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El Papa en el Corpus: Jesús, defiéndenos de la tentación de la comida mundana, que nos hace esclavos
20 - 06 - 2014 - PAPADOS - Francisco

Se le ve en plena forma al Papa, celebrando la fiesta del Corpus en la esplanada de la Basílica de San Juan de Letrán. Y eso que, por prudencia y para conservar fuerzas de cara a su viaje del próximo sábado a Calabria, no asistió a la posterior procesión. Concentrado y en oración, Francisco inició la celebración de la Eucaristía."Nos damos cuenta que hay muchas ofertas de alimento que no vienen del Señor y que aparentemente satisfacen más", dijo en la homilía.

La primera lectura del Libro del Deuteronomio: "Recuerda el camino del desierto...Dios te aliemntó con el maná...No olvides que el Señor es tu Dios y te liberó de Egipto..."

La segunda lectura de San Pablo a los Corintios.

El Evangelio, cantado, de San Juan: "Yo soy el Pan vivo que descendió del cielo...El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que daré es mmi carne para la vida del mundo...Se no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre no tendríes vida en vosotros...Este es el pan que bajó del cielo...El que come este pan vivirá para siempre".

Algunas frases de la homilía del Papa

"El pueblo corre el riesgo de olvidar a Dios"

"La Escritura recuerda, hace memoria del camino hecho en el desierto"

"La invitación de retornar a lo esencial, a la dependencia de Dios"

"El hombre lleva en sí otra hambre...El hambre de vida, de amor y de eternidad"

"Jesús es la verdadera comida"

"El cuerpo de Cristo es el pan de los últimos tiempos"

"El amor de Dios es grande, gratuito y siempre a disposición de las personas hambrientas"

 

"Fe es dejarse alimentar por el Señor"

"Fe es construir la propia existencia sobre lo que no perece"

"Hay tantas ofertas de comida que no vienen del Señor..."

"Algunos se alimentan con el dinero; otros, con el éxito y la vanidad; otros con el poder y el orgullo"

"¿Y yo, en qué mesa quiero alimentarme? ¿O sueño comer comida gustosa, pero en la esclavitud?"

"¿Con qué memoria sació mi alma?"

"Recuperemos la memoria. Este es el objetivo. Y aprendamos a conocer el pan falso, que corrompe"

"La hostia es nuestro maná"

"Jesús, defiéndonos de la tentación de la comida mundana, que nos hace esclavos, la comida envenenada"

"Purifica nuestra memoria, para que sea memoria viva de tu prensencia, memoria que se hace memorial de tu gesto de amor redentor"

 


Texto completo de la homilía papal


«El Señor, tu Dios... te dio a comer el maná, ese alimento que ni tú ni tus padres conocían.» (Dt 8,2-3).

Estas palabras del Deuteronomio hicieron referencia a la historia de Israel, que Dios los hizo salir de Egipto, de la condición de esclavos, y por cuarenta años ha guiado en el desierto hacia la tierra prometida. Una vez establecido en la tierra, el pueblo elegido logra una cierta autonomía, un cierto bienestar, y corre el riesgo de olvidarse los tristes acontecimientos del pasado, superadas gracias a la intervención de Dios y a su infinita bondad. Las Escrituras exhortan a recordar, a hacer memoria de todo el camino hecho en el desierto, en el tiempo de la necesidad, de la angustia.

La invitación es aquella de retornar a lo esencial, a la experiencia de la total dependencia de Dios, cuando la sobrevivencia fue confiada a su mano, para que el hombre comprendiera que "no vive sólo de pan, sino... de todo lo que sale de la boca de Dios" (Dt 8, 3).

Además del hambre física, el hombre lleva en sí otra hambre, un hambre que no puede ser saciada con el alimento ordinario. Es el hambre de vida, hambre de amor, hambre de eternidad. Y el signo del maná -como toda la experiencia del éxodo- contenía en sí también esta dimensión: era figura de un alimento que satisface esta hambre profunda que hay en el hombre. Jesús nos dona este alimento, es más, es Él mismo el pan vivo que da la vida al mundo (Cfr. Jn 6, 51). Su Cuerpo es el verdadero alimento bajo la especie del pan; su Sangre es la verdadera bebida bajo la especie del vino. No es un simple alimento con el cual saciamos nuestros cuerpos, como el maná. El Cuerpo de Cristo es el Pan de los últimos tiempos, capaz de dar vida, y vida eterna, porque la sustancia de este pan es Amor.

En la Eucaristía se comunica el amor del Señor por nosotros: un amor así grande que nos nutre con Sí mismo; un amor gratuito, siempre a disposición de toda persona hambrienta y necesitada de regenerar sus propias fuerzas. Vivir la experiencia de la fe significa dejarse nutrir por el Señor y construir la propia existencia no sus bienes materiales, pero sobre la realidad que no perece: los dones de Dios, su Palabra y su Cuerpo.

Si nos miramos entorno, nos damos cuenta que hay tantos ofrecimientos de alimentos que no vienen del Señor y que aparentemente satisfacen más. Algunos se nutren con el dinero, otros con el éxito y la vanidad, otros con el poder y el orgullo. ¡Pero el alimento que nos nutre realmente y que sacia es solamente el que nos da el Señor! El alimento que nos ofrece el Señor es diferente de los otros, y quizás no parece así tan gustoso como ciertas comidas que nos ofrece el mundo. Y así, soñamos otras comidas, como los hebreos en el desierto, que añoraban la carne y las cebollas que comían en Egipto, pero olvidaban que aquellas comidas las comían en la mesa de la esclavitud. Ellos, en esos momentos de tentación, tenían memoria, pero una memoria enferma, una memoria selectiva, una memoria esclava, no libre.

Cada uno de nosotros, hoy puede preguntarse, ¿Y yo? ¿Dónde quiero comer? ¿En torno a qué mesa me quiero nutrir? ¿En la mesa del Señor? ¿O sueño con comer alimentos gustos, pero en la esclavitud? ¿Cuál es mi memoria? ¿Aquella del Señor que me salva?, ¿O aquella del ajo y de las cebollas de la esclavitud? ¿Con cuál memoria yo sacio mi alma?

El Padre nos dice: "Te he nutrido con maná que tú no conocías". Recuperemos la memoria. Ésta es la tarea: ¡Recuperemos la memoria!, y aprendamos a reconocer el pan falso que nos ilusiona y corrompe, porque es fruto del egoísmo, de la autosuficiencia y del pecado.
Dentro de poco, en la procesión, seguiremos a Jesús, realmente presente en la Eucaristía. La Hostia es nuestro maná, mediante el cual el Señor se nos dona a sí mismo. A Él nos dirigimos con fe: Jesús, defiéndenos de las tentaciones del alimento mundano que nos hace esclavos, purifica nuestra memoria, para que no quede prisionera en la selectividad egoísta y mundana, pero sea memoria viva de tu presencia por toda la historia de tu pueblo, memoria que se hace "memorial" de tu gesto de amor redentor. Amén(RELIGION DIGITAL)