"No se puede hacer una evaluación moral de la investigación biomédica únicamente a través de la lente de las intenciones o los objetivos", advirtió el equipo episcopal. "Todo tipo de experimentos y manipulaciones deben mantener la conformidad interna con la funcionalidad natural de los tejidos y órganos, así como con la orientación estructural fundamental de la naturaleza humana". El desarrollo de tejidos humanos en cuerpos animales o células animales transferidas al tejido humano representa graves riesgos y vulneraciones a la dignidad humana.
Además de los abusos y manipulaciones al cuerpo humano, dichas investigaciones también suponen un trato indigno de la creación. "La bioética católica también es de la opinión de que los animales no pueden usarse sin restricciones", señalaron los expertos. "Son confiados por Dios al hombre, pero al mismo tiempo el hombre es responsable ante el Creador por la forma en que los trata".

El equipo recordó las palabras de San Juan Pablo II en su mensaje a los participantes del XVIII Congreso de la Sociedad Mundial de Trasplantes del año 2000, en el cual el Pontífice insistió en la importancia del respeto al orden natural. "Es evidente que cualquier intervención médica sobre la persona humana está sometida a límites: no sólo a los límites de lo que es técnicamente posible, sino también a límites determinados por el respeto a la misma naturaleza humana, entendida en su significado integral", manifestó el Papa en su discurso.