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Ratzinger y la práxis con divorciados re-casados
17 - 11 - 2014 - VATICANO - Sinodos

El Papa Ratzinger, pocos meses después de haber sido elegido, propuso la posibilidad de revisar la práctica de la Iglesia en relación con los divorciados que se han vuelto a casar, «pero inmediatamente alguien» actuó «para detener todo». Lo sostiene el vaticanista Ignazio Ingrao en el libro “Amor y sexo en tiempos de Papa Francisco” ; un volumen que cuenta qué sucedió en el Sínodo extraordinario sobre la familia que concluyó en el mes de octubre.

Uno de los capítulos se llama “¿Quién detuvo a Ratzinger?”. Ingrao retoma el discurso pronunciado por Benedicto XVI ante los sacerdotes italianos valdostenses, en julio de 2005. Fueron palabras que expresaban cercanía a las familias «heridas», y que hoy parecen muy alejadas de los tonos que muchos consideran «ratzingerianos». «Ninguno de nosotros tiene una receta, incluso porque las situaciones siempre son diferentes», afirmó en esa ocasión. «No oso ofrecer ahora una respuesta; de cualquier manera, me parecen muy importantes dos aspectos. El primero: aunque no puedan ir a la comunión sacramental, no son excluidos del amor de la Iglesia ni del amor de Cristo. Una eucaristía sin la comunión sacramental inmediata no es, evidentemente, completa, pues falta algo esencial. Sin embargo, también es cierto que participar a la eucaristía sin comunión eucarística es algo, es estar, como sea, involucrado en el misterio de la cruz y de la resurrección de Cristo».


Benedicto XVI aconsejaba a los párrocos que hicieran «sentir a estar personas que, por una parte, debemos respetar la indisolubilidad del sacramento y, por otra, que amamos a estas personas que sufren también por nosotros. Y debemos sufrir con ellas». Papa Ratzinger citó el modelo de las Iglesias ortodoxas, que permiten a los divorciados que se han vuelto a casar acercarse a la comunión «en una situación penitencial», es decir que «pueden ir a la comunión, pero sabiendo que esto es permitido “en economía”, como dicen, por una misericordia».


Benedicto XVI no dijo que esta fuera la vía practicable, pero, observa el autor del libro, dejó abierta una posibilidad: «Por una parte, pues, está el bien de la comunidad y el bien del sacramento que debemos respetar; por otra, está el sufrimiento de las personas que debemos ayudar». Pero esta vía no se recorrió durante su Pontificado, aunque Papa Ratzinger hubiera repetido palabras muy significativas durante el Encuentro de las Familias de 2012 en Milán: «Tal vez, si no es posible la absolución en la confesión, un contacto permanente con un sacerdote, con un guía del alma, es muy importante para que puedan ver que son acompañados».


¿Por qué no fueron atendidas estas indicaciones del Pontífice? Ingrao escribe que, por una parte, el «Papa teólogo y profesor temía afrontar un problema sin tener bien claras las posibles soluciones». Por otra, «muchos teólogos y obispos […] trataron de frenar y obstaculizar, fuera como fuera, las peticiones de apertura de Ratzinger en relación con los temas de la familia», y habría habido «una movilización silenciosa y oculta para bloquear cualquier iniciativa en este frente».(VATICAN INSIDER)