El Vaticano ha explicado en un comunicado que el documento trata el tema de la pastoral de las comunidades parroquiales, de los diferentes ministerios clericales y laicos, con el signo de una mayor corresponsabilidad de todos los bautizados. El texto, dice el comunicado, recuerda fundamentalmente que “en la Iglesia hay lugar para todos y cada uno puede encontrar su lugar” en la única familia de Dios, respetando la vocación de cada uno.
El Dicasterio para el Clero, a petición de diversos obispos, ha sentido la necesidad de elaborar un instrumento canónico-pastoral relativo a los diversos proyectos de reforma de las comunidades parroquiales y de reestructuración diocesana, ya en curso o en fase de planificación, con el relativo tema de la unidad y de las zonas pastorales. El documento, pues, se propone ponerse al servicio de algunas opciones pastorales, ya iniciadas hace tiempo por los pastores y “experimentadas” por el pueblo de Dios, para contribuir a su evaluación y a la adecuación del derecho particular con el derecho universal, dice el escrito vaticano.
En esta perspectiva se destaca el papel del párroco como “pastor propio” de la comunidad, pero también se valoriza y resalta el servicio pastoral relacionado con la presencia en las comunidades de diáconos, consagrados y laicos, llamados a participar activamente, según su vocación y ministerio, en la única misión evangelizadora de la Iglesia.
En el documento, que está firmado por el prefecto de la Congregación, el cardenal Beniamino Stella, se aconseja la vida en común de los sacerdotes, aunque sin obligar a que así sea.
También aborda, al final, el asunto de los estipendios ofrecidos para la celebración de misas y sacramentos. “Se trata de una ofrenda que, por su naturaleza, debe ser un acto libre por parte del oferente, dejado a su conciencia y a su sentido de responsabilidad eclesial, no un “precio a pagar” o una “contribución a exigir”; como si se tratara de una suerte de “impuesto a los sacramentos””, se puede leer en el escrito.
Según la Instrucción resulta importante “sensibilizar a los fieles”, para que contribuyan “voluntariamente a las necesidades de la parroquia, que son “suyas propias” y de las cuales es bueno que aprendan espontáneamente a responsabilizarse, de modo especial en aquellos países donde el estipendio de la Santa Misa sigue siendo la única fuente de sustento para los sacerdotes y también de recursos para la evangelización”.
“Esta sensibilización podrá ser tanto más eficaz cuanto más los presbíteros, por su parte, den ejemplos “virtuosos” en el uso del dinero, tanto con un estilo de vida sobrio y sin excesos en el plano personal, como con una gestión de los bienes parroquiales transparente y acorde no con los “proyectos” del párroco o de un reducido grupo de personas, tal vez buenos, pero abstractos, sino con las necesidades reales de los fieles, sobre todo los más pobres y necesitados”, prosigue.
Y recordando los cánones explica que, “En todo caso, «en materia de estipendios, evítese hasta la más pequeña apariencia de negociación o comercio», teniendo en cuenta que «se recomienda encarecidamente a los sacerdotes que celebren la Misa por las intenciones de los fieles, sobre todo de los necesitados, aunque no reciban ningún estipendio»”.
“Entre los medios que pueden permitir alcanzar este objetivo, se puede pensar en la recepción de ofrendas de forma anónima, de modo que cada uno se sienta libre de donar lo que pueda, o lo que considera justo, sin sentirse obligado a corresponder a una expectativa o a un determinado precio”, concluye.