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Isabel la Católica: Juan Pablo II iba a beatificarla y Lustiger se opuso tenazmente
15 - 03 - 2014 - HISTORIA - Moderna

Ya está en la calle "Isabel íntima", el nuevo libro de José María Zavala, centrado esta vez en un personaje clave de la Historia universal, como es Isabel la Católica. Su popularidad reciente, a raíz del éxito de una serie de televisión, va pareja con la persistencia de la vieja leyenda negra contra ella. Se dijo que es la "mujer del milenio".

Cuenta para ello, como explica a ReL, con un documento de excepcional importancia que esperaba en los archivos vaticanos el examen de su mirada escrutadora: la Positio o documento de beatificación de la Reina Católica.

 

-¿Está usted preparado para la polémica?
-Si por polémica se entiende desmontar la falsa “leyenda negra” contra la mujer y reina más célebre de la Historia de España, ya lo creo que estoy preparado. Aunque en el fondo no debiera haberla para quien examine, sin prejuicios, el proceso de beatificación de Isabel la Católica. Puedo asegurar que el arsenal de documentos que respalda las principales decisiones de su reinado es abrumador.

-No sólo la defiende la "leyenda negra", usted es partidario de que la Iglesia reconozca sus virtudes...
-Ojalá que este libro se convierta en un eficaz instrumento para reabrir el proceso de beatificación de Isabel. Recordemos que el cardenal Rouco Varela impulsó ya dicho proceso en diciembre de 2002, durante una conferencia en la Embajada española ante la Santa Sede en la que calificó a la reina de “gran cristiana” y de precursora de la defensa de los derechos humanos.

-¿Ha habido posibilidades reales de esa beatificación?
-Juan Pablo II estuvo a punto de beatificar a Isabel. Creía en la vida de santidad de esta mujer y reina que vivió en grado heroico todas las virtudes, según se desprende de los más de 100.000 documentos examinados, de los que finalmente se escogieron 3.160 documentos repartidos en 27 tomos (el primero de ellos con dos volúmenes) que conforman la Positio a la que he tenido acceso.

-¿Por qué se le dio carpetazo entonces?
-Cuando la beatificación estaba a punto de salir adelante, el cardenal francés Jean Marie Lustiger, amigo del Papa Wojtyla y defensor del diálogo hebreo-católico como judío converso que era, se opuso de forma decisiva.

 

-¿Quién fue en realidad Isabel la Católica?
-Antes que nada, fue una mujer ejemplar como hija, esposa y madre. Una mujer y reina con un sentido trascendente de la vida. Católica no de boquilla, como tantos otros de hoy, sino convencida de que Dios ocupa siempre el primer lugar en la vida y de que todo lo demás debe subordinarse a la Suprema Voluntad.

-¿Incluso la expulsión de los judíos?
-Una reina católica como ella, en el siglo XV, creía a pies juntillas que la religión cristiana era una verdad absoluta que debía protegerse a toda costa. Incluso, en efecto, prescindiendo de los falsos judíos conversos que ejercían un pernicioso proselitismo para la fe cristiana. ¡Y ojo, porque la Iglesia pensaba como ella! Juzgar por eso la expulsión de los judíos con criterios actuales constituye un craso error.

-¿Qué quiere decir exactamente?
-Pues que en la expulsión, a diferencia de lo que sostienen algunos, no existió motivo alguno racista o antisemita; sencillamente, porque el racismo como tal no existía entonces sino que es un fenómeno actual. Tampoco hubo codicia alguna de riqueza, puesto que para la corona la medida supuso la pérdida de ingresos para sus arcas. Además, la situación legal de los judíos de Castilla era la de “extranjeros tolerados”, de modo que no fue propiamente una expulsión.

-Si no fue una expulsión, ¿qué fue entonces?
-Estrictamente, una suspensión del permiso de permanencia en España, a modo de pasaporte actual, sin que ello representase injuria alguna, tal y como sostiene el postulador de la causa de beatificación, Anastasio Gutiérrez. En el mismo decreto de los reyes se apelaba exclusivamente al “gran daño, detrimento y oprobio de nuestra santa fe católica”. Recordemos que a Isabel, en el momento de su proclamación, se le tomó juramento en presencia del nuncio apostólico para mantener a sus súbditos “como Dios mejor le diese a entender”. Poco después, ella consagró su reino a Dios en la iglesia de San Miguel de Segovia, de modo que con el decreto de expulsión no hizo sino obedecer un deber de Estado y cumplir un juramento. Podríamos estar hablando largo y tendido sobre este controvertido asunto, pero invito al lector a despejar sus incertidumbres en mi libro.

-¿Y qué les puede decir a quienes condenan la Inquisición por considerarla un instrumento represor y cruel para los no cristianos?
-Los historiadores han centrado su atención en los aspectos secundarios e intrascendentes, pasando por alto la verdadera razón que puso en marcha todo el aparato inquisitorial del reino de Castilla: el fenómeno religioso de los “conversos”. Me refiero a los judíos que abandonaban externamente su religión mosaica y recibían incluso el bautismo cristiano, pero seguían siendo en secreto tan judíos como antes, tratando incluso de arrastrar a los demás a sus ritos mosaicos. Por otra parte, el nacimiento del Santo Oficio en Castilla no fue un invento de los Reyes Católicos. El antecedente más importante se remonta a la delegación del Papa Nicolás V al rey Juan II de Castilla, en 1451. Remito al lector de nuevo a mi libro, porque es imposible ventilar este asunto con tanta premura.

-Ahora que algunos pretenden expropiar a la Iglesia nada menos que la catedral de Córdoba, ¿qué puede objetar sobre la tan vituperada reconquista del reino de Granada?
-La reconquista de Granada fue, antes que nada, la culminación de un largo proceso de recuperación del suelo patrio, basada en el ideal renacentista de la unidad nacional bajo un Estado de corte moderno. Con la recuperación de Granada, Isabel y Fernando no hicieron sino coronar una empresa comenzada en el año 718 en Covadonga y continuada durante casi ocho siglos. La Reconquista fue acordada por iniciativa de Isabel ya en las capitulaciones matrimoniales y decretada en las Cortes de Toledo de 1480.

-Y como colofón a la “leyenda negra” contra Isabel no podía faltar el Descubrimiento y evangelización de América. ¿Qué puede alegar ante quienes aseguran que el principal móvil de la expedición de Colón fue la consecución de riquezas para la corona?
-Del arsenal documental de la Positio emerge la principal razón del Descubrimiento: la expansión de la fe de Cristo. Nada, por tanto, de cálculos crematísticos futuros en esta empresa. Es más: la reina llegó a ofrecer sus propias joyas como garantía de un préstamo para financiar la expedición. Podemos afirmar así con el postulador de la causa de beatificación, que a Isabel se debe la incorporación de América a la civilización occidental y la impronta de la cristianización del Nuevo Mundo, sólo comparable a los otros dos hechos misioneros trascendentales: la evangelización de los pueblos del Mediterráneo y la de los pueblos bárbaros de Europa. Casi nada.  (Religión en LIbertad)

 

Isabel de Castilla la mujer del milenio

Años ha el programa de Gonzalo Altozano en Intereconomía TV, No es bueno que Dios esté solo, tuvo tres protagonistas: los dos entrevistados, la pintora y escritora Pilar de Arístegui y el entonces embajador Carlos Abella, e Isabel la Católica, de cuya causa son ambos devotos bajo perspectivas complementarias.

Y no estaba de más la reina de España en un programa sobre Dios: por su reconocida religiosidad, porque llevar la fe a las Indias fue su obsesión (y su logro), y porque su proceso de beatificación ha estado a punto de cerrarse en diversas ocasiones, sin que nunca se haya dado ese paso.


Carlos Abella. Abella, que fue ocho años embajador de España ante la Santa Sede (1996-2004), afirmó que sería para él "una gran ilusión" asistir a ese momento en Roma: "Y espero que aún me dé Dios vida para ello". El arzobispo de Valladolid, desde donde se lleva la causa, le hizo miembro de la Comisión Nacional para la Causa de Beatificación de Isabel la Católica, y también a su mujer. Ambos han escrito y hablado mucho sobre ella.

"Y cuando hay que decir algo, hay que decirlo", afirma el diplomático: "La Iglesia ha sido muy injusta hasta ahora al no beatificar a Isabel la Católica. Y tampoco el Estado ha sido suficientemente insistente. Ella es un ejemplo muy grande para el Gobierno, para las familias, para la fe y para la constitución de España como nación. En estos momentos en que tanto hablamos de disolución, más hay que pensar en su ejemplo".


Pilar de Arístegui. Por su parte, Arístegui, que ha escrito también sobre Isabel la Católica y su época, no dudó en calificarla como "la mujer del milenio": "Me admiran profundamente las normas que ella daba para [los indios, a] quienes denominaba sus súbditos. Encomendaba en todas sus cartas y en todas sus cédulas reales que tuvieran en cuenta que eran sus súbditos, y no siervos, y que amaba a sus súbditos de ultramar. Y con ese espíritu, la reina pidió que se les dieran no más de ocho horas de trabajo, que no trabajaran sábados ni domingos".

Y si no escribe una novela sobre Isabel la Católica ("la primera mujer moderna, que habla de los derechos humanos, de la libertad de la mujer, que hace colegios para mujeres"), aunque desearía hacerlo y se lo han pedido, es, confiesa porque ya lo han abordado grandes personalidades y le da "algo de apuro".

Isabel, continúa, "era absolutamente una mujer de Dios, religiosa, con una religión seria, profunda, y además una gran educadora. A sus hijas les enseñó todo lo que tenía que saber una mujer, y más allá. Todas las infantas hablaban tres idiomas, tenía una gran biblioteca, de 400 volúmenes, que entonces era muchísimo, y con gustos de gran versatilidad. Junto a la Apología de los Doce Apóstoles de Juan de Padilla tenía el Decamerón de Bocaccio y el Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita, además de todos los poemas de Juan del Encina".

Pilar de Arístegui no se pronuncia sobre si debe o no subir a los altares ("es una cuestión de la Iglesia"), pero "primero de todo habría que reconocerla como la gran mujer que fue: la mujer del milenio".(Publicado en R y L  el 23-12-12)