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Propuesta de pacificacion del Patriarca libanes
06 - 02 - 2014 - IGLESIA - Asia

Si el Líbano quiere permanecer con vida, se necesita urgentemente un nuevo «pacto de honor» entre las comunidades cristianas y musulmanas que desactive el conjunto de todas las amenazas que ponen en riesgo la existencia misma del país de los Cedros. La afirmacion es del Patriarca maronita Béchara Boutros al-Rahi.

 Es un llamado fuerte el que lanzaron ayer desde la Iglesia maronita con un documento de tonos casi desesperados, una “Carta nacional” para frenar, antes de que sea demasiado tarde, la situación paralizante de la disolución que está destruyendo al país. El texto (de 12 páginas divididas en 4 capítulos) fue presentada a la prensa por el Patriarca Béchara Boutros al-Rahi en la sede patriarcal de Bkerké. Es el fruto del trabajo que comenzó en agosto del año pasado y se trata de una radiografía de los males que afligen al país. Impulsado por el mismo Patriarca al-Rahi, involucró a diferentes obispos, políticos e intelectuales maronitas. «La situación actual es muy grave», explicó el Patriarca durante la conferencia de presentación, «y amenaza a la esencia misma del Líbano. La Iglesia no puede permanecer con los brazos cruzados frente a esta crisis».

El nuevo documento se sigue la huella que dejaron otros llamados públicos de la Iglesia maronita en relación con aspectos graves de la historia libanesa, como el que fue expresado en 2005 para pedir la salida de las tropas sirias de su territorio. También en esta ocasión, en la primera sección del documento la Iglesia maronita reivindica su papel de custodio de la identidad libanesa, garante de una nación que en el Medio Oriente afectado por los sectarismos puede sobrevivir solamente si rigen en ella la convivencia entre los cristianos y los musulmanes y el diálogo entre las diferentes comunidades confesionales. Es por ello que el alma de este nuevo pronunciamiento es el llamado a un «nuevo pacto de honor» dirigido a todos los líderes cristianos y musulmanes (chiítas y sunitas) para seguir «creyendo» en el Líbano. Además, en el documento se analizan con detalle todas las dinámicas que amenazan la continuidad del pacto nacional. Entre ellas, la Iglesia maronita denuncia el insistente intento de marginalizar a los cristianos en la vida política y en la sociedad civil. Una presión que pretende alterar las porciones de representación y de poder político reconocidas para los cristianos por la compleja arquitectura institucional. Esta estrategia se apoya en la expropiación de las tierras de los cristianos para favorecer a los grupos económicos musulmanes (cuya sede, a menudo, se encuentra en el extranjero).

Según la Iglesia maronita, para no poner en riesgo la existencia del país, es necesario que el Líbano se mantenga alejado de cualquier alineación con ejes geo-políticos regionales e internacionales que alimentan la inestabilidad de todo el Medio Oriente. «La mejor solución para preservar la diversidad es la neutralidad del Líbano, bajo la protección del ejército y de las fuerzas de seguridad», subraya el documento. La «neutralidad» libanesa es una condición que debe ser conservada y debe, incluso, ser reivindicada para evitar tomar partido en los conflictos en curso, empezando por la crisis siria. El frágil equilibrio sobre el que todavía se sostiene la convivencia en el país de los Cedros (y lo intuyen todos) se desmoronaría fácilmente si en el Líbano llegaran a prevalecer las contraposiciones sectarias. Por este motivo, repite insistentemente el documento (aludiendo claramente a los chiítas de Hezbollah), ningún partido y ninguna fracción pueden contar ni con ejércitos ni con milicias propias. El uso de las armas debe ser una prerrogativa reservada al ejército nacional y a las fuerzas de seguridad.


Entre los males endémicos de la sociedad libanesa, la “carta nacional” redactada por los maronitas denuncia el clientelismo y la corrupción asfixiante. Frente a la letal parálisis institucional y política que provocaron los ostracismos recíprocos de los dos bloques que se enfrentan en el país (la coalición “del 8 de marzo” y la del “14 de marzo”), según la Iglesia maronita la única solución es la de un gobierno de emergencia que involucre a todas las partes y que guíe al país hacia las próximas elecciones presidenciales (previstas para mayo) y políticas. De esta manera se podría cancelar la posibilidad de que los peligrosos vacíos de poder se dilaten. Se debe poner un alto a la masacre de las recíprocas acusaciones de traición con las que ambas coaliciones tienen secuestrada la situación política. Solo si se ven involucradas, con lealtad, todos los elementos de la sociedad libanesa, insiste la “carta nacional” propuesta por los maronitas, se podrán poner en marcha procesos y reformas capaces de garantizas la supervivencia de la anomalía libanesa en medio de las infinitas convulsiones del Medio Oriente.(Vatican Insider)