El problema de la primera generación de revolucionarios es que siempre son arrinconados por los que vienen detrás. Es lo que parece estar pasando con Walter Kasper, cardenal y teólogo, miembro del Grupo de San Galo y famoso por sus tesis sobre la necesidad de adaptar la Iglesia a las nuevas corrientes ideológicas predominantes en la sociedad secular. Inspirador de la exhortación postsinodal Amoris laetitia, hoy Kasper ve con preocupación la marcha de un proceso que, le guste o no, contribuyó a iniciar. Es el históricamente habitual “están yendo demasiado lejos”. “No da realmente una buena imagen al público” este camino sinodal, empieza señalando el teólogo. “Me preocupa mucho, pero soy cauto a la hora de hacer un juicio definitivo general. Hasta ahora escuchamos voces individuales, algunas estridentes, y grupos concretos muy ruidosos en público, pero aún falta un documento definitivo”. Kasper cree imposible -o muy improbable- que “propuestas como la abolición del celibato y la ordenación de mujeres puedan llegar a formar la mayoría de dos tercios de la conferencia episcopal o la aceptación de la Iglesia universal”.