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El Kirchensteuer o la simonía de la Iglesia alemana
30 - 01 - 2020 - IGLESIA - Europa

En Alemania, la más rica de las iglesias nacionales católicas pese a la fuga masiva de fieles, solo hay un modo de evitar el impuesto religioso (entre el 8% y el 10%): apostatando. Para el profesor Roberto de Mattei, se trata de un claro caso de simonía y, por tanto, ilegítimo. (Fuente: Infovaticana)

El Kirchensteuer o impuesto religioso vigente en Alemania no es como nuestra X o el Ocho por Mil italiano, que el fiel elige libremente pagar o no en su declaración de la renta. Allí no hay que marcar nada en una casilla: simplemente, el Estado te pregunta cuál es tu religión, y si es la católica, tienes que pagar aproximadamente el 9% al episcopado alemán. El único modo de evitarlo es mediante la firma de un documento oficial, Kirchenaustritt, por el que el contribuyente declara no pertenecer (o dejar de pertenecer) a la Iglesia. Es decir, con una apostasía formal.

Esto es lo que hace que la Iglesia alemana, a pesar de perder fieles a miles cada año, sea una de las más ricas del mundo, y esto es lo que para el profesor De Mattei es un caso claro de simonía. La simonía es la comercialización de lo sagrado, poner un precio a los sacramentos y ritos a los que todo fiel tiene derecho por el mismo hecho de serlo.

Cita De Mattei a Santo Tomás a este respecto: “Recibir dinero por la gracia espiritual de los sacramentos es un pecado de simonía que no puede justificarse alegando costumbre alguna… Si, por tanto, se exigiese cosa alguna como pago de un bien espiritual, con con la intención de comprar o de vender, se cometería simonía; especialmente si se exigiese contra la voluntad del contribuyente”.

Porque la apostasía formal del Kirchenaustritt significa que al sujeto se le negarán los sacramentos e incluso ser enterrado en sagrado o enterrar a sus deudos dependientes. Y es claro que quien firma el Kirchenaustritt simplemente para no pagar un impuesto que se considera abusivo y sin intención real de abandonar la fe católica no actúa por propia voluntad, sino coaccionado.

En el caso alemán, la extorsión es espectacularmente grave, porque en realidad consiste en amenazar a los fieles con la expulsión de la Iglesia y la negativa a administrarle los sacramentos para obtener dinero. Es, por demás, curioso que una iglesia nacional que permite sin sanción actitudes y opiniones contrarias a la fe se muestre tan tozudamente rígida cuando se trata de cobrar unas cantidades que, dado el nivel de vida alemán, suponen una verdadera montaña de dinero. Como lo es que esta Iglesia tenga un peso desmesurado en cuanto a tendencias teológicas -fue la que financió y promovió el reciente Sínodo de la Amazonía- en una Iglesia Universal que Francisco quiere “pobre para los pobres”.

Pero la apostasía no es tan fácil. De Mattei defiende que quien firma el Kirchenaustritt no está realmente apostatando si no es esa su verdadera intención, sino solo dejar de pagar a un episcopado que ha iniciado una peligrosa deriva doctrinal cercana al cisma de hecho.