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En 1999 el mundo colapsó por culpa de los católicos y sus muchos hijos
02 - 03 - 2014 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Demografica

Encontramos en la hemeroteca de Forum Libertas este interesante artículo sobre la espectacular pifiada del malthusianismo y el antinatalismo en las catastróficas predicciones que hiciera allá por los años 60. ¿Cuál es la verdad demográfica?

En 2008 apareció un libro muy interesante que ya reseñamos en ForumLibertas: "Descenso literario a los infiernos demográficos", donde Andreu Domingo analizaba novelas y cuentos, básicamente de ciencia ficción, que preveían desastres demográficos. De los muchos títulos analizados merece una atención especial la novela Make Room! Make Room! (Hagan sitio, hagan sitio) escrita en 1966 por Harry Harrison.

Por un lado, fue terriblemente influyente en la mentalidad popular, consiguió que millones de personas temblaran ante el concepto "familia" y "fertilidad", y dio un toque de respetabilidad ecológica a la revolución sexual que se avecinaba, la del 68, la de "sexo sí, hijos no". Fue prologada por el muy neomalthusiano Paul Ehrlich y contó con una versión cinematográfica en 1973: Soylent Green (en español titulada Cuando el futuro nos alcance). Por otro lado, Harrison hacía campaña directamente contra el catolicismo: desde un principio quedaba claro que la moral católica era un enemigo a batir.

Antes que Ehrlich, el mismo Harrison escribió un prólogo militante,que muestra que con la novela no pretendía entretener con una historia de ciencia ficción fantasiosa, sino que quiere adoctrinar en sus temores. Así, el autor denuncia que en 1959 Eisenhower aseguró que su gobierno no tendría doctrinas de control de natalidad. "Eso no es asunto nuestro". "Y desde aquella época [es decir, hasta 1966] no ha sido asunto de ningún Gobierno norteamericano", comenta, escandalizado.

Y añade: "en 1950 EEUU, con el 9% de la población mundial, consumía el 50% de las materias primas. [...] A finales de siglo, este país necesitará más del 100% de los recursos del planeta, aparte de que en el año 2000 la Tierra estará poblada por 7.000 millones de personas, y quizá les gustará disfrutar de algunas materias primas. ¿Cómo será el mundo?"

En la novela de Harrison, el planeta con 7.000 millones de personas, es un infierno... El calor es insoportable, con los muertos hacen galletitas (este detalle se hizo famoso en la película), hay agua y electricidad en Nueva York solo a ratos, no hay combustible ni transportes, la comidad está racionada, la gente hace cola por un vaso de cerveza; las galletas de algas suben de precio cada día porque "cuantas más personas hay, más difícil resulta abastecerlas, cuanto más lejos hay que traer las algas, más caras". Y los mensajes los llevan mensajeros a pie, porque no queda gasolina y, claro, a Harrison en 1966 no se le ocurrió que en 1999 hubiera Internet.

El gobierno, heredero de políticas malvadas (es decir, cristianas y familiaristas) confisca a los protagonistas (una pareja no casada) su piso para dárselo a una egoísta familia cristiana que comete la irresponsabilidad de estar llena de niños.

Los católicos, culpables del crack ecológico

Un personaje sabio y bueno, la voz del novelista, dice: "por cada dos personas que mueren nacen tres. Padecemos una plaga de gente infestando el mundo. ¿Tendrá la gente uno, dos, tres hijos, un número que proporcione una vida llena de oportunidades a todos? ¿O tendrá cuatro, cinco o seis, engendrados con absoluta inconsciencia? ¡Ahora [con 7.000 millones de habitantes, en el 2000] el petróleo se ha agotado, el suelo se ha hecho improductivo, los árboles han sido talados, los animales se han extinguido y 7.000 millones de personas luchan por la migajas, procreando sin control [del Gobierno]."

Y luego, este personaje señala a los malos (recordemos, novela en 1966): "los católicos han impuesto sus creencias al resto de nosotros y ahora pagamos las consecuencias. El ritmo menstrual que permiten no es suficiente. Ni lo es la píldora, no para todo el mundo. ¿Cuando darán su aprobación al DIU? Los ríos, ¿quién los ha contaminado? El agua, ¿quién se la ha bebido?"

Y hay un párrafo que pretende ser filosófico pero para el lector informado de hoy resulta cómico: "nunca faltan personas sensatas que prevén el futuro, pero lo más probable es que sean tachadas de visionarias o alarmistas".

¿Acertó Harry Harrison en 1966? ¿Por culpa de los malvados católicos se prohibió la anticoncepción en el mundo, se llegó a 7.000 millones de personas en el 2000 y se acabó el mundo?

Lo que pasó en el mundo real

En 1968 llega la revolución sexual, la anticoncepción se extiende sobre todo el mundo rico y, desde los 80, en muchos países pobres. La Iglesia no cambia su doctrina. Pese al hijo único chino, una política agresivísima en la India y el crack demográfico ruso y el sida en África (cosas inconcebibles para Harrison) sí, en 1999 éramos 6.000 millones, y actualmente estamos entre los 6.800 y los 7.000 millones. Desde 1966 hemos multiplicado la capacidad de transmitir información de forma exponencial, y la de crear alimentos, energía, etc... de forma brutal. En el planeta cabemos 7.000, 9.000 y muchos más.

El hambre (al contrario de lo que preveía la propaganda socialista del Komsomoltskaya Pravda hace 50 años) sigue siendo un gran problema: hay 925 millones de desnutridos, pero según el FMI se incrementará un 4,2% la producción de alimentos en 2010. Dos de cada tres hambrientos se concentran en 7 países: India, China, Bangladesh, Congo, Etiopía, Indonesia y Pakistán.

Las españolas en las estadísticas dicen que les gustaría tener dos o tres hijos, pero tienen miedo y solo se atreven con uno o cero. El verdadero peligro es el envejecimiento poblacional y la quiebra de la pirámide de edades: pocos niños para mantener montones de ancianos. China es ya un ejemplo de manual de esta "peste blanca", como le han llamado algunos al envejecimiento demográfico.

Por otro lado, crece desde hace años la masa forestada en Europa, medio continente está despoblado, todavía no se ha empezado a explotar casi nada la acuicultura (ni hablar de algas) y aunque hay especies animales y vegetales en peligro, también es cierto que cada año se descubren numerosas especies nuevas.

El lema de que "hay que controlar a la población", que con tanto anticatolismo y fanatismo decían ya los defensores del controlismo poblacional en 1966 (y que se aplica con especial virulencia en China) ya no convence.

Por el contrario, hay un consenso claro en que lo que se necesita es más justicia social, más cultura del mérito y el esfuerzo para mejorar la eficiencia y productividad y una educación que potencie las capacidades de las personas y les ayude a dar fruto.

La verdad demográfica

Jesús J. Sánchez Barricarte, doctor en Demografía por la Universidad de Berkeley y docente en la Universidad Carlos III de Madrid (dos universidades de famoso pedigrí izquierdista) también es investigador en el Centro para el Estudio de la Población de la Universidad de Michigan y en el Instituto para la Investigación Demográfica de la Universidad de la Ciudad de Nueva York y acaba de publicar Socioeconomía de las migraciones en un mundo globalizado.

Entrevistado en septiembre de 2010 en La Razón, este demógrafo lo tiene claro: "hace 10.000 años habría sido imposible mantener los actuales 6.800 millones, pero ahora se podrían cubrir las necesidades de muchos más. El error es ignorar que el ser humano es capaz de crear recursos tecnológicos".

Sánchez Barricarte recuerda la crueldad del malthusianismo: "el mismo Thomas R. Malthus, a finales del XIX, se opuso a las leyes que obligaban a las parroquias a hacerse cargo de los necesitados", explica, y más aún "Eric R. Pianka, profesor de Zoología en la Universidad de Texas, propuso en una conferencia el rociado aéreo del planeta con el virus del Ébola para exterminar al 90% de la población. La Academia de Ciencias no le sancionó, sino que le nombró «científico distinguido». Por desgracia, esta postura no es una excepción".

Más ejemplos de neomalthusianos: Paul Watson, cofundador de Greenpeace; James E. Lovelock, autor de la «hipótesis de Gaia»; David Foreman, fundador del grupo ecologista Earth First; el príncipe Felipe, esposo de la reina Isabel II de Inglaterra y cofundador de WWF; el comandante Jacques Cousteau; Al Gore, ex vicepresidente de Estados Unidos o el médico español Santiago Grisolía, premio Príncipe de Asturias en 1990.

Más gente es mejor tecnología: los humanos, el mayor recurso

Su propuesta: "Hay que seguir desarrollando tecnología para reducir la contaminación, pero los datos indican que las cosas mejoran. Es un problema tecnológico y energético, no de escasez. Esa tecnología y esa energía barata que necesitamos sólo será posible obtenerlas si hay mucha gente pensando e investigando en ello. A largo plazo, más gente tiene un efecto neto positivo.

Para Colin Clark, es la única fuerza capaz de hacer que comunidades anquilosadas adopten métodos más productivos. Una fuente de mejora es la mente humana; parece sensato pensar que la cantidad de mejoras dependerá del número de personas capaces de usar su cabeza. La naturaleza no ofrece recursos como si fueran riqueza. Es la inteligencia la que les otorga el valor. El petróleo no tenía utilidad hasta que se supo cómo aprovecharlo. Necesitamos más gente y mejor preparada para ampliar nuestra tecnología y poder dominar un porcentaje mayor del planeta. No tengo duda de que lo seres humanos somos su recurso más importante". (Forum Libertas)