Parece que van en serio. Tras la aprobación de la nueva Constitución de Hungría que, entre otras muchas cosas, reconoce que la vida «debe ser protegida desde el momento de la concepción», se están dando los pasos necesarios para cambiar la mentalidad y las leyes del país.
Tengo el defecto de seguir las noticias hasta el final, y la aprobación constitucional no era más que el principio. Tenemos los casos de «estados mexicanos» en los que no se ha ido más allá de una buena declaración de intenciones, y que incluso una reforma constitucional ha servido para colar de rondón cierta flexibilidad.
Pero el caso húngaro es más importante. Un estado miembro de la Unión Europea que comienza a revertir los procesos de la «cultura de la muerte». Siendo importante lo que allá se consiga, lo será más el efecto imitación, y la constatación de que se puede «dar marcha atrás», un efecto con el que los partidarios de la «cultura de la muerte» no contaban.

La constitución abre la puerta para que se inicien los trámites para derogar o limitar la ley vigente. Pero sin esperar a ello, el gobierno de Viktor Orban, ha lanzado una campaña institucional para reducir el número de abortos. En este caso «para reducir» significa mostrar el valor de la «vida del nasciturus», no las tonterías a las que nos tienen acostumbrados.
Contando con fondos de la UE —motivo de escándalo en Bruselas—, se hará una campaña institucional con anuncios que muestran un feto y las palabras
Entiendo que no estés preparado para tenerme, pero podrías darme en adopción, ¡DÉJAME VIVIR!
Como el gobierno no incluyó en su programa la derogación de la ley, y parece que tienen el defecto de ser fieles a su palabra, los lobbys feministas y abortistas —valga la redundancia— están que trinan. Le acusan de presentar el aborto como un asesinato, ¡qué ocurrencia!, ¿verdad?
Os tendré informados de los próximos pasos, los comienzos de esta Constitución son prometedores.(Juanjo Romero-Infocatólica)