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EUA: ámbitos católicos, los más seguros para los jóvenes según un estudio
04 - 07 - 2014 - CULTURA - Educación

La narrativa estadounidense de las luchas de la Iglesia Católica con el abuso sexual de jóvenes por parte de los sacerdotes se ha visto dominada por varias metáforas firmemente asentadas en el ambiente periodístico, tales como : "que esta era una crisis de pedofilia";  "que la Iglesia Católica fue y sigue siendo un ambiente exclusivamente peligroso para los jóvenes".Pero según un estudio independiente  llevado a cabo por la Universidad John Jay de Justicia Penal de Nueva York,   todas estas metáforas son falsas.No existe institución  que haya reaccionado con tanta seriedad y eficacia para bajar a "cero" el porcentual de estos crímenes.

El comportamiento abusivo es más probable de parte de los célibes,-afirman las nombradas metáforas- de tal forma que sería importante un cambio en la disciplina de la Iglesia sobre el celibato de los sacerdotes para proteger a los jóvenes; que los obispos de la Iglesia eran, como regla general, deliberadamente negligentes en manejar los reportes de los abusos; que la Iglesia en realidad no ha aprendido ninguna lección de las revelaciones que empezaron en la larga Cuaresma del año 2002.

Pero según un estudio independiente de $1.8 millones llevado a cabo por la Universidad John Jay de Justicia Penal de Nueva York, encargado por la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos y dado a conocer el 18 de mayo, todas estas metáforas son falsas.

Uno: La mayoría de los clérigos que cometió abusos no eran pedófilos, esto es, hombres con una atracción sexual crónica y fuerte a los pre-púberes.

La mayoría (51 por ciento) de quienes fueron víctimas de los abusos tenía de once a catorce años y el 27 por ciento de las víctimas tenía de quince a diecisiete; 16 porciento tenía de ocho a diez y el 6 porciento era menor de siete. Los hombres entre los once y los catorce representan más del 40 por ciento de todas las víctimas. La efebofilia (atracción sexual a adolescentes, a menudo niños) fue claramente un problema serio. Pero denominar a esto como “crisis de pedofilia” es ignorante, descuidado o malicioso.

Dos: La "crisis" del abuso sexual de los sacerdotes en los Estados Unidos se dio dentro de un tiempo específico.

La incidencia de los abusos alcanzó su punto máximo a finales de los años 60 y empezó a retroceder dramáticamente a mediados de los 80. En el año 2010, se reportaron siete casos creíbles de abusos en una Iglesia que cuenta con más de 65 millones de adherentes.

Tres: Los abusadores eran una muy pequeña minoría de sacerdotes católicos.

Se acusó a alrededor del 4 por ciento de los sacerdotes en ministerio activo en los Estados Unidos entre los años 1950 y 2002. No existe una pizca de evidencia que indique que los sacerdotes abusan de los jóvenes en porcentajes mayores que el resto de la gente de la sociedad. Por el contrario: La mayoría de abusos sucede dentro de las familias. El estudio John Jay concluye que, en 2001, mientras que cinco de cada 100,000 jóvenes podrían haber sufrido abusos por parte de un sacerdote, el porcentaje de abuso a lo largo de los Estados Unidos fue de 134 por cada 100,000 jóvenes. El abuso sexual de los jóvenes es un problema social horroroso y bastante difundido; de ninguna manera implica un problema, única o principalmente del ámbito católico o un problema específicamente de los sacerdotes.

Cuatro: La respuesta de los obispos a la creciente crisis de abusos entre finales de los años 60 e inicios de los 80s no fue singularmente cabeza hueca o insensible.

De hecho, según el estudio John Jay, los obispos estaban tan desorientados como el resto de la sociedad sobre la magnitud del problema de los abusos y, nuevamente como el resto de la sociedad, tendían a enfocarse en los perpetradores del abuso en vez de las víctimas. Esto, a su vez, condujo a una sobre dependencia en la psiquiatría y en la psicología al tratar a los perpetradores sacerdotales con la falsa confianza de que estos podían “curarse” y retomar el ministerio activo – un patrón que nuevamente reflejaba las tendencias difundidas en la sociedad. En muchos casos previos al año 1985, el principal pedido de las familias de las víctimas fue que el sacerdote-abusador reciba ayuda y consejo. Es verdad, los obispos debieron estar más alertas que el resto de una sociedad que se ha vuelto cada vez más vulgar frente al daño infringido a las víctimas de los abusos sexuales; pero como lo señala el informe de John Jay, “como el público en general, los líderes de la Iglesia no reconocieron el alcance o el daño del abuso.” Y esto, a su vez, fue “un factor que probablemente condujo a la perpetración continua de las ofensas”.

Cinco: Con respecto al día de hoy, el estudio John Jay afirma que la Iglesia Católica podría ser el ambiente más seguro para los jóvenes en la sociedad de los Estados Unidos.

Ciertamente es un ambiente más seguro que el de las escuelas públicas. Además, ninguna otra institución estadounidense ha llevado a cabo un auto-estudio tan exhaustivo como lo ha hecho la Iglesia, para poder erradicar el problema del abuso sexual de los jóvenes. Será interesante ver cuando las editoriales en el New York Times y the Boston Globe exijan estudios exhaustivos de los abusos sexuales a los jóvenes cometidos por los miembros de los sindicatos de los maestros, y políticas de tolerancia cero para los profesores/abusadores.

Entonces: Si las metáforas analíticas de los medios estándares sobre el abuso de los sacerdotes en la Iglesia Católica de los Estados Unidos han demostrado ser falsos por un sólido estudio empírico llevado a cabo por un instituto de investigación neutral, entonces, ¿qué fue lo que sucedió en realidad? ¿Por qué la incidencia de los abusos escaló de manera dramática desde finales de los años 60 a mediados de los 80? Los investigadores del informe John Jay proponen que el desmoronamiento de las buenas costumbres sexuales en medio de la turbulencia por la revolución sexual desempeñó un papel significativo. Como lo presenta el informe, "El aumento de los casos de abuso en los años 60 y 70 se vio influenciado por los factores sociales en la sociedad estadounidense en general. El aumento del comportamiento de los abusos es consistente con el aumento de otros tipos de comportamientos 'pervertidos', tales como el consumo de drogas y los crímenes, así como los cambios en el comportamiento social, tal como el aumento en el comportamiento sexual previo al matrimonio y el divorcio".

Claro está, éste no es el panorama completo. Una Iglesia que no se encontrara en una confusión doctrinal y moral desde finales de los 60 hasta la elección en 1978 de Juan Pablo II podría hacer estado mejor blindada contra los peores impactos del sexo libre para todos de mediados de los años 60. Una Iglesia que no hubiera interiorizado los patrones poco saludables del clericalismo podría haber administrado programas en los seminarios que habrían erradicado de inmediato a quienes no estuvieran aptos. Una Iglesia que le daba un gran valor al celo evangélico dentro de sus líderes habría producido obispos menos inclinados a seguir la guía de la cultura del ambiente en general que imaginaba que los abusadores sexuales se podían “corregir”. Todo ello se puede y se debe decir.

Pero si el Times, el Globe y otros que han estado mascando esta historia como si fuera un hueso viejo durante casi una década estuvieran genuinamente interesados en ayudar a prevenir el crimen y el horror de los abusos sexuales de los jóvenes, hubiesen echado una mirada buena, larga y dura al libertinaje sexual que ha sido la posición cultural por defecto en la izquierda estadounidense durante dos generaciones. Los “progresistas” católicos que continúan insistiendo que el colapso disciplinario y doctrinal de los años posteriores al Vaticano II no tuvieron nada que ver con la crisis de los abusos también podrían reconsiderar su comprensión de ese período. El caos eclesial de esa década y media ciertamente fue un factor en la crisis de los abusos, a pesar que tal colapso no es una explicación que satisfaga a todos respecto a la crisis y la forma en que se manejó.

El estudio John Jay es poco menos que iluminador en un punto, y éste es la relación de todo esto con la homosexualidad. El informe señala con franqueza que “la mayoría de las víctimas (81 por ciento) eran hombres, en contraste con la distribución por el género de las víctimas en los Estados Unidos [donde] los estudios de incidencia a nivel nacional han demostrado de manera consistente que, en general, es tres veces más probable que las niñas sufran abusos que los niños”. Pero luego el informe señala que “los datos clínicos no respaldan la hipótesis que los sacerdotes con una identidad homosexual o aquellos que tuvieron comportamientos sexuales con adultos el mismo sexo son significativamente más propensos a abusar de los niños que aquellos con una orientación o comportamiento heterosexual”.

La desconexión, para la mente laica, parece obvia: 81 por ciento de las víctimas de abusos sexuales por parte de los sacerdotes son hombres adolescentes, y ¿aún así esto no tiene nada que ver con la homosexualidad? Tal vez no tenga relación desde el punto de vista de un médico clínico (especialmente los médicos clínicos comprometidos ideológicamente con la noción que no hay nada necesariamente destructivo sobre los comportamientos con el mismo sexo). Pero con certeza el intento de algunos teólogos para justificar lo que es objetivamente un comportamiento inmoral tuvo algo que ver con el colapso que señala el informe desde finales de los años 60 hasta principios de los 80; se debe recordar que fue precisamente en este periodo que la Sociedad Teológica Católica de los Estados Unidos de América publicó un estudio, "Sexualidad Humana", que estaba en clara disonancia con las enseñanzas establecidas por la Iglesia acerca de la fornicación, auto-abuso y los actos homosexuales, e incluso encontró palabras amables sobre la zoofilia. ¿Y no se puede encontrar conexión alguna entre el pico de los casos de abusos entre mediados de los años 60 hasta principios de los 80, con el abuso de los hombres adolescentes, y el pico paralelo en la cultura homoerótica en los seminarios católicos en los Estados Unidos y las órdenes religiosas en ese mismo periodo? Dados los tabús prevalentes en el ámbito de las facultades de los Estados Unidos (incluyendo a las facultades católicas), podría ser que no se encontrará un vínculo estadísticamente demostrable, pero lleva al límite de la credulidad sugerir que no existía una conexión aquí, una que merezca una reflexión seria.

Es poco probable que la evidencia empírica cambie la atención de los medios prevalecientes o del estrado de los demandantes hacia la Iglesia Católica en este asunto del abuso sexual de los jóvenes. Sin embargo, sería algo bueno para toda la sociedad si los defensores de la revolución sexual tomaran con seriedad la cuestión de la relación entre su compromiso con el libertinaje como estilo de vida y esta plaga. Si el estudio John Jay sobre las "causas y contexto" de los problemas de abuso sexual de los sacerdotes en la Iglesia Católica da lugar a una reflexión pública más amplia sobre el hecho de que la revolución sexual no ha carecido –y no carece– de un costo; y que sus víctimas a menudo son los jóvenes vulnerables, entonces la Iglesia habrá brindado a toda la sociedad estadounidense un servicio de alarma al encargar este estudio que da una mirada a su propio corazón lleno de oscuridad.(George Weigel - CERC)