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Teóloga Brenninkmeijer-Werhahn: que el Sínodo sea un lugar de diálogo
15 - 09 - 2014 - VATICANO - Sinodos

La fundadora del Intams de Bruselas: «Debemos tener cuidado para no desperdiciar nuestro tiempo ni nuestra energía en disputas internas».En el sínodo extraordinario sobre la familia,  se necesitarán «un diálogo y un intercambio abierto y sincero», que hagan “cuajar” el principio de la colegialidad entre los obispos proprio del Concilio Vaticano II y que ayude a los padres a escuchar «sugerencias» y «críticas» por parte de los fieles laicos.

Es lo que espera Aldegonde Brenninkmeijer-Werhahn, teóloga y socióloga holandesa (que estudió en Dortmund, Alemania, y en Lovaina, Bélgica), además de fundadora y directora de la International Academy for Martial Spirituality (Intams) de Bruselas, profesora en la Universidad Católica de Lovaina, “think tank” católico que dedicó una publicación a los temas del próximo sínodo con textos de especialistas de todo el planeta. Se trate de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, del tema de las parejas homosexuales o de las dificultades de muchos fieles en relación con los anticonceptivos, Brenninkmeijer-Werhahn indicó en entrevista con Vatican Insider que espera una actitud profunda de «imaginación, libertad y amor»: «Debemos tener cuidado para no desperdiciar nuestro tiempo ni nuestra energía en disputas internas». Y discernir, como dice Papa Francisco, «qué es lo que viene realmente de DIos».


«Una vez más, el Papa ha sorprendido a muchos fieles con su extraordinario don de ser capaz de abrir a la Iglesia a una cuestión de enorme interés, es decir la familia y el matrimonio», afirmó la teóloga, quien expresó también su esperanza de que en el Sínodo extraordinario se distinga muy claramente la función de la primera semana de la de la segunda semana: primero discutir abiertamente, en grupos de trabajo que podrían dividirse según la pertenencia continental o por lenguas; después, fijar la agenda concreta para el Sínodo de 2015. Este proceder «aumentaría las posibilidades de un intercambio y un diálogo abiertos y sinceros, evitando que la visión europea sobre el matrimonio y la vida en familia se imponga como norma». Lo que espera Brenninkmeijer-Werhahn es que en octubre se cree «una base entre los obispos para una reflexión antes que nada sobre la colegialidad, la sinodalidad y la subsidiariedad, en línea con el Vaticano II». Después debería seguir un «camino mundial de reflexión, diálogo y trabajo común con base en la agenda del segundo sínodo».


El primer paso para este “sensus fidei” fue el cuestionario que envió la Secretaría de Estado a las diócesis de todo el mundo, «muy apreciado en todo el mundo católico». Muchos obispos y muchas Conferencias episcopales lo difundieron capilarmente, para que fuera discutido y para que circulara, pero también hubo algunas Conferencias episcopales que prefirieron «responder al cuestionario sin involucrar demasiado al laicado, recopilando solamente las respuestas del clero», decisión «deplorable», puesto que «el tema del sínodo involucra directamente la vida de las parejas y de las familias».


Brenninkmeijer-Werhahn no evitó temas espinosos, a partir de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar. La Iglesia ortodoxa, como la latina, mantienen la indisolubilidad del matrimonio, pero desarrollaron una práxis, basada en la propia tradición secular, de «bendición» de segundas o terceras nupcias. No se trata de un «superficial premio de consolación» y es precedida por un «intenso periodo de penitencia, reflexión y recíproco perdón». Sería, pues, «muy útil» que la Iglesia latina reflexionara nuevamente sobre el significado de la doctrina de la indisolubilidad y sobre «la importancia de un apropiado acompañamiento pastoral».


En cuanto a la crisis de la familia, en la sociedad contemporánea y en la historia, «¿prestamos demasiada atención a las características imperfectas, débiles y pecaminosas que pueden existir en una familia?». Y a esta cuestión se suma otra también profunda: «¿Los obispos y pastores aceptan las sugerencias y las críticas de los fieles laicos? Un problema en la esfera eclesial es que hemos cultivado demasiado tiempo una forma de pensar desde lo alto, en lugar de reconocer también un enfoque desde abajo».


Aldegonde Brenninkmeijer-Werhahn considera que la “Evangelium vitae” «no se puede descartar, puesto que contiene muchas afirmaciones importantes sobre la fe. Pero la cuestión es (citando a Papa Francisco, en el punto 119 de la “Evangelii Gaudium”, si hemos discernido lo suficiente sobre lo que viene verdaderamente de Dios. Y esto es posible solamente si tomamos en consideración las circunstancias individuales de la vida de las personas y de lo que son capaces concretamente».


En cuanto al tema polémico de la homosexualidad, «necesitamos más valentía en Europa para hablar con convicción sobre valores y promover los valores que son importantes para nosotros», afirmó la directora de
Intams. «Creo –añadió– que todos conocemos familias en las que los hijos, de repente, descubren una sexualidad diferente. Esto presenta un enorme desafío para los padres y para sus familias. Pero, ¿expulsarías a tu hijo o a tu hija de tu casa o le negarías hospitalidad, si deseara entrar sincera y responsablemente en una relación del mismo sexo?».

El peligro es que el sínodo se empantane en contraposiciones entre una mayoría conservadora y una minoría reformista; entre la Europa del norte en contra del resto del mundo, entre bergoglianos y anti-bergoglianos, entre teólogos canonistas y pastores y laicos. «Nuestra Iglesia en este momento ya está demasiado fragmentada de diferentes maneras; debemos tener cuidado y no desperdiciar nuestro tiempo ni nuestra energía en disputas internas. Entre más lo hagamos, menos predicaremos el Evangelio. Llevar a la Iglesia, al pueblo de Dios unido es la mayor tarea de Papa Francisco».