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Osoro irrumpe en la campaña electoral de Madrid
22 - 04 - 2021 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Otros
Esta semana, la agenda mediática se ha visto completamente marcada por un cartel electoral de Vox -para las elecciones autonómicas de Madrid- que pretendía poner encima de la mesa la situación de los menores extranjeros no acompañados, conocidos por el acrónimo MENAS. (Fuente: Infovaticana)

La archidiócesis a redoblado la apuesta y, el arzobispo de la misma, el cardenal Carlos Osoro, ha dedicado su carta semanal a la inmigración. Evocando un encuentro que tuvo hace unas semanas con inmigrantes, el purpurado propone a los fieles que se hagan «las mismas preguntas que el Papa Francisco pronunció cuando se dirigía a toda Europa para hablar de los migrantes». «Nos interpelaba con estas palabras de la Sagrada Escritura: «“¿Dónde está tu hermano?”, la voz de su sangre grita hasta mí, dice Dios. Esta no es una pregunta dirigida a otros, es una pregunta dirigida a mí, a ti, a cada uno de nosotros. Esos hermanos y hermanas nuestras intentaban salir de situaciones difíciles para encontrar un poco de serenidad y de paz; buscaban un puesto mejor para ellos y para sus familias, pero han encontrado la muerte. […] En este mundo de la globalización hemos caído en la globalización de la indiferencia. ¡Nos hemos acostumbrado al sufrimiento del otro, no tiene que ver con nosotros, no nos importa, no nos concierne!»», recoge Osoro en su escrito. «Las migraciones se han convertido en el rostro humano de la globalización, ¿cómo ha de vivir la Iglesia católica esta realidad?», se pregunta el cardenal. Osoro cuenta como desde el comienzo de su pontificado, «con palabras y hechos persuasivos», el Papa Francisco «ha animado a la Iglesia a acompañar a todas las personas que se ven obligadas a huir de su hogar». El arzobispo de Madrid recuerda como el Papa estableció la Sección de Migrantes y Refugiados dentro del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral de la Santa Sede, como en España, la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y Movilidad Humana, «no cesa de sensibilizarnos» y como en Madrid el instauró la Mesa por la Hospitalidad, precisamente el organismo que quiso entrar en la campaña electoral de Madrid. El cardenal de Madrid recuerda, citando de nuevo al Papa Francisco, los cuatro verbos que el Santo Padre repite sobre esta cuestión: «acoger, proteger, promover e integrar» a los migrantes y refugiados. «La decisión de migrar debería ser voluntaria», la migración debería ser «segura, legal y ordenada», escribe Osoro, que asegura que los Estados «deberían prohibir cualquier forma de expulsión arbitraria y colectiva». «La Iglesia anima a los estados a adoptar una perspectiva de seguridad nacional que otorgue prioridad a la seguridad de las personas y a los derechos de todas las personas desplazadas que entran en su territorio, asegurándoles el acceso a los servicios básicos, facilitando procesos ágiles de identificación y de admisión a los solicitantes de asilo, y favoreciendo alternativas al internamiento de los extranjeros que intentan entrar en el territorio», señala el purpurado. Los migrantes, los solicitantes de asilo y los refugiados «deben ser acogidos como seres humanos, respetando plenamente su dignidad y sus derechos, independientemente de su condición migratoria». «Animamos a adoptar políticas y prácticas que garanticen la libertad religiosa, en términos de profesión y de práctica, a todos los migrantes y refugiados», escribe. «La presencia de migrantes y de refugiados es una oportunidad para ampliar el horizonte humano en clave de integración e interculturalidad. Esto se aplica tanto a quienes son aceptados, que tienen la responsabilidad de respetar los valores, las tradiciones y las leyes de la comunidad que los acoge, como a la población autóctona, que está llamada a reconocer la contribución positiva que cada migrante puede hacer a toda la comunidad», explica el arzobispo de Madrid. Suponemos que la semana que viene el purpurado dedicará su carta a otras cuestiones que afectan a los partidos que se presentan a las elecciones, como la ideología de género en las aulas o el aborto; por cierto, ambas cosas apoyadas por todos menos por Vox. O no, quien sabe. Les ofrecemos la carta del cardenal Osoro, publicada por la archidiócesis de Madrid: Hace unos domingos estuve celebrando la Eucaristía en una parroquia en un barrio con una gran presencia de migrantes, fundamentalmente de Iberoamérica y algunos de África. Prácticamente la totalidad del templo estaba lleno de cristianos de esos lugares. Al finalizar la Misa, me fijé en una cruz de madera sencilla y, en un acto intenso y repleto de emoción, recordé aquella famosa Cruz de Lampedusa, construida con los maderos de una patera naufragada en el mar Mediterráneo. Pensé que esas buenas personas llegaron buscando un futuro mejor para ellas y sus familias. Vi a padres, hijos y abuelos, con todos los riesgos que corrieron hasta llegar aquí y con tantas personas y recuerdos que dejaron en sus países de origen. Y me vino a la mente aquella imagen del Papa Francisco cuando bendijo la Cruz de Lampedusa y nos pidió que la hiciésemos circular por todo el mundo para recordar a los que han perdido la vida en la aventura migratoria y, sobre todo, como llamamiento urgente para evitar la repetición de estas tragedias inasumibles. Al salir saludé a una familia; estaban los padres y cuatro niños, y les dije: «Haced circular vuestra fe en este nuevo ambiente en el que vivís. Mostrad que estáis entre nosotros para buscar un futuro mejor para toda la familia, pero que lo hacéis integrándoos en la comunidad cristiana y que contáis con la vida que os ha regalado Jesucristo». Al hilo de este encuentro, quiero proponeros que nos hagamos las mismas preguntas que el Papa Francisco pronunció cuando se dirigía a toda Europa para hablar de los migrantes. Nos interpelaba con estas palabras de la Sagrada Escritura: «“¿Dónde está tu hermano?”, la voz de su sangre grita hasta mí, dice Dios. Esta no es una pregunta dirigida a otros, es una pregunta dirigida a mí, a ti, a cada uno de nosotros. Esos hermanos y hermanas nuestras intentaban salir de situaciones difíciles para encontrar un poco de serenidad y de paz; buscaban un puesto mejor para ellos y para sus familias, pero han encontrado la muerte. […] En este mundo de la globalización hemos caído en la globalización de la indiferencia. ¡Nos hemos acostumbrado al sufrimiento del otro, no tiene que ver con nosotros, no nos importa, no nos concierne!». De acuerdo con Naciones Unidas, en 2020 había 280,6 millones de migrantes internacionales. Estos flujos pueden ser una gran oportunidad y riqueza para nuestra sociedad, pero también plantean interrogantes en las relaciones internacionales, en la gestión de la diversidad dentro de nuestras sociedades y en la manera que tenemos de dar una respuesta clara a las situaciones dramáticas de muchas familias que llaman a nuestras puertas. Las migraciones se han convertido en el rostro humano de la globalización, ¿cómo ha de vivir la Iglesia católica esta realidad? En la Biblia hay experiencias migratorias, de exilio, de acogida y de hospitalidad. Los textos bíblicos nos presentan al Pueblo de Dios como un pueblo en continuo peregrinaje y a Abrahán, padre de grandes religiones, como un «arameo errante». Desde el comienzo de su pontificado, con palabras y hechos persuasivos, el Papa Francisco ha animado a la Iglesia a acompañar a todas las personas que se ven obligadas a huir de su hogar: estableció la Sección de Migrantes y Refugiados dentro del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, profundamente conmovido por el sufrimiento que la movilidad humana causa, y decidió guiar personalmente esta sección. En España, la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y Movilidad Humana no cesa de sensibilizarnos, y está la Red Migrantes con Derechos, una respuesta global y coordinada de Iglesia a la realidad de las migraciones y el refugio en nuestro país. En Madrid instauré la Mesa por la Hospitalidad como órgano de coordinación y de concienciación eclesial y social. En este sentido, es bueno recordar que el Papa Francisco nos pide a toda la Iglesia conjugar cuatro verbos, de los que en otras ocasiones os he hablado: acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y refugiados.