales problemas son la pobreza y la guerra. La pobreza tiene efectos destructivos sobre los miembros de la familia, que se ven obligados a dispersarse para encontrar una manera de sobrevivir, con todos los riesgos que esto implica. Los niños viven en la calle; las niñas se inician en la prostitución; los padres son incapaces de educar y escolarizar a los niños correctamente.
¿Y la guerra?
También las situaciones de violencia, por supuesto, tienen efectos destructivos. Estos conflictos causan la migración de las familias que se trasladan a los campamentos improvisados; la escolarización de los niños se hace muy difícil, y existe una incapacidad de tener ingresos propios. Luego está el drama de violaciones. Esto se ha convertido en un arma de guerra, destruye a las familias y condena las mujeres a la exclusión social. Y los niños nacidos de violaciones están condenados a un destino incierto, a veces a sufrir rechazo social.
¿Qué puede hacer la Iglesia para tratar de resolver estos problemas?
Yo creo que la Iglesia en el Congo tendrá que seguir actuando de modo que el país sea gobernado en modo que garantice una paz duradera, construir una economía fuerte, y así permitir a los ciudadanos mejorar sus condiciones de vida. Y la mejor manera de combatir la pobreza es proteger a la familia.
¿Qué otras prioridades existen en vistas del sínodo de 2015?
El acompañamiento de muchos jóvenes bautizados que conviven, pero que no se encaminan hacia matrimonio sacramental, luego hay casos de divorciados y vueltos a casar, pero no en la proporción de Europa y América del Norte. Por último, tiene que preocuparse por de la práctica de la poligamia, generalizada incluso entre los bautizados.
Lorenzo Bertocchi-la Nuova Bussola
(INFOVATICANA)
