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Africa: salesianos recogen a los "niƱos brujos "
25 - 09 - 2014 - IGLESIA - Africa

En el último año, sólo en la región togolesa de Kara, las autoridades contabilizaron 773 casos de acusaciones de brujería a niños. Aunque este es un dato referencial, es prácticamente imposible conocer su verdadera dimensión, porque la mayoría de las acusaciones a las que son sometidos los niños, se celebran en un ámbito estrictamente comunitario. Así lo afirma el Informe 2014 sobre menores acusados de brujería que ha publicado Misiones Salesianas, al hilo del estreno del documental Yo no soy bruja

En el hogar de acogida de Don Bosco en la zona, un 40% de los niños llegan con el estigma de ser brujos. Muchos, huyen de palizas o, incluso, intentos de asesinato. Eso sin contar con los daños psicológicos que llevan consigo los menores. Desde problemas de aprendizaje, aislamiento social, agresividad, depresión, estrés postraumático, ansiedad o trastornos de la personalidad. En la edad adulta, si estos niños no son tratados, podrían repetir conductas violentas aprendidas.

El padre José Luis de la Fuente, misionero salesiano, es el responsable del trabajo con estos menores. «Una vez que los acogemos en nuestra casa, y se dan cuenta que ya nadie les va a hacer daño, te dicen que ellos no son brujos y que confesaron para que les dejaran de perseguir», asegura el salesiano.

¿Cuántos años lleva en Togo?

Llevo 8 años. Anteriormente he estado 15 años en Benín, trabajando con los niños de la calle.

¿Cómo ha vivido la llegada a la Sede de Pedro de Francisco, un Papa que no deja de repetir la importancia de que la Iglesia esté en misión?

Me parece algo fabuloso. De hecho, este año nosotros hemos tenido capítulo general. En aquella ocasión el Papa nos dijo: «Vosotros enviáis los mejores para la formación. Yo os diría que los mejores hay que mandarlos con los pobres». Este mensaje del Papa nos viene muy bien para que el cariño por los más pobres vuelva a llegar a África, tanto por nuestra parte como por la del clero autóctono.

¿Qué labor desarrollan los salesianos en Togo?

Tenemos una escuela profesional, un colegio, cinco centros de niños de la calle, y tenemos toda la pastoral universitaria. Yo soy el responsable de la comunidad y el director del colegio. Además, como he trabajado 15 años con los niños de la calle de Benín, coordino más de cerca los centros de acogida de niños de la calle.

Una de las labores es la defensa de los menores acusados de brujería.

Nosotros, en los centros de acogida, intentamos luchar por la defensa del menor. En la zona en la que trabajamos hay leyes de protección del menor, pero no se cumplen. Últimamente estamos desarrollando una campaña de sensibilización contra la brujería, a favor de los niños declarados brujos. En la zona en la que estamos, este problema está muy generalizado. Un 40% de niños que tenemos en nuestros centros de acogida son los considerados niños brujos. Estos niños han sido maltratados, tanto física como psíquicamente; les han quemado las manos, han sufrido intentos de envenenamiento, torturados, han sido expulsados de su casa. Son niños de todas las edades. Hace mucha falta sensibilizar a la opinión pública.

¿Bajo qué pretextos acusan a los menores?

La brujería es, para ellos, una persona que actúa de forma nefasta desde el mundo invisible hacia el mundo visible, es decir, un niño que supuestamente se alía con el mal, con el diablo, para hacer mal a la gente. Como dice un autor francés: Nadie ha visto al brujo, nadie le ha visto en esas cenas de brujo en las que cenan el alma de personas, nadie les ha visto convertirse en pájaro. Pero, sin embargo, en África hay muertes. Y ante las muertes, hay que buscar quién ha matado a esa persona; es decir, hay que buscar un culpable. Entonces, acusan a los niños de brujería y de acabar con la vida de esa persona.

En estas acusaciones hay una parte de falta de cultura, de ignorancia. Ante muertes naturales por tuberculosis o sida, como no conocen estas enfermedades, hay que buscar una causa, un culpable, y es entonces cuando acusan a los niños de brujería y de causar la muerte de esas personas. Incluso hay zonas de África donde, cuando una mujer muere en el parto, o el niño nace con algún tipo de malformación, éste es acusado de brujería.

Hay también una parte de crisis económica. Cuanto mayor es la crisis, mayor es la pobreza, la gente tiene menos recursos y por lo tanto se producen más muertes inexplicables y, por lo tanto, más niños acusados de brujería.

Una tercera parte es de la familia, que comienza a desestructurarse en África. La mujer no acepta la poligamia, se marcha o es expulsada, el marido se casa con otra, los hijos quedan en manos del marido o de la mujer. Todo esto conlleva que los niños son utilizados como arma arrojadiza y son, en muchos casos, acusados de brujería para hacer daño al cónyuge.

¿Cómo ayudan a los chicos que son acusados de tales cosas?

Tenemos varias vías de localizar a los niños acusados de brujería. En pleno mercado tenemos una casita, un pequeño centro, que es un lugar de esperanza. La gente va allí para ponernos en aviso de su situación o de alguien que está sufriendo. Por otro lado nosotros también hacemos patrullas nocturnas. Vamos caminando por la noche por las calles para detectar a los menores que puedan estar sufriendo estos problemas. Y muchas veces también vienen a nuestros centros para ponernos sobre aviso de algún niño que ha sido acusado. Una vez que tenemos conocimiento de un niño con dificultades, a través del juez, nos conceden su custodia y lo llevamos a nuestros centros.

¿Cómo afrontan los niños su situación?

Estos niños han sido tan maltratados hasta que terminan afirmando que son brujos para que no les peguen más. Ellos mismos se auto-convencen de que son brujos por culpa de la violencia. Una vez que los acogemos en nuestra casa, y se dan cuenta que ya nadie les va a hacer daño, te dicen que ellos no son brujos y que confesaron para que los dejaran de perseguir.

¿Una persona que es declarada bruja tiene alguna posibilidad de que la dejen de considerar como tal?

Es muy difícil que los familiares del niño dejen de considerarlo como brujo. Dentro del entorno del pueblo, poco a poco, si el niño va progresando, si va mejorando el carácter, si en el pueblo ven que el niño va a la escuela y que incluso llega hasta la universidad, van cambiando su parecer y dejan de considerarlo como brujo.

¿Cuál es la historia de Rosalie y Georgette y porqué son un ejemplo de superación tras el dolor?

Rosalie fue un día al pozo con dos amigas. Al llegar se enfadaron y discutieron. Ella les dijo que se iban a enterar. Poco tiempo después sus amigas enfermaron de paludismo y la acusaron de bruja. La familia de Rosalie intentó defenderla de la acusación, porque si era declarada bruja nunca la podrían casar. Después de pagar a todo el mundo, la familia consiguió que se celebrara un juicio para esclarecer si era bruja o no. En este tipo de juicios, al menor se le da a beber una pócima que solo mata a las brujas. Si el menor bebe la pócima y muere quiere decir que era bruja. En realidad la pócima es un veneno y todos los que lo beben mueren. Al morir, le acusan de bruja porque la pócima solo mata a las brujas. Rosalie estaba en el juicio a punto de beber la pócima y alguien nos avisó. Fuimos inmediatamente, y conseguimos que no bebiera el veneno asegurándoles que nos haríamos cargo de la niña. Hoy Rosalie va a entrar en la universidad.

A Georgette también la acusaron de brujería pero ella sufrió otro tipo de prueba. Ellos creen que las brujas no se queman las manos en el agua hirviendo. Le metieron las manos en agua hirviendo y se quemó entera. Dijeron que no era bruja pero cuando nos avisaron a nosotros ya había pasado mucho tiempo y tenía toda la mano destrozada, medio podrida. Hubo que amputársela casi entera. Ahora está en el colegio, camino de la universidad.

¿Ante tales creencias, es más complicada la labor del misionero? Es decir, por ejemplo, ¿cómo explicaría la transubstanciación a un lugareño de Togo?

Es muy difícil. Hay mucho sincretismo. Nosotros trabajamos mucho con los universitarios. Los primeros misioneros trabajaban con los adultos, porque si ellos se convertían, toda la familia se convertía. Hoy día atendemos más a los jóvenes. Empezamos con ellos desde el colegio, les atendemos también en la universidad. Son niños de ciudades con otro estilo de vida y otro pensamiento. Con estos jóvenes nos es más sencilla la evangelización.

Si pudiera soñar, ¿qué le gustaría conseguir con esta campaña?

Que las leyes se apliquen. Que la ley del menor, que castiga todos estos maltratos e injusticias, se haga efectiva. Que los jefes tradicionales acepten que los niños no son brujos. Que las estructuras den un fuerte paso en favor de los derechos del niño. (José Calderero-ALFA Y OMEGA)