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La decadencia de la religiĆ³n ha aumentado la magia negra y el satanismo
11 - 05 - 2014 - RELIGION - Satanismo

El abandono de la religión inevitablemente conduce a la gente a hacerse preguntas acerca de la existencia del mal y sus orígenes. Y el declive de las creencias religiosas en Occidente y el crecimiento del secularismo ha “abierto la ventana” a la magia negra, el satanismo y la creencia en lo oculto, han dicho los organizadores de una conferencia sobre el exorcismo.

En la sociedad actual está asumiendo una inesperada dimensión la adhesión a sectas satánicas, la participación en los ritos introducidos por éstas, la invocación de seres demoníacos, el culto personal y solitario del demonio, y la afirmación de ideas provenientes del ambiente satanista.
RECIENTE CONFERENCIA DE EXORCISTAS
Una reciente reunión de seis días en Roma tuvo como objetivo formar a unos 200 sacerdotes católicos de más de 30 países en la forma de echar fuera el mal de las personas que creen ser esclavizada por el diablo.
La conferencia, “Exorcismo y Oración de Liberación”, también ha atraído a psiquiatras, sociólogos, médicos y criminólogos en lo que la Iglesia llama un enfoque “multidisciplinario” para exorcismos.
Giuseppe Ferrari, del GRIS, un grupo de investigación católica que organizó la conferencia, dijo que había una necesidad cada vez mayor de sacerdotes entrenados para realizar exorcismos, debido al creciente número de laicos tentados a incursionar en la magia negra, el paganismo y el ocultismo.
“Vivimos en una sociedad desencantada, un mundo secularizado que pensó que estaba siendo emancipado, pero donde la religión está siendo expulsada, y la ventana está siendo abierta a la superstición y la irracionalidad”, dijo Ferrari.
Cerca de 250 sacerdotes fueron capacitados como exorcistas en Italia, pero se necesitaban muchos más, afirmaron los organizadores de la conferencia.
“Sólo en la diócesis de Roma, cerca de un tercio de las llamadas que se reciben son de solicitudes de servicios de un exorcista” dijo el P. Cesar Truqui, un sacerdote y exorcista de Suiza y miembro de los Legionarios de Cristo,.
En la imaginación popular, los exorcismos evocan imágenes de sacerdotes vestidos de negro que sostienen crucifijos de plata en alto al tratar de deshacer la posesión satánica de babeantes víctimas de ojos desorbitados.
La Iglesia trata de restar importancia a las asociaciones más espeluznantes, pero al mismo tiempo insiste en que el diablo existe y debe ser combatido sobre una base diaria.
“Explorar el tema de la posesión demoníaca no significa causar paranoia general, sino la creación de conciencia de la existencia del diablo y de la posibilidad de posesión”, dijo el P. Truqui a Radio Vaticano.
“Sucede raramente, pero se puede luchar contra la posesión con Dios, con la oración, con la devoción mariana”.
El Papa Francisco ha aludido con frecuencia al diablo en sus homilías y discursos. En una homilía de la semana pasada, dijo que el diablo estaba detrás de la persecución de los primeros mártires cristianos, que fueron asesinados por su fe. La “lucha entre Dios y el Diablo” fue constante y permanente, dijo.
EL AMBIENTE DEL SATANISMO
Lo más visible de esta descristianización y del crecimiento del satanismo es el ambiente previo que oficia de su puerta de entrada.
Algunos de los caminos por los cuales es más fácil entrar en contacto con un grupo satanista son: la frecuentación de ambientes esotéricos, mágicos y ocultistas hasta llegar a habituarse a las ideas y prácticas de los mismos, y al deseo de ir más allá para experimentar nuevas vías de conocimiento; la participación en reuniones espiritistas para la evocación de seres particulares, en las cuales no es difícil que se llegue a la invocación de espíritus demoníacos y donde se puede encontrar a quien participa también en ritos satánicos; el recurso a los magos para afrontar problemas de diverso género que, como muchas veces se prolongan en el tiempo, se trata de solucionar hasta con el recurso a la llamada magia negra, la cual casi inevitablemente introduce en el mundo de los ritos satánicos llevados a cabo por individuos o grupos más o menos organizados; la atracción idolátrica que se manifiesta con respecto a ciertos cantantes y grupos de música rock, a los cuales se permite -mediante el mensaje de sus canciones- blasfemar e invitar al suicidio, al homicidio, a la violencia, a la perversión sexual, al uso de droga, a la necrofilia y a la implicación en el satanismo.
Los motivos que llevan a la práctica de ritos satánicos son muy diversos y entre éstos podemos encontrar: la convicción de obtener ventajas materiales de diverso tipo, incluso con perjuicio para otras personas; la voluntad de “contestar” a la sociedad de modo excéntrico y transgresivo; una morbosa atracción hacia lo que es pavoroso y horrendo, tal vez dictada por el deseo inconsciente de exorcizar los propios miedos; la respuesta violenta a traumas, a veces sufridos en la infancia; la adquisición de poderes particulares que se cree que pueden obtenerse por medio de conocimientos ocultos y por la participación en determinados ritos; la satisfacción de desviaciones sexuales a través de experiencias inusuales, que tienen como base algo de oscuro y ritual.
Diversos problemas de la sociedad contemporánea contribuyen, ciertamente, a hacer que el terreno para la siembra satánica sea más fértil, y entre éstos encontramos: la soledad del individuo dentro de la masa impersonal y amorfa; el impacto con ambientes que denigran al cristianismo o que en su propia visión tratan de diluirlo; la disgregación de la familia a causa del debilitamiento o de la pérdida de la fe en Dios, único que puede darle amor, armonía y unidad.
ACTITUDES QUE AYUDAN AL DESARROLLO DEL SATANISMO
Hay actitudes que, por así decirlo, “hacen el juego” al satanismo, porque más o menos conscientemente dan impulso a la difusión del mismo en la sociedad actual.
La primera actitud es la de subestimar este fenómeno, considerándolo un hecho marginal, sin ninguna importancia o relevancia; una especie de juego de sociedad o de rol, cuya posible perversidad puede, de todos modos, ser socialmente tolerada.
Otra actitud, que podemos considerar como opuesta a la primera, es la sobrevaloración del fenómeno, que se considera excesivamente difundido, viendo en los grupos satánicos organizaciones que siempre y en todas partes se dedican a actividades criminales (aunque no se tengan fundados elementos para hablar de crímenes cometidos por tales grupos) capaces de incidir en la sociedad de modo fuertemente peligroso y desestabilizador, con las posibles consecuencias de crear reacciones de fobia satanista o de caza al satanista.
Una tercera actitud es la que se puede definir corno fobia antisatanista, derivada de la difusión -casi como posición tomada- de una crítica excesiva y sistemática, algunas veces también infundada, a las organizaciones que se oponen al satanismo; se las ve como instituciones particularmente influyentes y en condiciones de inducir a conductas socialmente dañinas, aunque -o cuando- las mismas se colocan correctamente desde el punto de vista científico, cultural o religioso frente a ese fenómeno.
LA ACTUACIÓN DEL MALIGNO
Entre las diversas preguntas que muchos se hacen en relación con el problema del satanismo, está la que tiene por objeto la posibilidad de ver en él una acción explícita del maligno, por ejemplo, mediante la posesión diabólica de quien participa en ritos satánicos.
Tal acción no consiste tanto en la manifestación de fenómenos preternaturales, cuanto en una exasperada aversión hacia Dios, Jesucristo, la Virgen María, la Iglesia y todas las cosas santas.
Los posibles casos de posesión diabólica que se pueden encontrar entre quienes participan deliberadamente en actividades satánicas, se pueden considerar casos de tipo -por así decir- activo y no pasivo, que derivan del hecho de que son las mismas personas las que voluntariamente se ofrecen al demonio.
De todos modos, el principal problema social, ético y cultural de la aceptación de las ideas y prácticas satanistas consiste en que con ello se llega a aprobar una completa inversión de los valores: lo que objetivamente es equivocado, malo y moralmente desordenado, se asume como modelo justo y liberador para proponerlo a los demás; además, la asunción, típica del ambiente satánico, del lema crowleyano: “Hacer lo que quieras será toda la ley”, lleva inevitablemente al hombre a considerar que en realidad la propia libertad no termina donde comienza la de los demás.
El satanismo muestra, sin duda, una fuerte carga emocional y de evasión hacia lo irracional, que en algunos aspectos es encubierta por una paradójica apariencia pseudo-racional que se busca como justificación. El mal profundo que proviene de todo esto asume aspectos y motivaciones personales y oscuras; se concreta en los pecados personales y tiene como común denominador de los diversos ritos, símbolos, prácticas y creencias, la negación de la recta razón y una herida profunda a la integridad de la persona humana, cosa que se manifiesta en las aberraciones sexuales, en la sed de poder, en la búsqueda desmedida de dinero o de éxito, en un narcisismo exasperado; todos esos elementos alejan del amor a Dios y al prójimo, y de la búsqueda del verdadero bien personal y común.
En este mundo, en donde se tiene la impresión de que el mal vence al bien, creo que es cada vez más urgente dirigir a todos la exhortación de Juan Pablo II y Francisco: “No tengan miedo”. Esta tranquilidad sólo puede surgir de la convicción de que la liberación del mal y la salvación pasan a través de la obra redentora de Jesucristo, único Salvador del hombre.(FOROSDELAVIRGEN)