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Messori y la primera entrevista de la historia a un Papa
09 - 05 - 2014 - PAPADOS - Juan Pablo II

Vittorio Messori cuenta su encuentro con el pontífice polaco, al que él entrevistó, y nos confía: "cuando fue elegido comprendí enseguida que el comunismo caería" Que dos Papas sean canonizados por dos de sus sucesores es indudablemente un hecho nuevo, que marca una época. Las implicaciones más importantes de lo que sucedió el 27 de abril son, sin embargo, muchas y tienen gran interés, sobre todo si se observan en el contexto actual de la secularización. 

Vittorio Messori ha sido el primer periodista de la historia en entrevistar a un Papa. El resultado de su encuentro con San Juan Pablo II fue el éxito de ventas Cruzando el umbral de la esperanza. El origen de este exitoso libro y algunas reflexiones sobre el recientemente canonizado pontífice polaco han sido compartidas por Messori en la entrevista que les propone ZENIT.

-En su reciente editorial en el Corriere della Sera, usted ha afirmado que nos encontramos frente a una paradoja: el contrapeso a un mundo cada vez más secularizado y a una Iglesia que pierde consensos, son unas figuras papales de un grandísimo nivel, empezando por los dos Papas que acaban de subir a los altares, en cuya canonización la participación popular ha sido inmensa. ¿Podemos decir entonces que el proceso de secularización no es tan irreversible?
-Como lectores obedientes del Evangelio lo primero que no tenemos que hacer es olvidarnos de la verdad. Por tanto, tenemos que estar atentos a no “entusiasmarnos” demasiado por las plazas repletas porque hay manifestaciones políticas o conciertos de rock que están igualmente llenos de gente; en el segundo caso, accesibles además previo pago de la entrada, mientras que las canonizaciones son gratis…

»Desde una perspectiva cristiana, la entidad de la multitud no es un indicador válido. Entre otras cosas, es obligatorio decir que buena parte de los presentes habían sido llevados con la organización de muchas diócesis polacas. También las diócesis lombardas, en especial la de Bérgamo, se habían movilizado para el Papa Juan XXIII. Además había numerosos neocatecumenales, focolares, CL, carismáticos…

»La paradoja es la indudable popularidad de los Papas y la continua disminución, podríamos incluso hablar de colapso, de todos los indicadores católicos, empezando por los católicos practicantes, las vocaciones y demás.

»Si hablamos de secularización, porque el péndulo de la historia se mueve de un punto al otro, probablemente estamos entrando en una fase de “desecularización”: el abandono de un cierto racionalismo de masa y el redescubrimiento de la dimensión espiritual, del misterio.

»El problema es que este fenómeno se mueve como una especie de “hágalo usted mismo”, una religión vista como una especie de “self-service”, que no responde a ningún magisterio, y mucho menos a un magisterio que implica un compromiso como el de la Iglesia Católica.

»En todo caso, es positivo que haya estas manifestaciones, teniendo presente que los Papas, en especial los de los últimos siete decenios, han sido Papas de una extraordinaria calidad humana, cultural y religiosa, también para un observador laico. Todo esto ha sucedido al mismo tiempo que la Iglesia perdía peso con el cierre de seminarios, escuelas y otras instituciones. Si a pesar de todo esto el fruto es bueno, al menos en el vértice, en la figuras del Obispo de Roma, quiere decir que el árbol también lo es. A pesar de todo…

-La contextual canonización de dos Papas, con la presencia del pontífice reinante y de uno emérito, es un hecho que marca una época. ¿Cómo lo valora usted?
-Desconfío mucho de expresiones como “hecho histórico” o “cambio de época”, de las que abusan los medios de comunicación social. Sin embargo, es cierto que lo que pasó el domingo 27 de abril ha sido un hecho inédito: dos Papas vivos (uno reinante y el otro emérito) que canonizan a dos compañeros y hermanos en la fe, no de una época remota, sino dos personas que ellos han conocido bien. El hecho de que esto sucedía por primera vez ha determinado el interés de los medios de comunicación social a nivel mundial.

-Hablando de Juan Pablo II: en el momento de su elección, en 1978, usted ya era una periodista y escritor afirmado. ¿Cómo acogió la novedad de un Papa polaco y qué escribió en mérito?
-Tuve la inmediata certeza, compartida por otros, de que la elección de un Papa polaco – del calibre además del cardenal Karol Wojtyla, que yo había conocido en Turín, cuando era redactor de La Stampa, con ocasión de la ostensión de la Síndone – podía suponer un golpe muy peligroso para los países del bloque soviético.

»Pensé además que podía tratarse de un cuño que podía hacer explotar ese sistema, algo que de hecho ocurrió. Lo preví no porque fuera un profeta: todos los observadores atentos sabían que, a pesar de las apariencias, el bloque comunista estaba atravesando una gravísima crisis y que un Papa procedente de ese mundo podía convertirse en el detonador que hiciera caer un sistema que ya se estaba disgregando.

 

Messori y Ratzinger, cuando preparaban
el libro-entrevista "Informe sobre la fe"

-¿Cómo nació la idea de un libro-entrevista a Juan Pablo II y cuál fue su experiencia humana con el pontífice en esa circunstancia?
-En realidad ya había escrito un libro-entrevista con el cardenal Joseph Ratzinger, Informe sobre la fe, que ocasionó adhesiones entusiastas y polémicas feroces en todo el mundo, pues fue traducido a una veintena de idiomas.

»El cardenal Ratzinger era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe desde hacía sólo tres años y se quedó contento de nuestro esfuerzo y de nuestro libro: habló de ello con Juan Pablo II y el Papa dijo algo así: “Visto que esto funciona a nivel pastoral, podríamos repetir la experiencia”.

»Pensó en una entrevista televisiva pero cuando me convocó en Castel Gandolfo para hablar de ello, le dije que no creía que debía aceptar porque yo era un periodista de papel impreso que no había trabajado nunca para la televisión. Discutimos de ello y decidió responder a preguntas escritas que yo le enviaría directamente a su fax personal.

»Así nació Cruzando el umbral de la esperanza, un libro que se publicó en 53 idiomas y que ha vendido más de 20 millones de copias. Hoy, hasta los pasantes entrevistan al Papa, pero entonces era la primera vez en absoluto en la historia, por lo que el eco fue planetario.

»Le planteé preguntas que no eran las habituales preguntas aburridas que ya entonces eran recurrentes: sacerdocio femenino, condición de los homosexuales, matrimonio de los divorciados, compromiso de la Iglesia en política, IOR. Elegí, sin dudarlo, atenerme a los “fundamentos”, a las bases mismas de la fe: Dios, Jesucristo, la Iglesia, la posibilidad de creer hoy. Lo que actualmente está en crisis de manera dramática es la propia fe; el resto sólo es la consecuencia, de la que hay que hablar después de haber aclarado si creemos o no en la verdad del Evangelio.

»Estando junto a Juan Pablo II se notaba un aura evidente de santidad, un carisma extraordinario que precisamente ahora, con la canonización, ha sido oficialmente reconocido por la Iglesia.

-Usted ha dedicado muchas páginas de sus escritos a María. Wojtyla, el Papa "mariano" por excelencia, ¿le ha inspirado en este sentido?
-Venero a María, soy muy devoto de la Virgen, pero en función de Cristo. Quien me interesa es Jesús. Pero más avanzaba en mis estudios sobre el cristianismo, y más me daba cuenta de la importancia de la Madre para entender al Hijo. Todo lo que la Iglesia dice o ha dicho sobre María concierne, en realidad, al Hijo. Todos los dogmas marianos son, si los miramos bien, dogmas cristológicos en el sentido de que son verdades que, a través de María, confirman la fe en Jesús.

»María, sin Jesús, es sólo una desconocida ama de casa hebrea. Con Jesús ella es incluso la Theotokos, la Madre de Dios. No es casualidad que en la simbología cristiana María es la luna: no brilla con luz propia, sino que es la luz refleja del Hijo. Este vínculo decisivo era muy claro en Wojtyla. En él me reconocía en el sentido que me confirmó que olvidarse de la Madre significa, al final, oscurecer al Hijo y tal vez olvidarse de Él, siempre y a pesar de todo, tal como demuestra la dramática secular experiencia del protestantismo.

-En los últimos años de su pontificado Juan Pablo II insistió de manera especial sobre el tema de Europa y sus raíces cristianas, un llamamiento que hasta ahora no ha sido escuchado. Sin embargo, también en las próximas elecciones europeas, son numerosos los candidatos que se profesan católicos o, por lo menos, cristianos. ¿Qué herencia y que enseñanza transmite el nuevo Santo a los políticos europeos?
-Siempre he dicho con ironía que negar las raíces cristianas de Europa no es una ofensa a la Iglesia, ni al cristianismo; es una ofensa a la historia y al sentido común. He sonreído siempre burlonamente frente a quien quiere negar este origen. Como ha repetido con energía también Benedicto XVI, para el Papa Wojtyla Europa es hija de un mensaje que llegó de Jerusalén, que en Atenas asumió y transfiguró la sabiduría filosófica de la época clásica y que en Roma encuadró su enseñanza con unas leyes claras y justas propias del genio latino. Así lo dice la historia, la verdadera, no la de los esquemas ideológicos. Y esto es lo que tanto Wojtyla como Ratzinger han repetido siempre. (RELIGION EN LIBERTAD)