El día elegido era perfecto: San Andrés, ‘Protokletós’, el Primer Llamado, el Apóstol del que rastrean sus orígenes los patriarcas de Constantinopla, el santo por excelencia de la Iglesia Ortodoxa. “Es con gran alegría espiritual y en profunda comunión de fe y caridad que me uno a la oración de la Iglesia de Constantinopla en la celebración de su santo patrón, el Apóstol Andrés, el primer llamado y hermano del Apóstol Pedro”, dice Su Santidad en la carta dirigida al patriarca.
La ‘primera piedra’ la lanzó Bartolomé, y por sorpresa. Visitaba el pasado día 12 el patriarca la Abadía de Nuestra Señora de San Remigio, en Bélgica, para participar en el rezo de Vísperas, acompañado por el archimandrita Alexios y dos monjes del Monte Athos: el abad del Monasterio de Xenophontos, y el hieromonje Theophilos del Monasterio del Pantocrator. Después de la oración -y de prohibir a los periodistas que usaran sus grabadoras- habló con los monjes para advertirles que los católicos “son igual de cristianos que nosotros”, subrayando que la reciente entrega de reliquias de San Pedro por parte del Santo Padre eran prueba de la cercanía de los católicos con sus hermanos ortodoxos.
La sorpresa de los ortodoxos presentes -aunque ninguno de ellos osó objetar nada- llegó cuando el patriarca les advirtió que la reunión de ambas iglesias era “inevitable”.
Por su parte, en su carta del domingo al patriarca, Francisco comunica a Bartolomé “la seguridad de la firme intención de la Iglesia Católica, así como la mía propia, de continuar con nuestro compromiso de trabajar por el restablecimiento de la plena comunión entre los cristianos de Oriente y Occidente”.
A lo que añade: “La búsqueda del restablecimiento de la plena comunión entre católicos y ortodoxos no se limita ciertamente al diálogo teológico, sino que se realiza también a través de otros canales de la vida eclesial”.