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Los malentendidos del Sínodo de la Familia
25 - 07 - 2014 - VATICANO - Sinodos

El próximo Sínodo de la familia es esperado por muchos con una cierta inquietud. Existe la sensación de que dos corrientes de pensamiento se medirán entre sí en este contexto. En esta fase pre-sinodal, tras la lección del cardenal Kasper, las dos corrientes están predisponiendo a sus tropas, elaborando estrategias y tácticas. 

Muchos resuelven el problema confiándose al Papa quien, se dice, hará la suma y la síntesis. Pero el Papa no está allí para hacer síntesis entre dos o más contendientes en el campo, no es un pacificador ni el moderador de un debate televisivo ni el secretario de un partido capaz de hacer síntesis entre las distintas corrientes.

La inquietud no se disipa sino que, al contrario, aumenta a menudo conforme se acerca la fecha de comienzo del Sínodo por un motivo sencillo en su individualidad pero profundo y difícilmente inextricable en su complejidad. Este motivo de incertidumbre e inquietud es el de la relación entre doctrina y pastoral, que una vez se llamaba teoría y praxis, y hoy es llamada a menudo verdad y misericordia.

El tema del Sínodo, se sabe, es la familia y el matrimonio. En particular, la atención se concentrará sobre el argumento de la comunión a los divorciados vueltos a casar. Pero, bien visto, sobre lo que habrá - humanamente hablando – batalla, es precisamente la doctrina y la pastoral. Sobre esto, los juegos tácticos están dando lo mejor de sí y la retórica del lenguaje teológico ya está haciendo chispas.

Quienes reafirman insistentemente la doctrina sobre el matrimonio y dicen, seguros, que el Sínodo no la podrá cambiar – el último ha sido el cardenal Collins de Toronto – afirman una verdad que, literalmente, comparten también los defensores de la línea Kasper, la línea del cambio. De hecho, también ellos dicen que la doctrina no se toca, pero que son urgentes algunas actitudes pastorales nuevas. Todos saben, sin embargo, que en algún caso nuevas actitudes pastorales expresan una nueva concepción de la doctrina. Los progresistas aseguran querer sólo cambios pastorales y no doctrinales, pero ni ellos ni sus oponentes creen de verdad que serán sólo pastorales. De esta forma, esta fase pre-sinodal no consigue aclarar gran cosa, a pesar de la enorme cantidad de discursos y declaraciones, incluso de alto nivel, tanto por el contenido como por los autores.

El hecho es que existen hoy muchas visiones de la relación entre doctrina y pastoral, que se pueden resumir, a grandes rasgos, en dos. Para una, la pastoral depende de la doctrina (teología de la pastoral), para la otra, la pastoral es una sola cosa con la doctrina, o incluso viene antes (teología pastoral). El magisterio ha aclarado siempre que la versión correcta es la primera. Pero la praxis teológica que prevalece es ya desde hace tiempo la segunda. Estas dos visiones estarán en competición también en el próximo Sínodo.

Podríamos también llamar a las dos visiones como una visión metafísica la primera y una visión hermenéutica la segunda. Y de hecho, en la teología de hoy, metafísica y hermenéutica están en lucha entre sí. Uno de los últimos grandes defensores de la visión metafísica ha sido Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, para quien el encuentro de la fe cristiana con el pensamiento griego ha sido providencial. Pero también al leer la Fides et Ratio no hay duda de la elección de la metafísica en lugar de la hermenéutica. Pero durante el postconcilio, y en competición con el magisterio oficial, se ha puesto de moda la otra visión, la hermenéutica.

La visión del primado de la doctrina sobre la pastoral necesita el instrumento de la metafísica, que permite entender la fe como verdadero y auténtico conocimiento de verdades por encima del tiempo, aun teniendo adherencias históricas. La visión de la primacía de la pastoral sobre la doctrina necesita en cambio del instrumento de la hermenéutica, porque aquí la verdad se entiende como algo que descubrir y también que realizar. La verdad de fe no se nos daría en sentido trascendente, metafísico y definitorio, sino existencialmente dentro de las relaciones espacio-temporales. De las verdades reveladas por tanto forman parte tanto el anuncio como la recepción del anuncio, en un círculo, precisamente, hermenéutico.(ALETEIA)