Mutsaerts, que ya el año pasado renunció a participar en el Sínodo de la Juventud por no creer que fuera “el momento adecuado” debido al clamor de los escándalos de pederastia clerical, describe en su blog personal el documento de trabajo del sínodo como una promoción del “ecosocialismo, el cambio climático, el ecumenismo, los ‘viri probati’ y la ordenación de mujeres», sin mucha relación con el contenido de la fe. De hecho, Mutsaerts señala que en todo el texto hay “una sola mención de Jesús». Y ni siquiera “como Hijo de Dios y Salvador», sino como «Jesús el filósofo, revolucionario e hippie». No hay una palabra sobre la obra de la redención de Jesús o sobre el arrepentimiento.

Para el obispo, al ignorar la Revelación y reconocer la superstición pagana como fuente de revelación, el sínodo traiciona «la obra única de salvación de Cristo» al afirmar que hay «formas alternativas que conducen a la salvación». Esto hace que Jesús sea «uno de los muchos» y «quite a la Iglesia de su identidad como siempre se ha entendido», aclara el obispo.

«No hay una palabra sobre la obra de la Redención de Jesús o sobre el arrepentimiento», critica Mutsaerts, y la santidad se malinterpreta , de modo que «abrazar los árboles se considera [una] superior [forma de espiritualidad]”.

Mutsaerts ataca luego la contradicción que advierte en la actitud de Su Santidad, que por un lado asegura querer un “diálogo con todos” y luego se muestra extraordinariamente selectivo para decidir quién asistirá al sínodo, recordando que “Burke y Brandmüller [cardenales firmantes de los Dubia] todavía están esperando respuestas a algunas preguntas sencillas».

También le parece ‘curiosa’ la actitud de los medios con respecto a este papado, al que favorecen de un modo especial los mismos que fueron inmisericordes con Juan Pablo II y Benedicto XVI, llegando a presentar a los críticos de Francisco como conspiradores que quieren acabar con él.