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Detalles del camino a los altares de los dos Papas
27 - 04 - 2014 - VATICANO - Causa de los Santos

Juan y Juan Pablo, los dos santos que hoy han sido canonizados por Papa Francisco, están unidos porque inmediatamente después de sus muertes fueron muchos los que pidieron que fueran canonizados inmediatamente. Para Roncalli, además del difundido sentimiento popular, hubo una propuesta suscrita por más de trecientos obispos, que pedían a Pablo VI proceder con la canonización por aclamación al final del Concilio.

Papa Montini estaba convencido de la santidad de su predecesor. En una carta –reservada pero que forma parte de las actas del proceso– el entonces arzobispo de Milán, al día siguiente de la muerte de Papa Roncalli, escribió a la Sacra Congregación de los Ritos un mensaje dirigido «Al sucesor de Juan XXIII», pidiendo la beatificación del Papa de Bérgamo: «Pienso idealmente asociada a esta dulcísima súplica a toda la humanidad, creyente y no, fiel y disidente, que él reunió por primera vez en la historia, en unidad… Aquella humanidad, en otros siglos, lo habría canonizado con una sola voz». Su sucesor elegido por el Cónclave, pocos días después, habría sido él mismo. Pero prefirió no proceder en breve tiempo ni pensó que fuera oportuno aclamar «santo subito» al «Papa bueno». Abrió un proceso regular, juntando las causas de Roncalli y de Pío XII.


Es poco conocido el hecho de que con Juan Pablo II sucedió algo semejante en 2005. Muchos cardenales habían suscrito antes del Cónclave una petición para abrir el proceso canónico, e inmediatamente después de su elección, Benedicto XVI escuchó que monseñor Stanislaw Dziwisz, el ex-secretario de Wojtyla, le pedía que procediera directamente con la canonización, sin pasar por la beatificación. «Santo subito», justo como se leía en las pancartas que adornaban la Plaza San Pedro al final de los funerales de Juan Pablo II.


Papa Ratzinger estaba de acuerdo. Pero antes de decidirse, prefirió consultar a la Congregación para las Causas de los Santos. Los pareceres de los teólogos no fueron favorables: aunque el Papa puese crear a un santo sin seguir todas las normas canónicas, la larga duración y las complejidades del Pontificado wojtyliano indicaban que era mejor llevar a cabo un estudio profundo con calma. Así, Benedicto XVI dijo “no” al «santo subito», pero decidió derogar lo scinco años de la muerte antes de comenzar el proceso, qu eque fue extraordinariamente veloz.

En ambas situaciones, fueron analizados diferentes testimonios, incluso los de quienes tenían dudas sobre la oportunidad de llevar a demasiados Papas a los altares, a pesar de la difundida fama de santidad de la que ambos gozaban entre los fieles. Y se examinaron muchos episodios de sus vidas. En el caso de Roncalli, en el expediente acabaron incluso los rumores, como los que indicaban que pertenecía a la masonería. O los de la homosexualidad que contiene una carta que después se habría revelado falsa y calumniosa, pero fue atentamente estudiada mediante una rogatoria de 1981 en Periguéux, Francia.

En cambio, hay un volumen «sub secreto» en el expediente relacionado con Juan Pablo II, en el que, por ejemplo, hay una carta de junio de 2008, en la que el ex Secretario de Estado y hoy decano del colegio cardenalicio, Angelo Sodano, después de decirse seguro de que Wojtyla «ha vivido santamente», manifestaba sus dudas sobre «la oportunidad de dar precedencia a tal causa, rebasando las que ya están en curso» desde años y relacionadas con otros Pontífices. Hay una declaración de Lelio Scaletti, director general emérito del IOR, que el 3 de noviembre de 2008 aseguraba que «nunca me ha dirigido (el Papa, ndr.) la petición de pasar recursos económicos hacia entes o movimentos en Polonia», es decir a Solidarnosc. Y, para concluir, también hay una carta del entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Levada, en la que se lee que en los archivos no hay nada relacionado con «involucraciones personales» de Juan Pablo II en el procedimiento sobre la escandalosa historia del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel Degollado, abusador de seminaristas.


Se seguirá discutiendo por años, seguramente, sobre algunos aspectos de los dos Pontificados, incluso en vista de la apertura de los archivos. Pero, como el mismo Papa Wojtyla dijo en septiembre de 2000, al elevar a los altares a Pío IX, ««al beatificar a un hijo suyo, la Iglesia no celebra opciones históricas particulares realizadas por él; más bien, lo propone como modelo a la imitación y veneración por sus virtudes, para alabanza de la gracia divina que resplandece en ellas». Como diciendo: incluso un santo, cuya vida personal ha sido analizada y considerada digna de ser llevada a los altares, puede haber cometido errores.(Andrea Tornielli- VATICAN INSIDER)