CRISTO HOY
CRISTO HOY

   Sitios Recomendados
        El Vaticano
        Aica
        Rome Reports
        Noticias Vaticanas
  
Familia; el enfoque nuevo del Sínodo
14 - 10 - 2014 - VATICANO - Sinodos

Un análisis sobre la relación tras la discusión presentada hoy por el cardenal Erdö: es innegable la atención dedicada a las familias en dificultades y la voluntad de apreciar los elementos positivos en las «formas imperfectas» de los matrimonios y de las convivencias

Al leer la relación de la primera semana de los trabajos sinodales sobre la familia presentada esta mañana por el cardenal Péter Erdö, surgen algunos aspectos interesantes. Antes que nada, se puede ver claramente que las ruedas de prensa cotidianas al respecto que se llevan a cabo en la Sala de prensa han reflejado fielmente el desarrollo del debate en el aula. Es innegable, por ejemplo, la atención y el espacio dedicado a los problemas de las familias «heridas» e «irregulares»; aunque no todo en el Sínodo gire alrededor de este tema, su importancia es evidente, por lo que no es ninguna invención de los medios de comunicación. También se va desarticulando la tesis de quienes afirmaban que había tenido muy poco eco en el aula la propuesta del cardenal Walter Kasper sobre la posibilidad de volver a admitir a la eucaristía, bajo determinadas condiciones y en determinados casos, a los divorciados que se han vuelto a casar.

Hay que señalar, en primer lugar, la mirada y el enfoque positivos, en sintonía con las palabras que el entonces todavía joven don Battista Montini escribió en 1929, cuando afirmó que el cristiano ve al mundo «no como un abismo de perdición, sino como un campo de mies». «No obstante las diversas señales de crisis de la institución familiar en los diversos contextos de la “aldea global”, el deseo de familia permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y esto motiva la necesidad de que la Iglesia anuncie sin descanso y con profunda convicción el “Evangelio de la familia” que le ha sido confiado». Y también sorprende que, con realismo, los padres sinodales hayan tenido en consideración no solo «el individualismo exasperado» de la cultura contemporánea, sino también de las dificultades socio-económicas que a menudo obstaculizan los matrimonios o facilitan los divorcios.


Un espacio significativo en la relación de Erdö, que en estos días será discutida en los “circuli minores” divididos según zonas lingüísticas, se dedica a la ley de la «gradualidad» que es propia de la «pedagogía divina». ¿Cómo acompañar a los que vive nel fracaso en el proprio matrimonio? Se cita la posibilidad, en analogía con lo que el Concilio hizo con las demás confesiones cristianas y con las demás religiones, de reconocer «elementos positivos» incluso en las «formas imperfectas», como serían el matrimonio civil o las convivencias. El matrimonio civil, efectivamente, al alcanzar una «notable estabilidad» se caracteriza por un «afecto profundo» y una responsabilidad hacia los hijos, y debe ser considerado como «germen para acompañar» en el desarrollo hacia el matrimonio sacramental. Con respecto a las convivencias, en la relación se que están aumentando los conviventes que, acompañados y ayudados adecuadamente, después piden la celebración del matrimonio.


En varios puntos de la relación surge la insuficiencia de un anuncio «meramente teórico» y sin vínculos con los problemas reales de las personas. Los pastores no son simples enunciadores de principios, proveedores de esquemas doctrinales redactados desde lo alto, fríos repetidores de leyes o reglamentos canónicos. El anuncio de la verdad evangélica toc alas vidas concretas y a menudo heridas de las personas, con el amplísimo espectro de sus diferencias. La Iglesia debe ser capaz de hacer que reverbere el mensaje de la misericordia de un Dios que abraza y ama antes de juzgar. En este sentido, la primera conversión es la del lenguaje.


Erdő afirmó: «En el Sínodo ha resonado la clara necesidad de opciones pastorales valientes. Reconfirmando con fuerza la fidelidad al Evangelio de la familia, los Padres sinodales, han advertido la urgencia de nuevos caminos pastorales, que partan de la efectiva realidad de las fragilidades familiares, reconociendo que estas, la mayoría de las veces, han sido “sufridas” más que elegidas en plena libertad». La discusión sobre estas decisiones y la posibilidad de admitir a los sacramentos a las parejas en situaciones «irregulares» no tuvo nada que ver con las peticiones de afirmar los derechos de todos o de tomar atajos fáciles en ningún momento de la discusión sinodal. «No es sabio –se lee en la relación– pensar en soluciones únicas o inspiradas en la lógica del “todo o nada”». Es decir que hay que buscar las posibles soluciones tomando en consideración las historias personales, mediante un discernimiento y un acompañamiento de los que han sufrido injustamente la separación o el divorcio.


El párrafo en el que se encuentran las dos posturas que han surgido en el debate en relación con los sacramentos a los divorciados que se han vuelto a casar es el número 47: «Con respecto a la posibilidad de acceder a los sacramentos de la Penitencia y de la Eucarística, algunos han argumentado a favor de la disciplina actual en virtud de su fundamento teológico, otros se han expresado por una mayor apertura a las condiciones bien precisas cuando se trata de situaciones que no pueden ser disueltas sin determinar nuevas injusticias y sufrimientos. Para algunos, el eventual acceso a los sacramentos debe ir precedido de un camino penitencial –bajo la responsabilidad del obispo diocesano-, y con un compromiso claro a favor de los hijos. Se trataría de una posibilidad no generalizada, fruto de un discernimiento actuado caso por caso, según una ley de la gradualidad, que tenga presente la distinción entre el estado de pecado, estado de gracia y circunstancias atenuantes».

Tal vez la novedad más notable en cuanto al enfoque y al lenguaje sea la que habla sobre la acogida para las personas homosexuales, que «tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades?». Sin equiparar las uniones entre personas del mismo sexo con los matrimonios entre un hombre y una mujer, ni dejar de denunciar las presiones (incluso por parte de organismos internacionales que condicionen con sus patrocinios) con las que se pretende introducir la ideología de género, la relación contiene palabras que nunca antes habían sido escuchadas: «Sin negar las problemáticas morales relacionadas con las uniones homosexuales, se toma en consideración que hay casos en que el apoyo mutuo, hasta el sacrificio, constituye un valioso soporte para la vida de las parejas. Además, la Iglesia tiene atención especial hacia los niños que viven con parejas del mismo sexo, reiterando que en primer lugar se deben poner siempre las exigencias y derechos de los pequeños».


Para concluir, hay que resaltar, a pesar de ciertas previsiones y delcaraciones, la enseñanza de la “Humanae vitae” de Pablo VI, que debe ser considerada todavía válida, pues en ella se subraya la necesidad de respetar la dignidad de la persona a la hora de evaluar moralmente «los métodos de regulación de la natalidad».


No hay duda, pues, de que la discusión franca y libre, con «parresía» al hablar y humildad al escuchar (como pidió Papa Francisco), ha demostrado la atención unánime de los obispos presentes hacia las situaciones familiares difíciles y que ha indicado incluso diferentes enfoques posibles para ir al encuentro de las exigencias de quienes viven con sufrimiento la exclusión de los sacramentos. Esta semana continuará la discusión, después los padres votarán el texto de la «relatio Synodi», mismo que servirá como texto base para el trabajo en las Iglesias locales en vista del próximo Sínodo ordinario (del 4 al 25 de octubre de 2015), sobre el tema: «La vocación y la misión en la Iglesia y en el mundo contemporáneo». Un camino largo, abierto, que involucra, como nunca antes había sucedido con un Sínodo, a las comunidades cristianas.(Andrea Tornielli-VATICAN INSIDER)