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Familia católica gana "reality" con músicas polifónicas La familia Lefè
17 - 12 - 2020 - IGLESIA - Europa
Fue un movimiento como se dice actualmente, de base, el que consiguió que hoy los católicos puedan ir a misa, siempre respetando las normas de bioseguridad, y a contragusto del equívoco, marrullero y por veces robespierano gobierno Macron. (Fuente: Gaudiumpress)

Ahora, fue una familia católica, de seis hijos, versallesa, que ha ganado uno de los más importantes ‘realities’ del país, “La France a un incroyable talent”, o France’s Got Talent, en inglés. Un formato mundial – Una familia que es un encanto El formato, conocido en el mundo entero, permite que personas o grupos presenten a un jurado y al público algún talento que hayan cultivado. Los participantes van haciendo camino, hasta que, con la votación en directo de telespectadores, se escoge a un ganador. Comúnmente esos programas son seguidos por el conjunto de la opinión. En esta edición 2020, Francia escogió a una familia numerosa, y católica, que canta en polifónico. Algo ‘extraño’. Y odioso para no pocos. Como uno de los chicos dio positivo a coronavirus, en la final tuvieron que participar desde su casa, lo que hicieron con una selección propia de cantos de navidad. De pronto esto los ayudó a obtener el favor del público, pues la gente estaba tan interesada en su acto como en su vida, y ahí los pudieron conocer en su ambiente de hogar. Es cierto: La familia Lefèvre es un encanto… Anne y Gabriel deben rondar los 40 años, y de su unión sigue una sucesión en escalera de seis chicos, cuatro hombres y dos mujeres, cada uno con su peculiaridad, su voz, su personalidad, sus rasgos fisonómicos más de papá o de mamá o más propios. Encantaba especialmente el menor, un florón de alrededor de siete años. Lo cierto es que lo largo del concurso muchos franceses se fueron emocionando no solo con sus voces y perfectas interpretaciones – también los arreglos propios, se percibe que tienen vasta cultura musical, aunque son amateurs – sino que la armónica convivencia familiar que se desvelaba presentación tras presentación hizo que buena parte de Francia quisiese hacer parte de la vida interna de la familia Lefèvre. El rasgo que tal vez más encantó: la unión familiar proveniente de una admiración recíproca. Y en el fondo, el aroma católico, la piedad católica. Algo de profundo Francia, Francia, la laica Francia, amenazada hoy en su identidad, en la noción de la dignidad que tiene de sí; tal vez los bellos fantasmas de su pasado glorioso y pinacular hayan comenzado a recorrer los campos y muchos corazones, y la Francia profunda esté teniendo añoranzas de lo que un día fue, la Dulce y Bella, la Hija Primogénita de la Iglesia, la Francia de Notre-Dame y de Chambord, de los caballeros valientes y elegantes, la Francia de San Juan Eudes, de Santa Juana Francisca viuda de Chantal, de la Medalla Milagrosa y de Santa Catalina, de Lourdes y María Antonieta, la Francia del más fino brote de la civilización cristiana, la cumbre del refinamiento en la vida familiar y social.