CRISTO HOY
CRISTO HOY

   Sitios Recomendados
        El Vaticano
        Aica
        Rome Reports
        Noticias Vaticanas
  
Asumir un personaje del Evangelio puede convertirnos a Cristo
15 - 04 - 2014 - CULTURA - Grandes Personajes

El actor italiano Pedro Sarubbi había estado buscando saciar la ansiedad espiritual que marcó su vida. La expresión artística, la búsqueda espiritual en las filosofías orientales y el contacto con la naturaleza no lograron lo que vino a encontrar un desenlace mientras representaba a Barrabás, el criminal liberado por Pilatos en lugar de Jesús por voluntad del pueblo judío, en la película La Pasión de Cristo. Ofrecemos la Meditación "Esta noche seré Judas" bien a propósito para la visita a las 7 Iglesias el Jueves Santo.

"Fue una experiencia no sólo profesional, sino, sobre todo, humana. No me avergüenzo de decir que, durante el rodaje, me convertí", señaló el actor al informativo español Alfa y Omega. El actor recogió su experiencia de vida en un libro titulado "De Barrabás a Jesús. Convertido por una mirada", en la que narra todo su recorrido espiritual, en el que exploró numerosas alternativas que hoy en día atraen con fuerza a numerosas personas y que no le dieron respuesta.
La respuesta fue Jesucristo

Sarubbi huyó de casa siendo un adolescente y se ganó la vida en actos circenses. Dedicó su vida a recorrer el mundo, pensando que "en algún lugar podría llenar aquel vacío espiritual". En China, ingresó al Monasterio Shaolin de Henan, y se adiestró en artes marciales. En Tíbet, hizo un férreo sacrificio de seis meses de silencio, sin hallar la iluminación esperada. En India practicó la meditación y vivió un tiempo en la Amazonia brasileña. Alternaba su vida profesional con estas exploraciones espirituales y sería la actuación la que le brindaría una oportunidad de encuentro con Jesucristo.

"La meta final de esta búsqueda la he alcanzado con Jesús", sostuvo el actor, quien recordó su llegada al set de La Pasión de Cristo. "Yo quería hacer de san Pedro, pero Gibson había elegido a los actores basándose en su parecido con los personajes retratados en los cuadros de Caravaggio y otros pintores". Si bien su predilección tenía un carácter económico (San Pedro era un personaje con mayor relevancia), el proceso de elección le aportó un beneficio invaluable. "Ya como Barrabás, Gibson (el director) me dijo que evitara mirar a Jim Caviezel -que encarnaba a Jesucristo- hasta la misma escena en que debíamos aparecer juntos". Y así lo cumplió Sarubbi.

La razón de esta indicación era una mayor fidelidad con las circunstancias históricas y la expresión artística de la película. "Barrabás es como un perro feroz -me decía-, pero hay una ocasión en que se vuelve un cachorrillo: es al encontrarse con el Hijo de Dios cuando se salva. Quiero que tu mirada sea la de aquel que ve por primera vez a Jesús", relató el actor. "Hice como él me había dicho, y cuando nuestros ojos se cruzaron sentí una especie de corriente; era como si mirase de verdad a Jesús. Nunca me había pasado una cosa parecida en todos mis años de carrera".

En su libro, Sarubbi comentó el contenido espiritual de esa experiencia. "Veía al propio Jesús. Al mirarme, sus ojos no tenían odio ni resentimiento conmigo, solo misericordia y amor". Desde entonces, el actor se propuso dar un cambio a su vida. Su propósito ha sido de mantener la prioridad de su familia y de ayudar a otros, por ejemplo, actuando como payaso para niños huérfanos. Su personaje en el filme vino a representar un gran papel en su visión espiritual. Barrabás "es el hombre que Jesús salvó de ser crucificado. Es él quien representa a toda la humanidad". (GAUDIUM PRESS)

                                                                                      ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

"ESTA NOCHE SERÉ JUDAS"

 

Son diez personajes que tuvieron contacto con Jesús y fueron protagonistas también en su pasión y que en "la Visita a las Siete Iglesias" podemos"asumir" al personaje como propio.


El Sordomudo
Fue un hombre que vivía en el territorio llamado Decápolis. El Señor lo apartó de la gente, metió los dedos en los oídos, con su saliva le tocó la lengua y suspirando dijo:“Effetá” que quiere decir: “ábrete”. En seguida se le abrieron los oídos y se le soltó la lengua. Jesús le mandó que no lo dijera a nadie, pero, mientras más insistía más lo publicaba,(Mc.7,31-37)

    Señor Jesús, esta noche seré el “sordomudo”. Seguiré tus pasos agradecido porque me has abierto el oido a la fe y has soltado mi lengua para alabarte y agradecerte por tantos beneficios. Perdóname que ahora no grite tus maravillas como entonces y en cambio te siga en silencio y escondido entre tanta gente. Tu cruz me desconcierta; ¡no puedo comprender que tanto bien que hiciste en el mundo tenga esta paga!. Ahora me da miedo hablar y alabarte; me cuesta comprometerme y hacer el bien a otros; temo que me dejen solo y me condenen como a Vos. ¡Señor, ya que un día me has curado, me has hecho oir y hablar, haz que también pueda ver! Amén

 

El ciego
En un lugar llamado Betsaida, Jesús curó a un hombre ciego del cual no se consigna su nombre. Primero le mojó los ojos con Su saliva poniendo sus manos sobre él. Como veía borrosamente, Jesús nuevamente le puso sus manos en los ojos y entonces comenzó a ver claramente.(Mc.8,22-26).

        Señor Jesús, esta noche seré “el ciego de Betsaida”. Y seguiré tus pasos en esta noche en que fuiste juzgado tan injustamente.
Gracias, Señor, porque ahora puedo ver. Yo era también un ciego. Ahora te sigo, mezclado entre la gente y escucho muchas cosas que aún no comprendo: unos te alaban otros te maldicen, unos comentan las obras maravillosas que hiciste, otros, en cambio, dicen que ahora todo ha fracasado; he escuchado a algunos que están dispuestos a seguirte hasta morir contigo, otros dicen que si seguirte es terminar como Tú, mejor es no seguirte. Entre todas las voces las que más me duelen son las de aquellos que, como yo, han sido beneficiados por Ti y que sin embargo ahora se han plegado a las voces de condena. Pero yo confió en Tí; sé que como me has devuelto la vista de a poco, de a poco también me iras haciendo comprender más el misterio de tu Vida, Pasión y Muerte. La luz de la fe le ha devuelto la vista a mi alma para intuir, al menos, que todo comienza con la entrega voluntaria de la propia vida. Amén

 

Santiago
Fue uno de los 12 Apóstoles que un día junto con su hermano Juan- se acercaron a Jesús para pedirle estar en su Reino sentados a su derecha y a su izquierda. Jesús les dijo que primero era necesario compartir Su muerte. Y ellos dijeron estar dispuestos. De todos modos -les dijo- “esos puestos son para quienes están preparados por el Padre”. (Mc.10,35-40)

Señor Jesús, esta noche seré "Santiago"(o Juan -su hermano-). Esta noche sigo tus pasos de lejos. Me da miedo mostrarme públicamente y que me reconozcan. Esta misma noche, cuando se desató la tormenta de la persecución sobre Ti, comenzó a serme difícil "beber el cáliz". ¡Es tan fácil prometer cosas cuando está lejos la cruz!
¡Señor, dame tu Espíritu de fortaleza que me impulse a "pagar" gustoso el precio de mi salvación! Amén.

 

Judas
Judas Iscariote era uno de los Apóstoles del Señor. Sus propios planes sobre el Mesías lo perdieron. Una noche, cansado de la inferencia del Señor hacia sus proyectos, fue y lo vendó al Sumo Sacerdote por 30 monedas y con un beso -en el Huerto de los Olivos-, entregó al Maestro. (Mt.26,14ss)

Señor Jesús, esta noche seré "Judas". Me cuesta comprenderte. No sé cómo teniendo tanto poder, te entregas a tus enemigos mansamente, como un cordero. Te bastaría un pensamiento, un acto de tu voluntad, un gesto con tu mano para dispersarlos. Te he vis- to hacer milagros: curar a los paralíticos, devolver la vista a los ciegos, hacer oír a los sordos, dar de comer a la multitud con cinco panes y dos pescados... Todo cambiaría de golpe si sólo hicieras uso de tu poder; todos te seguirían sin dudar; se acabarían las injusticias; arrancarías de raíz a los que hacen el mal... Pero ahora todo esto es ilusorio: te has empeñado en tu camino y vas porque quieres de tribunal en tribunal, azotado y coronado de espinas escuchando las peores burlas y las más horribles blasfemias. No entiendo porque tiene que ser así, como decías, "morir para demostrar amor", "padecer para entrar en la Gloria", "hacer el bien a que te hace mal", "poner la otra mejilla", "perdonar para ser perdonados","humillarse para ser ensalzado" ...
Señor, yo conozco el fin de la historia de Judas y la tuya; sé quien ha triunfado. ¡No permitas que yo endurezca el corazón a tu Palabra empeñándome en hacerte a mi modo! ¡Dame la humildad de Pedro que se dejo bañar por tu mirada llena de comprensión y de perdón para que no me pierda irremediablemente! Amén

 

Pedro
Pedro fue el Apóstol que Cristo eligió para ser el Jefe del grupo de los Apóstoles. El fue quien proclamó que Jesús era el Mesias, el Hijo de Dios. Pedro amaba a Jesús. Un dia Ie juró que aunque todos lo abando- naran, él no lo haria. Jesús le respondió: "Te aseguro que hoy, antes que cante el gallo, me negarás tres veces". Y asi fue. (Mc.14,26-31)

Señor Jesús, esta noche "seré Pedro". Soy el que juró no abandonarte. Ahora estoy con miedo de decir que soy uno de tus amigos. Me he refugiado entre la gente donde paso desapercibido para seguir- te de cerca en esta noche de juicios injustos, de torturas atroces, de calumnias destructoras, de blasfemias diabólicas... Como antes, escucho muchas opiniones de Ti. A mi lado van personas que te siguen porque necesitan de Ti, porque los atrae tu bondad, porque nadie habló como Tú, por agradecimiento a tus ayudas... ¡muy pocos simplemente porque eres el Dios hecho hombre!...Ni yo que un día te proclamé Hijo de Dios, dispuesto a seguirte hasta morir contigo...(Aunque no fui yo sino la voz del Padre que habló en mi). Yo también un día te reclamé algo a cambio de haberlo dejado todo por tí ...yo también te seguí por interés. Esta noche, esta misma noche, -antes que cante el gallo-, quizás te vuelva a negar. Quizás mañana...tal vez pasado mañana...
Señor Jesús, ¡que no te vuelva a negar! ¡Ayuda a mi poca fe! ¡Déjame volver a encontrar tu mirada en esta noche para llorar nuevamente mi pecado y el de tantos discípulos tuyos que por miedo al qué dirán...por respeto humano...te seguimos negando! Así sea.

 

El Sordomudo
Fue un hombre que vivía en el territorio llamado Decápolis. El Señor lo apartó de la gente, metió los dedos en los oidos, con su saliva le tocó la lengua y suspirando dijo:“Effetá” que quiere decir: “ábrete”. En seguida se le abrieron los oídos y se le soltó la lengua. Jesús le mandó que no lo dijera a nadie, pero, mientras más insistía más lo publicaba,(Mc.7,31-37!

Señor Jesús, esta noche seré el “sordomudo”. Seguiré tus pasos agradecido porque me has abierto el oído a la fe y has soltado mi lengua para alabarte y agradecerte por tantos beneficios. Perdóname que ahora no grite tus maravillas como entonces y en cambio te siga en silencio y escondido entre tanta gente. Tu cruz me desconcierta; ¡no puedo comprender que tanto bien que hiciste en el mundo tenga esta paga!. Ahora me da miedo hablar y alabarte; me cuesta comprometerme y hacer el bien a otros; temo que me dejen solo y me condenen como a Vos.
¡Señor, ya que un día me has curado, me has hecho oír y hablar, haz que también pueda ver! Amén

 

La Magdalena
Posiblemente fue la misma mujer que un día fue llevada a la presencia de Jesús acusada de adulterio; o aquella otra que una noche entró donde Jesús estaba reunido con algunos notables del pueblo y, besando sus pies, los baño con sus lágrimas, los secó con sus cabellos y los ungió con perfumes. Judas, pensando que era un derroche, la criticó; pero Jesús le contestó que lo había hecho como preparación a su entierro (Mt.26,1-13). Después estuvo al pie de la cruz y, al amanecer del tercer día, la primera que viò a Cristo Resucitado. Fué la primera en anunciarlo a los Apóstoles.

«Señor Jesús, esta noche seré “Maria Magdalena”. Seguiré tus pasos agradecido porque me has perdonado mis muchos pecados.
Yo también fui adúltero: he volcado mi corazón a otros “dioses”, a otras personas, a cosas que han ocupado tu lugar. Yo establecí relaciones con personas y cosas de este mundo donde tú no podías ser parte pensando que me impedirías encontrar la felicidad, pero no fue asi. Me empeñé en seguir este camino mucho tiempo y me arrepiento porque todo pasó y no me dejó nada. Muchos me hablaban de Ti, pero no tenía fuerzas para acercarme. Hasta que alguien me trajo a tu presencia. Y todo cambió. Ahora comprendo que el único que de verdad ama, eres Tú; el único que da verdadera alegría, eres Tú; el único que no pasa, eres Tú. Tú me has perdonado mucho. Dame la gracia de amarte según la medida de tu amor.
Señor, la condena a muerte a que te sometieron, era mi condena, la cruz que llevas, es mi cruz, los golpes que esta noche recibes, son los que yo merezco. En reparación por mis pecados y en pago de tanto amor, yo te seguiré donde quieras que vayas ayudado por tu Gracia; estaré de pie junto a la cruz, con tu Madre. Y esperaré ansioso junto al sepulcro, tu resurrección gloriosa. Amén.

 

El joven Rico
Este joven se acercó un día a Jesús para preguntarle qué debía hacer para ir a la vida eterna. Era un hombre bueno que cumplía los mandamientos desde niño. Como tenía anhelo de más, Jesús le pidió que vendiese todo lo que poseía y lo diese a los pobres y después lo siguiese. El se entristeció porque poseía muchos bienes y dándose vueltas, se alejó.(Mt.19,16-26)

Señor Jesús, esta noche seré “el joven rico del evangelio”, aquel que un día se alejó de Tí porque no podía desapegarse de sus bienes. Ésta noche he vuelto para acompañarte.
Todavía no sé bien por qué. Tal vez sea porque mis bienes no me han dado la felicidad que buscaba. He tratado de acrecentarlos aún más; me he esforzado mucho, pero no he logrado gran cosa ni material ni espiritualmente. Es mas, cada día siento mas lejos esa Vida Eterna que tanto anhelaba. Aquellos mandamientos que antes cumplía y que ya no me eran suficiente para mis anhelos más profundos, hoy ni siquiera los cumplo.
Esta noche, al verte cargando la cruz, coronado de espinas, empapado en tu propia sangre, hay algo que no me permite darte la espalda como aquella vez. Tu serenidad y tu silencio; todo me habla de coherencia entre lo que me exigías y lo que haces. Tu puedes ir preso, cargando una cruz maltratado como un malhechor, pero vas sin que nadie te obligue, libremente, con la misma dignidad de siempre, como “El Señor”. Señor de la Vida. Sin que nadie te ate: Señor de los bienes.
Señor, aunque una vez dijiste: “el que pone la mano en el arado y mira para atrás no es digno de mi”, doblega mi corazón hasta que se convenza de la vanidad de las cosas de este mundo que pasa, para que nunca más ponga en ellas mi esperanza, sino que sepa usarlas tanto cuanto no me aparten de Ti. Así sea.

 

El Leproso
Recorriendo la Galilea, Jesús se encontró con un leproso que le suplicó: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”. Jesús extendiendo la mano lo toco y le dijo: “quiero, queda limpio”. Y al instante desapareció la lepra.

Señor Jesús, esta noche seré “el leproso”. Viéndote en esta noche tan maltratado, puedo ver las consecuencias del pecado que deformó la humanidad. Yo quiero agradecerte porque has tenido compasión de mi y de la humanidad viniendo a este valle del horror para limpiarme de la lepra del pecado y devolverme la salud. Cuando me curaste sólo bastó el imperio de tu voz. Ahora, en cambio, veo el alto precio que tenías que pagar. Gracias, Señor y por tu pasión y muerte, no permitas que vuelva a mancharme. Amén

 

Nicodemo
Cuenta la Sagrada Escritura de un hombre llamado Nicodemo -uno de los notables del pueblo- seducido por la Palabra de Cristo, solia ir a verlo de noche. Fué aquel a quien Cristo dijo que debía nacer de nuevo. En una ocasión, los fariseos habían decidido prender a Jesús pero Nicodemo les preguntó -como reclamándoles- si se podia juzgar a un hombre sin antes haberlo escuchado, lo que hizo suponer a los fariseos que también él “había caido en sus redes”.

Señor Jesús, esta noche seré “Nicodemo”.
Yo soy el que sólo te visita cuando nadie lo ve. He puesto en la vida muchos motivos para justificarme: que me gusta estar solo, que prefiero el silencio, que me molestan las críticas que en el templo se hacen a causa del modo de vestir, etc, etc... Pero son sólo pretextos para ocultar mi vergüenza de decir que soy uno de los tuyos. No sé porqué. Yo creo en Tí, espero y te amo. Pero hay una parte oculta de mi que me impide mostrar públicamente que te pertenezco. Señor, ilumina mi alma y que esta noche, al menos, no sienta vergüenza de seguirte, de mostrarme tu discipulo para ser el apóstol valiente que esperas de mí. Amén

 

El Paralítico
Mientras Jesus estaba en Cafarnaún, vinieron cuatro hombres trayendo un paralítico. Como habia tanta gente, ellos abrieron el techo y por ahi, bajaron al enfermo delante de Jesús. Jesús entonces lo perdonó sus pecados y, para demostrar su poder de perdonar, ordenó al paralítico levantarse. Éste se levantó y salió a la vista de todos. La gente entonces comentaba:“Nunca hemos visto nada parecido”.(Mc.2,1-12)

Señor Jesús, esta noche seré “el paralítico de Cafarnaún”.Yo -como él- también estuve sin poder caminar. Muchas cosas me lo impedían. No era algo físico. Pero no podía caminar con libertad, porque sentía que la vida carecía de sentido. Las cosas que emprendía -aunque no me faltan capacidades-,siempre terminaban mal. Lo peor de todo era esa parálisis del alma que me hacía perder el sentido de la vida, el valor del esfuerzo, de la familia, de los amigos... Muchos me hablaron de Ti, pero no tenía fuerzas para venir a tu presencia y sé que te encontré porque muchos me ayudaron. No sé sus nombres, pero esos si son verdaderos amigos porque rezaron por mi, se sacrificaron por mí, sufrieron por mí, en silencio y con paciencia supieren esperarme.
¡Gracias Señor por curarme, gracias por perdonar mis pecados, gracias por permitirme caminar esta noche siguiendo tus pasos hasta compartir tu muerte y alcanzar la resurrección!. Amén
.  (Padre Juan Rodolfo Apud-Colaboración)