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La lección sobre el matrimonio de Pablo VI
19 - 10 - 2014 - PAPADOS - Otros

Con ocasión del Sínodo de los obispos dedicado a la realidad del matrimonio y de la familia en el contexto actual, el cardenal Dionigi Tettamanzi, arzobispo emérito de Milán, ha publicado un libro, “Pablo VI, profecía sobre la  familia. Por una espiritualidad conyugal” (Edit. Ancora), en el que quiere recordar las enseñanzas sobre el matrimonio y la familia del Papa Giovanni Battista Montini.

Pablo VI afrontó a menudo el tema del matrimonio y de la familia, tanto antes de su elección al pontificado como después, señalando el elemento principal en la “espiritualidad”, es decir, como explica el cardenal Tettamanzi, en la “'vida según el Espíritu' típica de cuantos celebran y viven el matrimonio 'en el Señor’, como gracia y exigencia del sacramento de Cristo y de la Iglesia”.

La espiritualidad conyugal está fundada en el sacramento del matrimonio, y en esta perspectiva se puede comprender cómo las indicaciones del papa “no se reducen simplemente a llamamientos ascéticos, en el sentido más superficial del término, es decir, a la invitación a empeñar la propia buena voluntad en un ‘esfuerzo’ moral y espiritual”, sino que traduzcan más bien “a nivel de vida vivida la nueva realidad sobrenatural 'impresa' en los esposos por el sacramento del matrimonio: el don gratuito de Dio está en el origen de la posibilidad y de la necesidad de la vida espiritual de los esposos y de la familia cristiana”.

En este contexto, Pablo VI se expresa según la categoría de la “vocación”: “hay una llamada a la santidad conyugal, a la cual la pareja puede y debe dar respuesta”, “y es una llamada que pasa a través del sacramento del matrimonio, como gesto personal de Jesucristo”.

El contenido de la santificación conyugal es deducido por el papa desde la realidad central de la vida de la pareja, la realidad del amor. Pablo VI plantea de hecho todo el discurso moral y espiritual en referencia al amor conyugal. “No estamos frente a dos realidades separadas entre sí y distintas: el amor y la vida, que demandan estar unidas – aclara el cardenal Tettamanzi –; estamos frente a la única realidad del amor, en su doble e inseparable significado, el unitivo y el procreativo”.

De la misma forma, Pablo VI insiste en “volver a encontrar inseparablemente ligados entre sí los aspectos naturales y humanos y los aspectos sobrenaturales y cristianos”. En este sentido, se habla de espiritualidad de la encarnación: “precisamente en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, se da la síntesis indestructible entre el orden de la creación y el orden de la redención. Y, en consecuencia, entre los valores humanos y los valores cristianos del amor conyugal”.

Otro punto calificador del magisterio del papa Montini es “su constante llamamiento a la esperanza, como virtud fundamental de la pareja y de la familia cristiana en camino hacia la perfección”, “una esperanza fundada en la continua presencia de Dios en Jesucristo dentro de las vicisitudes del matrimonio y la familia”, “sobre la obra de Dios en nuestra historia contemporánea”.

El texto del cardenal Tettamanzi cita varias obras de Pablo VI, entre ellas la Carta pastoral “Para la familia cristiana”, escrita con ocasión de la Cuaresma de 1960, en la época de su episcopado en Milán. Es el texto más amplio y más orgánico que el arzobispo reservó al tema, y en él destacan la atención a la “espiritualidad conyugal” y al deber de la corrección y del perdón, y la insistencia en la necesidad de permanecer siempre en camino hacia la perfección, porque la familia es “escuela y gimnasio de perfección a alcanzar”.

Se recuerda después la alocución de Pablo VI al Centro Italiano Femenino del 12 de febrero de 1966, que parte del hecho de la “trascendente relación con Dios” que es propia del matrimonio y de la familia, que “no son obra del hombre solo, una construcción humana producida u dominada en su ser íntimo por las condiciones históricas y ambientales, y mutables como éstas”, sino “obra de Dios”, respondiendo a “un designio esencial, que Él mismo trazó y que está por encima de las mudables condiciones de los tiempos, perdurando inmutable a través de éstos. Es Dios quien por medio de ellos quiere hacer al hombre partícipe de sus prerrogativas más altas: de su amor por los hombres y de su facultad creadora de vida”.

El documento magisterial más importante de todo el pontificado de Pablo VI en tema de moral conyugal es obviamente la encíclica Humanae vitae (25 julio 1968), ampliamente analizada por el cardenal Tettamanzi, que subraya cómo a casi cincuenta años de su publicación, el texto sigue estando rodeado “del silencio, de la indiferencia, de la burla, de la crítica, del rechazo por parte de tantas personas”, aunque “el dato más peligroso y preocupante respecto a la encíclica es el desconocimiento de su contenido real”, que trata de la recta regulación de la natalidad.

El texto termina con la transcripción de varias homilías con ocasión de bodas de parientes y amigos de Giovanni Battista Montini, que abarcan un periodo de tiempo que va de 1922 a 1961 y muestran una vez más “la singular consideración que Montini reserva, con motivo de la fe y de la sacralidad del rito, a la belleza sobrehumana y la gracia fascinante de las bodas cristianas y, al mismo tiempo, a la típica y comprometida misión que el sacramento confía a los esposos por el bien de la Iglesia y de la propia sociedad humana”.(Roberta Sciamplicotti-ALETEIA)