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Mano a mano de Francisco y célebre periodista ateo
12 - 09 - 2013 - PAPADOS - Francisco

Menuda sorpresa se habrá llevado el  fundador del combativo diario italiano Republica que el Papa valiéndose del derecho a réplica o simplemente por cortesía respondiera magníficamente a sus planteos sobre la fe .

«Estimadísimo Doctor Scalfari...». Así empieza la inédita y excepcional carta que el Pontífice ha enviado al fundador del periódico italiano "Repubblica"

 

Este último en dos ocasiones se había dirigido directamente a Francisco para plantearle algunas preguntas sobre la fe, sobre Jesús, sobre el perdón de los pecados de los que no creen, sobre las diferencias entre el cristianismo y las demás religiones, a partir de la encíclica "Lumen Fidei". Bergoglio decidió responderle con una larga carta personal, hoy publicada por el periódico en primera plana.


El Papa recuerda que el diálogo «sincero y riguroso» con los que no creen es uno de los objetivos de la encíclica comenzada por Ratzinger y acabada por su sucesor. Un diálogo «necesario y precioso» que, explica el Papa, no es «un accesorio secundario de la existencia del creyente: es, en cambio, una expresión íntima e indispensable».
 

Justamente en la encíclica se lee que «la verdad de un amor no se impone con la violencia, no aplasta a la persona. Naciendo del amor puede llegar al corazón, al centro personal de cada hombre. Se ve claro así que la fe no es intransigente, sino que crece en la convivencia que respeta al otro. El creyente no es arrogante; al contrario, la verdad le hace humilde, sabiendo que, más que poseerla él, es ella la que le abraza y le posee. En lugar de hacernos intolerantes, la seguridad de la fe nos pone en camino y hace posible el testimonio y el diálogo con todos».

Francisco explicó a Scalfari que «sin la Iglesia, "créame", no habría podido encontrar a Jesús, aún con la consciencia de aquel inmenso don que "la fe ha custodiado en los frágiles vasos de arcilla de nuestra humanidad"». Y es justamente a partir de esta «personal experiencia de fe vivida en la Iglesia que me encuentro a gusto escuchando sus preguntas y tratando, junto a usted, las vías a lo largo de las que tal vez podamos comenzar a caminar juntos por un trecho».

El Papa insistió en la importancia de la historicidad de los Evangelios y de la divinidad de Jesús, que se manifiesta en el Calvario. Justamente sobre la Cruz, explica el Papa «¡Jesús se muestra, paradójicamente, como el Hijo de Dios! Hijo de un Dios que es amor y que quiere, con todo su ser, que el hombre, cada hombre, se descubra y viva también como su verdadero hijo. Esto, para la fe cristiana, certifica el hecho de que Jesús resucitó: no para traer el triunfo sobre quien le ha rechazado, sino para demostrar que el amor de Dios es más fuerte que la muerte, el perdón de Dios es más fuerte que cualquier pecado y que vale la pena dar la propia vida, hasta el fondo, para testimoniar este inmenso don».
 


 
«La fe cristiana cree esto: que Jesús es el Hijo de Dios que ha venido a dar su vida para abrir a todos», y la encarnación «es el eje de la salvación. Porque la encarnación, es decir el hecho de que el Hijo de Dios haya venido a nuestra carne y haya compartido alegrías y dolores, victorias y derrotas de nuestra existencia, hasta el grito en la cruz, viviendo cada cosa en el amor y en la fidelidad al "Abba", es el testimonio del increíble amor que Dios tiene por cada hombre, el valor inestimable que le reconoce. Cada uno de nosotros, por elllo, ha sido llamado a hacer suya la mirada y la elección de amor de Jesús, a entrar en su forma de ser, de pensar y de actuar». 



Un pasaje de la carta está dedicado a los judíos: «Lo que puedo decir, con el apóstol Pablo, es que nunca ha disminuido la fidelidad de Dios hacia la alianza estrechada con Israel y que, a través de las terribles pruebas de estos siglos, los judíos han conservado su fe en Dios. Y nunca estaremos suficientemente agracedidos para con ellos, como Iglesia, pero también como humanidad».



Con respecto a la pregunta de Scalfari sobre si el Dios de los cristianos perdona a los que no creen y a los que no buscan la fe, el Papa dice: «la cuestión para los que no creen en Dios radica en el obedecer la propia consciencia. El pecado, incluso para los que no tienen fe, existe cuando se va en contra de la consciencia. Escuchar y obedecerla significa, de hecho, decidir frente a lo que se percibe como bien o como mal. Y sobre esta decisión se juega la bondad o la maldad de nuestras acciones».