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Comienza el Año dedicado a Fray Mamerto Esquiú, próximo beato
12 - 01 - 2021 - GENERALES -
El 10 de enero la Diócesis de Catamarca (Argentina) dio inicio al Año de Fray Mamerto Esquiú, tiempo que destacará el pensamiento y legado del sacerdote franciscano próximo a ser beatificado. (Fuente: Aciprensa)

Con motivo del 138° aniversario del fallecimiento de Fray Mamerto Esquiú, el Obispo de Catamarca, Mons. Luis Urbanc, presidió una Misa desde la capilla de El Suncho, lugar donde el sacerdote franciscano partió a la Casa del Padre y que pertenece a la parroquia San Roque. Mons. Urbanc explicó que este tiempo de gracia que finalizará el 10 de enero de 2022 es para gozar “de los mismos beneficios que el Papa Francisco nos otorgara con ocasión del Año Universal de San José”, “sabedores del gran amor y devoción que Fray Mamerto Esquiú le tenía, pues era el patrono de su parroquia, en Piedra Blanca”. “Mamerto Esquiú es uno de aquellos que, escuchando la voz de Jesús, lo dejó todo para seguirlo, ya desde el comienzo de su vida, en el seno de su familia. Allí, entre sus seres queridos, aprendió a escuchar y a amar a Jesús, aprendiendo al calor del hogar que la humildad, la ternura, la dulzura en el trato mutuo, el amor a los propios y la entrega a Dios son el fundamento de una vida con sólidos fundamentos”, expresó el Obispo al leer la carta pastoral escrita para la ocasión. “Entre los suyos, creció y se fortaleció como persona humana y como hijo de Dios, mientras la gracia del Señor obraba secretamente en su corazón, al abrigo de San Francisco de Asís, cuyo amor habían cultivado en él sus piadosos padres Santiago y María”, agregó. El Obispo de Catamarca destacó la intensa vida espiritual de Fray Mamerto Esquiú y expresó que él "iluminó el orden temporal y promovió la vida cultural con la luz del Evangelio de Cristo, único Redentor del hombre, defendiendo y promoviendo la dignidad humana, la paz y la justicia, especialmente en nuestra patria, a la cual amaba entrañablemente, en la cual asumió deberes cívicos sin detrimento de su vida religiosa y de la cual llegó a decir: “¡República Argentina! ¡Noble patria! ¡Todos tus hijos te consagramos nuestros sudores, y nuestras manos no descansarán, hasta que te veamos en posesión de tus derechos, rebosando orden, vida y prosperidad! Regaremos, cultivaremos el árbol sagrado, hasta su entero desarrollo; y entonces, sentados a su sombra, comeremos sus frutos”, recordó uno de los sermones del Venerable.