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Obispo argentino: Sólo el amor es superador y transformador
28 - 02 - 2014 - IGLESIA - América

El obispo de Catamarca, monseñor Luis Urbanc, lamentó que la ley del talión, “ojo por ojo y diente por diente” sigue siendo una norma aplicada en las relaciones interpersonales y también entre grupos humanos enfrentados por diferencias de todo tipo”.

El obispo de Catamarca, monseñor Luis Urbanc, lamentó que la ley del talión, “ojo por ojo y diente por diente” sigue siendo una norma aplicada en las relaciones interpersonales y también entre grupos humanos enfrentados por diferencias de todo tipo”.

Tras destacar que “la propuesta de Jesús de responder al mal con el bien, ha tenido muchos seguidores a lo largo de la historia”, citó el caso del pastor bautista, Martin Luther King, premio Nobel de la paz en 1964, y asesinado en abril de 1968.

El prelado citó algunas consideraciones de quien consideró “un profeta de la no violencia” y subrayó, sobre todo, su concepto de la “resistencia activa no violenta”, al recordar que éste decía que evita “no sólo la violencia física externa, sino también la violencia espiritual interna”.

“El resistente no violento no sólo rehúsa dispararle a su oponente, sino también a odiarlo. La base de la no violencia es el principio del amor. El resistente no violento argumentaría que en la lucha por la dignidad humana, los oprimidos del mundo no deben sucumbir a la tentación de amargarse o de participar en campañas de odio. Cualquier tipo de argumento a favor de la reacción violenta sólo intensificaría la existencia del odio en el universo”, aseveró citando a King.

El obispo catamarqueño estimó que “otro buen ejemplo de esta espiritualidad no violenta” que propone Jesús es una historia que trae Anthony de Mello en su libro “Un minuto para el absurdo”.

Por último, monseñor Urbanc insistió en que “Jesús fue el primero que tuvo el sentido común suficiente, para romper la cadena del odio que significa la ley del talión. Su palabra, que nos invita a orar por nuestros enemigos, se hizo vida cuando, desde la cruz, pidió perdón al Padre para los que lo estaban matando. Eso es llegar a la perfección a la que nos invita el evangelio. También a nosotros nos incumbe vivir inspirados en la ética del amor, para hacernos perfectos, como el Padre celestial es perfecto”.+

 

TEXTO COMPLETO DE LA REFLEXION

Sólo el amor es superador y transformador

 

 

Reflexión de monseñor Luis Urbanc, obispo de Catamarca (24 de febrero de 2014)


La ley del talión, ‘ojo por ojo y diente por diente’, era, y desgraciadamente sigue siendo, una norma aplicada en las relaciones interpersonales y también entre grupos humanos enfrentados por diferencias de todo tipo. Esta ley termina por destruir a las dos partes y no abre caminos de solución para ninguno de los conflictos que pretende resolver. La propuesta de Jesús de responder al mal con bien, ha tenido muchos seguidores a lo largo de la historia. Uno de los más destacados ha sido el pastor bautista, Martin Luther King, premio Nobel de la paz en 1964, y asesinado en abril de 1968.

A continuación, consideraciones de este profeta de la ‘no violencia’:

“La resistencia no violenta no es un método para cobardes. La no violencia implica resistencia. Si uno recurre a este método por miedo o simplemente porque carece de instrumentos para ejercer violencia, no es verdaderamente no violento. (…) El método es pasivo físicamente, pero muy activo espiritualmente. No se trata de una resistencia pasiva al mal, sino de una resistencia activa no violenta al mismo”.

“La no violencia no busca derrotar o humillar al oponente, sino granjearse su amistad y comprensión. El resistente no violento debe expresar con frecuencia su protesta mediante la no cooperación o el boicot, pero no los entiende como fines en sí mismo; son simplemente medios para generar un sentimiento de vergüenza moral en el oponente. El objetivo es la redención y la reconciliación. El resultado de la no violencia es la creación de la comunidad, mientras que el resultado de la violencia es el resentimiento trágico”.

“Este método está dirigido contra las fuerzas del mal y no contra personas que hacen el mal. El resistente no violento pretende derrotar el mal, no las personas victimizadas por él”.

“La resistencia no violenta es la disposición a aceptar el sufrimiento sin rodeos, a aceptar los golpes del oponente sin responder. Como decía Gandhi a sus compatriotas: ‘Quizás tengan que correr ríos de sangre antes de que obtengamos nuestra libertad, pero debe ser nuestra sangre’. El resistente no violento está dispuesto a aceptar la violencia si es necesario, pero nunca a utilizarla. (…) El sufrimiento inmerecido es redentor. El resistente no violento entiende que el sufrimiento tiene tremendas potencialidades educativas y transformadoras”.

“La resistencia activa no violenta evita no sólo la violencia física externa, sino también la violencia espiritual interna. El resistente no violento no sólo rehúsa dispararle a su oponente, sino también a odiarlo. La base de la no violencia es el principio del amor. El resistente no violento argumentaría que en la lucha por la dignidad humana, los oprimidos del mundo no deben sucumbir a la tentación de amargarse o de participar en campañas de odio. Cualquier tipo de argumento a favor de la reacción violenta sólo intensificaría la existencia del odio en el universo. A lo largo de la vida, alguien debe tener el suficiente sentido común y de moralidad para romper la cadena del odio. Esto sólo puede hacerse proyectando la ética del amor al centro de nuestras vidas”.

Otro buen ejemplo de esta espiritualidad no violenta que nos propone Jesús es una historia que trae Anthony de Mello en su libro “Un minuto para el absurdo”: “Dijo un día el maestro: «No estarán preparados para ‘combatir’ el mal, mientras no sean capaces de ver el bien que produce». Aquello supuso para los discípulos una enorme confusión que el Maestro no intentó siquiera disipar. Al día siguiente les enseñó una oración que había aparecido garabateada en un trozo de papel de estraza hallado en el campo de concentración de Ravensburg: «Acuérdate, Señor, no sólo de los hombres y mujeres de buena voluntad, sino también de los de mala voluntad. No recuerdes tan sólo todo el sufrimiento que nos han causado; recuerda también los frutos que hemos dado gracias a ese sufrimiento; la camaradería, la lealtad, la humildad, el valor, la generosidad, la grandeza de ánimo que todo ello ha conseguido inspirar. Y cuando los llames a ellos a juicio, haz que todos esos frutos que hemos dado sirvan para su recompensa y su perdón»” (De Mello, Un minuto para el absurdo).

Jesús fue el primero que tuvo el sentido común suficiente, para romper la cadena del odio que significa la ley del talión. Su palabra, que nos invita a orar por nuestros enemigos, se hizo vida cuando, desde la cruz, pidió perdón al Padre para los que lo estaban matando. Eso es llegar a la perfección a la que nos invita el evangelio. También a nosotros nos incumbe vivir inspirados en la ética del amor, para hacernos perfectos, como el Padre celestial es perfecto.(AICA)