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Premonición en 2005: "El primer Papa no europeo debería ser latinoamericano"
06 - 04 - 2014 - CULTURA - Encuestas

Diario El Observador (Uruguay). Entrevista realizada por Carolina Porley. Jueves 7 de abril de 2005. El entrevistado cree que la Iglesia de la región se ha "deslatinoamericanizado", a diferencia del movimiento de unidad de los años 60 y 70. Para él "un Papa brasileño o peruano no sería estrictamente latinoamericano".

En un reciente reportaje de La Nación, de Argentina, usted afirmó que aún no están dadas las condiciones para un Papa latinoamericano. En estos días, esa posibilidad se ha manejado mundialmente, ¿cuál es su reparo?

            Europa ha dejado de ser el centro de la Iglesia Católica hace medio siglo. Desde entonces el mundo tiene una tendencia a un policentrismo, aunque hay un centro máximo que es Estados Unidos pero que tiene un credo oriundo en la Reforma. En esa circunstancia parece ser que el núcleo más antiguo no europeo donde tiene arraigo la Iglesia es América Latina que comenzó a movilizarse hace menos de medio siglo como consecuencia del Concilio Vaticano II. Hubo una enorme revolución en la Iglesia latinoamericana entre la época de la Conferencia Episcopal de Medellín (1968) y de Puebla (1979).
            Es una época de gran efervescencia espiritual e intelectual en América Latina y de una intensa latinoamericanización de la Iglesia. Sin embargo desde que se terminó el mundo bipolar, hubo una nueva conferencia episcopal que no significó nada porque se hizo en el año 1992 cuando acababa de derrumbarse la Unión Soviética. En esa nueva situación iban a surgir nuevos tipos de problemas y desafíos para la Iglesia. Por ejemplo desapareció como eje el ateísmo mesiánico del marxismo.

            Recién ahora, para dentro de dos años va a haber una nueva conferencia episcopal latinoamericana para intentar responder a los nuevos desafíos que se reconfiguraron en los últimos 16 años. La Iglesia ha estado en un interregno en estos años en los que no se definieron los peligros de la Iglesia y su misión evangelizadora. En consecuencia, si uno no sabe cuáles son los adversarios no puede articular una misión.

            Pero eso se da a nivel mundial y no solo latinoamericano.

            Claro. Lo que yo encuentro como insuficiente es que América Latina en los últimos años se ha deslatinoamericanizado intensamente. El Celam (Consejo Episcopal Latinoamericano) hace 16 años que no tiene presencia importante y cada iglesia está en sí misma, la iglesia argentina en Argentina, la de Uruguay en Uruguay. Hubo un ciclo de 20 años donde se efectuó la más intensa latinoamericanización de las iglesias de la región. Pero luego hubo un proceso inverso. En consecuencia si eligen un Papa de la región, no es estrictamente latinoamericano porque esos ha desaparecido del horizonte eclesial continental. En el fondo es elegir a algún cardenal de los paisitos de América latina. La Iglesia no ha estado presente en los grandes movimientos de integración de los últimos años. Ni en el Pacto Andino ni en el Mercosur, lo que muestra la poca atención eclesial al asunto.
 

            Ese momento de latinoamericanización de las iglesias en la región en los años 60, coincide con el auge de la Teología de la Liberación. ¿Qué balance hace de ella y de la política de Juan Pablo II hacia ella?
 

            Pienso que en la medida que los teólogos de la liberación hicieron una opción preferencial por los pobres estaba bien. En la medida que hacíanuna opción por el análisis marxista estaba mal. El Papa los atacó no por la opción por los pobres sino por el subsuelo marxista con el que se movían.

            Hablaba de los peligros o desafíos de la Iglesia en los últimos 16 años, ¿cuáles identifica?

            Yo definiría al gran enemigo como el ateísmo libertino. Es un ateísmo cuya esencia es el placer del poder y el poder del placer. Es esencialmente hedonista e individualista. Este ateísmo está en las antípodas del ateísmo mesiánico que era revolucionario, que buscaba que el hombre por sí mismo generara una sociedad sin explotación del hombre por el hombre y por el bien y la justicia general. Aquí no es la justicia, o el intentar dar a cada uno lo suyo, sino que es el placer individual. Este ateísmo no forma una iglesia especial, no tiene el rótulo de un partido, como fue en otro tiempo el partido comunista. No es tan identificable. En el fondo es un cómplice de los poderes de la dominación. Esencialmente es que cada cual se provea su propia autosatisfacción. En consecuencia, es un ateísmo que no pone en cuestión ningún statu quo. De hecho está difundido sistemáticamente por los grandes medios de comunicación y controlado por los poderes concentrados en Estados Unidos.

            Resumiendo brevemente el legado o balance del papado de Juan Pablo II ¿qué destaca?

            Juan Pablo II es el primer Papa que establece un contacto directo con todos los pueblos del mundo. Hubo uno sólo al que no pudo visitar que fue China, pero no porque él no quisiera ir. Es el primer gran apóstol mundial religioso de los pueblos, como tales, no como individuos. Al haber sido un pastor itinerante incesante, es el primero en convertirse en el gran párroco del mundo, algo sumamente original. Además, ha hecho sentir su peso ético en temas clave como la guerra en Irak. Hasta último momento envió su delegado personal para evitar ese conflicto.  (El Observador)