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El Papa exhorta al "fin de las hostilidades" entre Israel y Palestina
13 - 07 - 2014 - CULTURA - PolĂ­tica

Francisco, con gesto serio, pidió silencio a la abarrotada plaza de San Pedro. Tras recordar la parábola del sembrador y preguntar a los fieles qué tipo de semilla queremos ser, el Papa quiso lanzar un nuevo mensaje de paz ante la escalada de violencia en Tierra Santa. "Infunde en nosotros gestos concretos para construir la paz", dijo en la súplica el Papa.

"Dirijo a todos vosotros un vivo llamamiento para continuar rezando con insistencia por la paz en Tierra Santa, a la vista de los trágicos acontecimientos de los últimos días, subrayó el Pontífice, quien recordó el encuentro de oración que el pasado 8 de junio le unió al patriarca Bartolomé y los presidentes Abbas y Peres, en el Vaticano, para "invocar el don de la paz y escuchar la llamada a romper la espiral del odio y de la violencia".

"Alguno podría pensar que tal encuentro haya sido en vano. En cambio no: la oración nos ayuda a no dejarnos vencer por el mal, ni a resignarnos a que la violencia y el odio tomen la delantera en el diálogo y la reconciliación", señaló el Papa, quien exhortó "a las partes en conflicto y a todos los que tengan responsabilidades políticas a nivel local e internacional para que no ahorren esfuerzos para que cesen las hostilidades y conseguir la paz deseada por el bien de todos".

"Invito a todos vosotros a uniros a la oración, en silencio, recemos", y se hizo un minuto de silencio en la plaza, al término de la cual Francisco leyó la siguiente oración:

Ahora Señor, ayúdanos tú. Danos tú la paz. Enséñanos tú la Paz. Guíanos tú hacia la paz. Abre nuestros ojos y nuestros corazones, y danos el valor de decir: Nunca más la guerra. Con la guerra todo se destruye. Infunde en nosotros el valor de cumplir gestos concretos para construir la paz. Haznos disponibles para escuchar el grito de los ciudadanos que nos piden que transformemos nuestras armas en instrumentos de paz, nuestros miedos en confianza, y nuestras tensiones en perdón. Amén

Con anterioridad, Francisco reflexionó sobre la parábola del sembrador, en la que "el verdadero protagonista es la semilla, que produce más o menos fruto dependiendo en el terreno que cae". Bergoglio los recordó: el camino, donde se la comen los pájaros; las piedras, donde se seca enseguida; junto a las zarzas, consumidas por las espinas; o en terreno bueno.

"La semilla caída sobre el camino indica a cuantos escuchan el anuncio del reino de Dios pero que no lo acogen. Así llega el Maligno y se lo lleva. El Maligno, en efecto, no quiere que la semilla del Evangelio brote en el corazón de los hombres. La segunda comparación es la semilla que cae sobre piedras: las personas que escuchan y acogen el mensaje de Dios, pero superficialmente, porque no tienen raíces y son inconstantes. Y cuando llegan las tribulaciones estas personas se abaten enseguida. El tercer caso es el de la semilla caída entre las zarzas. Jesús se refiere a quienes escuchan la Palabra, pero a causa de las cosas mundanas permanece sofocada. Finalmente, la semilla caída en terreno fértil representa a cuantos acogen la palabra, la custodia y la comprenden. Es esa la que da fruto".

Una parábola que "hoy nos habla a cada uno de nosotros, como hablaba a los que escuchaban a Jesús hace dos mil años", indicó el Papa. "Nosotros somos el terreno donde el Señor arroja incansablemente la semilla de su palabra y de su amor. ¿Con qué disposición lo acogemos? ¿Cómo es nuestro corazón? ¿A qué terreno se asemeja? ¿A un camino, a una cantera de rocas, a una zarza...?".

"Depende de nosotros -concluyó el Papa- convertirnos en terreno bueno, sin espinas ni piedras, sino roturado y cultivado con cuidado, para que que pueda dar buenos frutos. Y nos hará bien no olvidarnos que también nosotros somos sembradores. Dios siembra semillas buenas, y también aquí podemos preguntarnos: ¿Qué semilla sale de nuestro corazón y de nuestra boca? Nuestras palabras pueden hacer mucho bien, pero también mucho mal, pueden curar y herir, pueden dar valor y deprimir".


Llamado del Santo Padre:

Dirijo a todos ustedes un firme llamado a continuar rezando con insistencia por la paz en Tierra Santa, a la luz de los trágicos eventos de los últimos días. Tengo vivo todavía en la memoria el recuerdo del encuentro del 8 de junio pasado con el Patriarca Bartolomé, el Presidente Peres y el Presidente Abbas, junto a los cuales hemos invocado el don de la paz y escuchado la llamada a romper la espiral del odio y de la violencia. Alguien podría pensar que tal encuentro ha tenido lugar en vano. En cambio no, porque la oración nos ayuda a no dejarnos vencer por el mal ni a resignarnos a que la violencia y el odio predominen sobre el diálogo y la reconciliación.
Exhorto a las partes interesadas y a todos los que tienen responsabilidad política a nivel local e internacional a no escatimar la oración y cualquier tipo de esfuerzo para hacer cesar toda hostilidad y conseguir la paz deseada para el bien de todos. E invito a todos a unirse en la oración. Ahora, Señor: ¡ayúdanos Tú! ¡Dónanos Tú la paz, enséñanos Tú la paz, guíanos Tú hacia la paz! Abre nuestros ojos y nuestros corazones y dónanos el coraje de decir: "¡nunca más la guerra!"; "¡con la guerra todo está destruido!". Infunde en nosotros el coraje de cumplir gestos concretos para construir la paz. Haznos disponibles para escuchar el grito de nuestros ciudadanos que nos piden que transformemos nuestras armas en instrumentos de paz, nuestros miedos en confianza y nuestras tensiones en perdón.(RELIGION DIGITAL)