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El Papa ante los caĆ­dos de la 1era G M: "La guerra es una locura"
13 - 09 - 2014 - PAPADOS - Francisco

Francisco visita Redipuglia (noroeste de Italia) esta mañana,  para recordar el dolor, levantar una vez más su voz en contra de todas las guerras y hacer un nuevo llamamiento mundial a favor de la paz. Y una denuncia contra los Caines modernos de la industria armamentística, a los que llamó "planificadores del terror" e invitó al llanto y a la conversión.

Nueve millones de muertos en los campos de batalla, unos siete millones de víctimas civiles a causa de las operaciones bélicas y del hambre, la carestía, las epidemias... Son sólo algunas cifras que retratan la gigantesca destrucción que dejó la I Guerra Mundial, de cuyo estallido se acaba de conmemorar este verano un siglo.

El Papa preside la misa bajo la lluvia y ante un mar de paraguas de distintos colores, con un sencillo báculo. En el frontal del altar un corazón. Muchos militares con sus estandartes.

La primera lectura la lee un marino. Es del libro del Génesis sobre Caín. El salmo responsorial lo canto un soldado de infantería.

Lectura del Evangelio de Mateo sobre el juicio final y las obras de misericordia.

Algunas frases de la homilía del Papa

"Tras haber contemplado la belleza de la zona, donde hombres y mujeres trabajan, donde los niños juegan y los ancianos sueñan..."

"Aquí, en este lugar, sólo puedo decir la guerra es una locura"

"La guerra destruye incluso lo que Dios creó de más bello: el ser humano"

"La guerra lo destruye todo, incluso el vínculo entre los hermanos"

"Su proyecto es querer desarrollarse mediante la destrucción"

"Los motivos de la guerra son justificados por una ideología"

"La ideología es una justificación y, cuando no hay ideología, hay la respuesta de Caín: ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?"

"La guerra no mira a nadie. ¿A mí que me importa?"

"Hoy se puede hablar de una tercera guerra mundial por entregas con crímenes, masacres y destrucciones"

"Hoy, aquí, recordamos a las víctimas y a las víctimas de todas las guerra"

"¿Cómo es posible que también hoy siga habiendo tantas víctimas?"

"Porque está detrás la industria de las armas"

"Estos planificadores del terror, como los vendedores de armas llevan escrito en el corazón: ¿A mí qué me importa?"

 

"Pero su corazón corrupto perdió la capacidad de llorar. Cain no pudo llorar. Y la sombra de Cain nos cubre hoy aquí, en este cementerio"

"Se ve aquí, en la historia que va desde 1914 hasta nuestros días"

"Con corazón de hijo, de hermano y de padre os pido a todos la conversión del corazón. Pasar del 'a mí qué me importa' al llanto"

"Por todos lo caídos y las víctimas de la locura de la guerra, el llanto"

"La humanidad necesita llorar y ésta es la hora del llanto".

Texto completo de la homilía del Papa

Viendo la belleza del paisaje de esta zona, en la que hombres y mujeres trabajan para sacar adelante a sus familias, donde los niños juegan y los ancianos sueñan... aquí, en este lugar, solamente acierto a decir: la guerra es una locura.
Mientras Dios lleva adelante su creación y nosotros los hombres estamos llamados a colaborar en su obra, la guerra destruye. Destruye también lo más hermoso que Dios ha creado: el ser humano. La guerra trastorna todo, incluso la relación entre hermanos. La guerra es una locura; su programa de desarrollo es la destrucción: ¡crecer destruyendo!

La avaricia, la intolerancia, la ambición de poder... son motivos que alimentan el espíritu bélico, y estos motivos a menudo encuentran justificación en una ideología; pero antes está la pasión, el impulso desordenado. La ideología es una justificación, y cuando no es la ideología, está la respuesta de Caín: "¿A mí qué me importa?", «¿Soy yo el guardián de mi hermano?» (Gn 4,9). La guerra no se detiene ante nada ni ante nadie: ancianos, niños, madres, padres... "¿A mí qué me importa?".
Sobre la entrada a este cementerio, se alza el lema desvergonzado de la guerra: "¿A mí qué me importa?". Todas estas personas, cuyos restos reposan aquí, tenían sus proyectos, sus sueños... pero sus vidas quedaron truncadas. La humanidad dijo: "¿A mí qué me importa?".

Hoy, tras el segundo fracaso de una guerra mundial, quizás se puede hablar de una tercera guerra combatida "por partes", con crímenes, masacres, destrucciones...
Para ser honestos, la primera página de los periódicos debería llevar el titular: "¿A mí qué me importa?". En palabras de Caín: «¿Soy yo el guardián de mi hermano?».
Esta actitud es justamente lo contrario de lo que Jesús nos pide en el Evangelio. Lo hemos escuchado: Él está en el más pequeño de los hermanos: Él, el Rey, el Juez del mundo, es el hambriento, el sediento, el forastero, el encarcelado... Quien se ocupa del hermano entra en el gozo del Señor; en cambio, quien no lo hace, quien, con sus omisiones, dice: "¿A mí qué me importa?", queda fuera.

 

Aquí hay muchas víctimas. Hoy las recordamos. Hay lágrimas, hay dolor. Y desde aquí recordamos a todas las víctimas de todas las guerras.

También hoy hay muchas víctimas... ¿Cómo es posible? Es posible porque también hoy, en la sombra, hay intereses, estrategias geopolíticas, codicia de dinero y de poder, y está la industria armamentista, que parece ser tan importante.
Y estos planificadores del terror, estos organizadores del desencuentro, así como los fabricantes de armas, llevan escrito en el corazón: "¿A mí qué me importa?".
Es de sabios reconocer los propios errores, sentir dolor, arrepentirse, pedir perdón y llorar.

Con ese "¿A mí qué me importa?", que llevan en el corazón los que especulan con la guerra, quizás ganan mucho, pero su corazón corrompido ha perdido la capacidad de llorar. Ese "¿A mí qué me importa?" impide llorar. Caín no lloró. La sombra de Caín nos cubre hoy aquí, en este cementerio. Se ve aquí. Se ve en la historia que va de 1914 hasta nuestros días. Y se ve también en nuestros días.
Con corazón de hijo, de hermano, de padre, pido a todos ustedes y para todos nosotros la conversión del corazón: pasar de ese "¿A mí qué me importa?" al llanto... por todos los caídos de la "masacre inútil", por todas las víctimas de la locura de la guerra de todos los tiempos. La humanidad tiene necesidad de llorar, y esta es la hora del llanto.