Una de las excepciones al derecho a la vida de todo ser humano que consagran las legislaciones en muchos países del mundo, son los casos de diagnóstico de malformaciones fetales físicas o mentales, así como aquellas malformaciones y enfermedades incompatibles con la vida. Este último era el caso del hijo de Fabiola Reyes Tillerias, ama de casa chilena de 29 años, cuya placenta carecía de líquido amniótico, elemento fundamental para el desarrollo de los riñones y los pulmones de su hijo no nacido. Por tanto, el pronóstico médico era que moriría al poco de nacer.

 Este tipo de diagnósticos, en países que permiten el aborto, activan inmediatamente un protocolo para llevar a la madre rápidamente a someterse a un aborto. Una madre que obviamente se encuentra muy afectada emocionalmente al saber el triste destino de su hijo o hija.
La misma Fabiola contó a la prensa que a las 12 semanas de gestación, su médico particular le dio la terrible noticia y afirmó que «el diagnóstico me desarmó».
Contrariando al diagnóstico médico, Fabiola dio a luz el 9 de abril de 2002 en el Hospital Félix Bulnes de Santiago de Chile a Miguel Antonio Parraguez, quien nació con sus riñones y pulmones desarrollados.
Pasó 12 días en la incubadora en la Unidad de Cuidados de neonatología y fue dado de alta.
«Los doctores quedaron con la boca abierta. Me dijeron que éste es un caso único en Chile. Lo único que sé es que los milagros existen y por eso ahora tengo mucha fe"indicó la joven madre.
Estos casos de excepción para permitir el aborto son promovidas cada año por parlamentarios pro aborto como Guido Girardi, cuyo proyecto se encuentra en estos momentos en discusión en la comisión de salud del Senado chileno.