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¿ En quien se inspira el Papa para denunciar “el ateísmo libertino” ?
06 - 04 - 2014 - CULTURA - Grandes Ideas

Su nombre es Alberto Methol Ferré. Es a él en quien se inspira Bergoglio al juzgar al mundo y al confrontar con la nueva cultura dominante: ‘el ateísmo libertino’”, afirmó el vaticanista Sandro Magister al explicar la fuente filosófica de la que se nutre el Papa Francisco para denunciar este nuevo “opio del pueblo”. También Massimo Borghesi escribió sobre "el filosofo del Papa" e incluso hay un libro de Alver Metalli.

En su última columna publicada en L’ espresso, Magister recordó el reciente encuentro entre el Santo Padre y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, donde el Papa Francisco “no ha callado sobre lo que divide a la administración estadounidense respecto a la Iglesia de ese país, sobre cuestiones candentes como ‘los derechos a la libertad religiosa, a la vida y a la objeción de conciencia’”.

El Papa “no ama la confrontación directa y pública con los poderosos del mundo. Deja actuar a los episcopados locales. Pero no le hace sombra al propio disenso y tiende a señalar su propio distanciamiento”, señaló Magister, al recordar que en las fotos oficiales Francisco “se pone en pose con el rostro rígido, a pesar de las exageradas sonrisas del socio de turno”.

“No podría obrar de otro modo, dado el juicio radicalmente crítico que el papa Francisco alimenta dentro de sí, respecto a los actuales poderes mundanos”, añadió.

Magister explicó que este juicio el Papa lo ha expresado cuando denuncia al diablo detrás de los poderes políticos y económicos, o cuando criticó el “pensamiento único” que quiere subyugar a toda la humanidad.

Uno de sus parámetros del Pontífice es la novela "El señor del mundo" de Robert Hugh Benson; pero en el origen del juicio de Francisco sobre el mundo de hoy está sobre todo el filósofo uruguayo Alberto Methol Ferré, amigo suyo que falleció en 2009 y con quien platicaba en Buenos Aires.

En la primera edición de un libro-entrevista de Methol Ferrer publicado en 2007, el entonces Arzobispo de Buenos Aires elogió el texto como “de honda metafísica”. Y en 2011, en el prefacio a un libro de Guzmán Carriquiry Lecour, Secretario de la Pontificia Comisión para América latina, el Cardenal Jorge Mario Bergoglio “tributó su reconocimiento al ‘genial pensador rioplatense’ por haber puesto al descubierto la nueva ideología dominante, luego de la caída de los ateísmos mesiánicos de inspiración marxista”.

Así, el “ateísmo libertino” denunciado por el filósofo era descrito por el Cardenal como "el ateísmo hedonista” que “junto a sus ‘complementos del alma' neognósticos, se ha transformado en vigencia cultural dominante, con proyección y difusión globales, convertido en atmósfera del tiempo que vivimos, en nuevo 'opio del pueblo'”.

“El 'pensamiento único', además de ser social y políticamente totalitario, tiene estructura gnóstica: no es humano; reedita las variadas formas de racionalismo absolutista con que culturalmente se expresa el hedonismo nihilista al que se refiere Methol Ferré. Campea el 'teísmo spray', un teísmo difuso, sin encarnación histórica; a lo más creador del ecumenismo masónico", señaló.

En el libro-entrevista Methol Ferré sostiene que el nuevo ateísmo “no es mesiánico sino libertino; no es revolucionario en sentido social sino cómplice del statu quo; no se interesa por la justicia sino por todo lo que permite cultivar un hedonismo radical. No es aristocrático, pero se transformó en un fenómeno de masas".

"La verdad del ateísmo libertino es la percepción de que la existencia tiene un íntimo destino de gozo, que la vida misma está hecha para una satisfacción. En otras palabras: el núcleo profundo del ateísmo libertino es una necesidad recóndita de belleza", escribió el filósofo.

Sin embargo, aclaró, este ateísmo "pervierte" la belleza, porque la "divorcia de la verdad y del bien, de la justicia". Pero, advirtió, “el ateísmo libertino no es una ideología; es una práctica. A una práctica es necesario oponer otra práctica; una práctica autoconsciente, se entiende, es decir, intelectualmente preparada”.

“Históricamente la Iglesia es el único sujeto presente en la escena del mundo contemporáneo que puede hacer frente al ateísmo libertino. Para mí, sólo la Iglesia es verdaderamente posmoderna”, afirma Methol Ferré.

Magister termina destacando la impresionante sintonía entre esta visión de Methol Ferré y el Pontificado de Francisco, con su rechazo “de la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que se imponen con insistencia” y con su insistencia en una Iglesia capaz de “hacer arder el corazón”, de curar todo tipo de enfermedad y de herida, de retribuir felicidad.(EWTN)

 

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UN REALISTA UTOPICO. La América Latina de Alberto Methol Ferré, el “Filosofo del Papa”(por Massimo Borghesi, filosofo)

 

Alberto Methol Ferré fue una persona y un pensador de notable relieve. Tuve la suerte de conocerlo en Lima, Perú, en 1992, durante el IV “Congreso Mundial de Filosofía Cristiana”. Lo recuerdo por su simpatía, su humanidad, su inteligencia vivaz y aguda: un verdadero intelectual latinoamericano, curioso de todo lo que provenía de Europa. En 2006 Alver Metalli, periodista y narrador de talento, había logrado, después de no pocos intentos, reunir en una larga entrevista (La América Latina del siglo XXI, Edhasa 2006) la reflexión de Methol Ferré sobre América Latina en el umbral de nuevo siglo. “357 horas de grabación, 820 páginas transcriptas, 126 encuentros, litros y litros de café negro servido directamente de la cafetera humeante”. Un año completo de trabajo en la casa uruguaya de Methol con vista al muelle de Montevideo, en una amplia habitación llena de libros. El resultado fue un cuadro rico y articulado, denso de conocimientos históricos del continente sudamericano, junto con una mirada atenta al presente y a los escenarios futuros. Esta espléndida entrevista aparece ahora, después de la muerte de Methol en 2009, en una nueva versión, El Papa y el filósofo, presentada por la Editorial Biblos en Argentina y en breve por la Editorial Cantagalli en Italia. Ha sido enriquecida con una introducción de Guzmán Carriquiry Lecour y una larga presentación de Alver Metalli que ilustra la amistad entre Methol y el cardenal de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, y el aprecio y la admiración que nutría Bergoglio por la figura y la reflexión intelectual de Methol Ferré.

Il filosofo Massimo BorghesiIl filosofo Massimo Borghesi
La imagen que resulta de esta larga entrevista a Methol es la de un “realista utópico”. Su sueño a partir de “Nexo”, la revista que fundó en 1955, es la unificación de América del Sur, la superación de las particularidades nacionales en una federación – que gira alrededor del binomio Argentina-Brasil- semejante a la norteamericana. Es el ideal de la generación de los Rodó, Vasconcelos, Ugarte, Fombona, Pereira y Calderón. “Para sobrevivir, América Latina debe hacer algo parecido a lo que hicieron los Estados Unidos de América, pero a partir de sí misma, de su propia originalidad de círculo cultural católico”. Hay que pasar de los “Estados desunidos del Sur” a los “Estados Unidos del Sur”, un proceso ineludible que se ve confirmado por el Mercosur, el Mercado común del sur, que Methol contrapone al Nafta, el Area de libre comercio entre México y U.S.A. De esa integración la Iglesia solo puede obtener ventajas: “potencia el poder, y por lo tanto potencia la misión de la Iglesia de influir sobre el poder del mundo. No me refiero al poder abstracto, sino a esa potestad que hace que los pueblos tengan horizontes vastos, que no sean meras provincias”. En el realismo de esta afirmación hay algo de “romántico”. Metalli recuerda que entre los autores de Methol se encuentra Friedrich Schlegel, a quien debe el encuentro con la gran tradición cristiana y sus palabras clave. En realidad Methol defiende la fe del pueblo sudamericano, y para ello reivindica también la parte más auténtica de la teología de la liberación. Tras la caída del ateísmo mesiánico, marxista, triunfa ahora –tal como lo vio Augusto Del Noce- el ateísmo libertino, enemigo de todo lo que es popular. El enemigo ha cambiado, ya no proviene del comunismo y ni siquera de las sectas. “Las sectas cumplen un rol de redención de los estratos más expuestos como víctimas de la sociedad de consumo. Son como una cura: se expanden allí donde el ateísmo libertino genera mayor devastación o, desde otro punto de vista, tiene más éxito”. Frente a todo esto, frente a un proceso de secularización que acosa y disuelve la fe popular, Methol, que colaboró largamente con el CELAM, traza con lucidez las etapas de la Iglesia latinoamericana, desde Puebla hasta Santo Domingo. Un cuadro que se mueve entre esperanzas –“los tiempos están maduros para una teología y una filosofía de la historia cristiana, globalizante”- y pesimismo. “Nos encontramos en un momento de cansancio, es innegable. La generación que hizo el Concilio, prácticamente se ha extinguido. De Lubac, von Balthasar, Congar, Chenu, Danièlou, Rahner… Fueron años de un esplendor intelectual entre los más elevados de la historia de la Iglesia. No veo movimientos intelectuales que se puedan comparar, ni siquiera como un eco”.

En América Latina la declinación de la teología de la liberación no fue reemplazada por nada sólido. “En cierto sentido la ‘evaporación’ de la teología de la liberación ha disminuido el empuje del conjunto de la Iglesia latinoamericana para asumir la condición de los pobres con coraje. Creo que la Iglesia está pagando el precio de haberse librado demasiado fácilmente de la teología de la liberación, que hubiera debido hacer su mayor aporte después de la caída del comunismo, no apagarse con el marxismo. Hoy es urgente suplir su ausencia”. Una ausencia que no se refiere solo al pensamiento teológico, sino que también concierne al laicado organizado: “a veces alguien sopla sobre las cenizas y las brasas vuelven a crepitar. Pero hoy es así, solo quedan cenizas”.

Se perfila entonces una tensión que no es fácil de resolver, entre el proyecto de unificación del continente “católico” y la realidad de una fe que asiste a la propagación del modelo hedonista de masas. Una tensión que hoy parece disolverse gracias al testimonio del primer papa latinoamericano, el amigo Bergoglio, que elegido como pontífice tomó el nombre de Francisco. Methol sabía que “la Iglesia es el único sujeto presente en el escenario del mundo contemporáneo que puede hacer frente al ateísmo libertino”. La noción de “experiencia”, como Luigi Giussani había captado con agudeza, es lo que falta en el pensamiento católico contemporáneo, porque el atractivo del cristianismo es más persuasivo que el mundano sólo si es “experiencia” de una positividad que mueve al afecto y a la gratitud. Eso lo sabía Methol.

Convertido en 1949 gracias a la lectura de Gilbert G. Chesterton, confesaba que “a través de él comprendí que la existencia es un don, como la salvación y la fe; que se es cristiano por gratitud”. Como nota Metalli, esto es “algo singular para una mente tan racionalizante”. Una mente que, en la densa entrevista, nos ofrece una visión de primer orden del panorama político, cultural y religioso de la América Latina de hoy.(Terre d'América)