CRISTO HOY
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¿Sientes que otro no te deja ser feliz?
20 - 04 - 2014 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Otros

Muchas veces nos sabemos amar bien. El otro día escuché una frase dolorosa que le decía una mujer a su marido: «Ya no necesito que me hagas feliz, lo que quiero es que me dejes serlo». Hay un momento en nuestra vida en el que pensamos que queremos ser felices. Luchamos por serlo, hacemos proyectos, armamos nuestra vida buscando el camino para alcanzar la felicidad. Buscamos que nos quieran y se cumplan nuestros deseos. Le exigimos a la vida lo que no nos puede dar.

Entonces, cuando no logramos ser felices, nos entristecemos. Luego, al amar a alguien, pensamos que esa persona tiene que hacernos felices. Creemos que es la única manera, porque solos no podemos. Le exigimos que lo haga, que nos haga felices. Pero más tarde, cuando tampoco lo consigue, cuando ese amor no logra querernos bien, cuando su amor no nos sacia y vivimos insatisfechos, nos sentimos tristes.

Entonces podemos llegar a pronunciar esa frase con la que comenzaba mi reflexión. Queremos que nos dejen en paz para poder ser felices. Porque a menudo amamos mal y no logramos hacer feliz a quien amamos. Pero querer que nos dejen ser felices, no es el camino.

Defraudados, decepcionados con la vida, buscamos que nos dejen en paz para ser felices, que no nos molesten. No es el verdadero amor. Un amor así pierde su fuego y se convierte en un amor egoísta, egocéntrico, que sólo piensa en lo que necesita, en lo que le falta.

El verdadero amor no nos deja en paz. Al contrario, carga con nuestra vida, nos sana y nos salva. Es el amor de Jesús. Ese amor sano, ese amor que libera y enaltece, es el amor que quiere hacernos felices. Somos felices no cuando nos dejan tranquilos, no cuando alguien se empeña en hacernos felices. Somos felices cuando buscamos hacer felices a los demás, darlo todo por ellos. Porque el amor que entregamos se desborda y nos colma de felicidad.

En el fondo del corazón deseamos un amor que cargue con nuestra vida, con nuestra cruz. Miramos el amor de Cristo. Un amor más fuerte que el nuestro que se tambalea tantas veces. Queremos recibir ese amor de Jesús que nos sostenga, que nos haga plenos.

Queremos amar a Jesús con las palabras de esta oración que recoge ese espíritu: «Quiero amarlo. Amarlo ante todo y en todo, esté como esté. Buscar siempre el modo de amar, siempre pequeña y necesitada, sabiendo que Él mira con misericordia y con un cariño inmenso cada movimiento, cada intento, cada búsqueda. Tengo que ser generosa en el amor, confiada. Dios se encarga de mi corazón. Yo lo aprieto tantas veces para no sentir tristeza, para no sentir vacío. Y puede que Dios sólo me pida confiar y amar. Confiar radicalmente y amar radicalmente. Heroicamente. Completamente».(Padre Carlos Padilla-ALETEIA)