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Corea, ¿el Papa Francisco “factor decisivo” en las elecciones administrativas?
04 - 06 - 2014 - CULTURA - Política

La visita del pontífice termina en la campaña electoral de las elecciones locales de hoy, 4 de junio, en las que se elegirá también al alcalde de Seúl. Los católicos coreanos están dividos entre partidarios y críticos con el gobierno

Era una ocasión demasiado tentadora para dejarla pasar: la inminente visita del Papa Francisco en Corea del Sur, prevista entre el 14 y el 18 de agosto, podría revelarse como un factor decisivo para orientar el voto de las elecciones administrativas que tienen lugar hoy, 4 de junio, en Corea para renovar los ayuntamientos de 17 ciudades metropolitanas, los gobernadores y los consejos provinciales. En las últimas semanas de campaña electoral, la presidenta coreana Park Geun-hye, del partido conservador Saenuri, se ha presentado como la responsable del viaje, asumiendo todos los méritos. Park ha tenido que hacer frente a un golpe tremento a nivel de imagen y de consenso: el naufragio del barco Sewol, ocurrido el 16 de abril, que causó más de 300 víctimas, entre muertos y desaparecidos, de las 476 personas que iban a bordo. Uno de los peores desastres en la historia del país. El caso ha provocado una fuerte polémica, sobre todo sobre la gestión de la ayuda. Tanto es así que hasta el primer ministro, Chung Hong-won, tuvo que dimitir junto al jefe de seguridad nacional mientras la presidenta Park pidió disculpas públicamente viendo como perdía apoyos hasta caer más de siete puntos respeto al 51,6% obtenido en las elecciones de 2012. En la búsqueda desesperada de una nueva herramienta electoral, el viaje del Papa Francisco aparece ahora como un fácil punto de apoyo para Park, que se encuentra en un momento difícil: la presidenta cuenta con el prestigio y el honor que obtendrá el país por el primer viaje del nuevo pontífice en Asia oriental, después de los de Juan Pablo II en 1984 y 1989.


Sobre el voto de hoy también la Iglesia católica coreana se encuentra dividida entre los partidarios del actual gobierno y quienes acusan a la presidenta Park de no preocuparse suficientemente de las clases desfavorecidas y de los más pobres. Las críticas al gobierno no han faltado: especialmente llamativo fue cuando en noviembre del pasado año, la Asociación de curas católicos por la justicia (Catholic Priests Association for Justice, CPAJ), un grupo de sacerdotes que trabajan activamente en el debate social y político, pidieron la dimisión de Park. Entonces, los curas del grupo fueron duramente contestados –también en una entrevista en el Osservatore Romano-- por parte del cardenal Andrew Yeom Soo-jung, arzobispo de Seúl, que recordó como la Iglesia no entra directamente en cuestiones políticas. La Iglesia, respondieron, no puede ignorar temas cruciales como el respeto de la dignidad y de los derechos humanos, la transparencia, la desigualdad social, la presencia de nichos de pobreza en la sociedad de una nación que se autoproclama con orgullo como uno de los “tigres asiáticos”, por el rápido desarrollo y el imparable crecimiento económico.


Después de un encendido debate pre-electoral, llevado a cabo también con tonos populistas, el partido Saenuri, que partía de un elevado índice de popularidad, obtiene una desventaja en muchas ciudades, también en Seúl, cuya próxima elección a la alcaldía es crucial. El Partido Democrático, en la oposición, está remontando, sobre todo entre los inecisos. Por este motivo, hace una semana se produjo un movimiento importante. La presidenta Park nombró nuevo jefe del gobierno a Ahn Dai-hee, un alto magistrado que, como fiscal, se ha ganado la confianza del público por sus investigaciones sobre diversos casos de corrupción que han golpeado a nombres importantes de la política.


El viaje del Papa Francisco, a pesar de ser en esencia puramente religioso, será un evento significativo desde el punto de vista social y tendrá un inevitable valor político, sobre todo para la relación con Corea del Norte. La visita pretende, sin lugar a dudas, favorecer la reconciliación entre los dos estados divididos por la llamada 'cortina de bambú' (y todavía técnicamente en guerra después del armisticio firmado en 1953), pero que continúan siendo a todos los efectos, partes de una única nación como demuestran las miles de familias divididas por la frontera.


Sobre el tema de las relaciones entre Corea del Norte y del Sur, marcadas desde hace meses por tensiones, resentimientos y amenazas, existen señales contradictorias. Por una parte podría tener un impacto negativo el reciente nombramiento de un 'halcón' como nuevo jefe de la Defensa de Seúl: el general Kim Kwan-jin es conocido por haber promovido en el pasado una política de “puño de hierro” hacia Corea del Norte, que ha agravado el aislamiento y la falta de comunicación. Una señal de tensión fue, sin embargo, la reciente visita del cardenal Yeom Soo-jung al parque industrial inter-coreano en la ciudad transfronteriza de Gaeseong, donde más de 44 mil norcoreanos trabajan en empresas de Corea del Sur. El arzobispo ha lanzado un mensaje allí de paz y fraternidad. Y, a pesar de las especulaciones de que una posible visita del Papa Francisco en territorios de Corea del Norte han sido desmentidas, la Iglesia del Sur ha aprovechado la ocasión para invitar una delegación de los católicos presentes en Corea del Norte –donde la libertad religiosa no existe-- a participar en la misa que el pontífice celebrará en Seúl el 18 de agosto, como fin de su viaje, rezando por la armonía y la reconciliación entre las dos Coreas. El encuentro con un grupo de católicos del Norte, si bien rigidamente controlados y seleccionados por el régimen, sería la digna coronación del viaje de Francisco.