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El genoma del nuevo segundo
09 - 09 - 2013 - VATICANO - Organismos

El designado nuevo secretario de Estado no se reserva nada en entrevista al diario católico de Venezuela.

 

En los finales de la cincuentena y luego de vivir cuatro intensos años como Nuncio en Venezuela, Pietro Parolin recuerda que sólo una vez en su vida se topó con el ahora Papa Francisco. El para entonces Subsecretario para las Relaciones con los Estados recibió en su despacho al Arzobispo Bergoglio, quien venía por asuntos relacionados con Argentina. Después no hubo más contactos y por eso afirma, a veinte días de su marcha a Roma, que lo primero será.


-El teólogo Hans Kung ha escrito sobre la necesidad que tiene la Iglesia, si quiere integrarse al futuro de la humanidad, de un papa que se convierta en una suerte de Juan XXIV que convoque a un Concilio Vaticano III.

-Se ha hablado mucho de eso y también de la figura del Cardenal Martini, Arzopispo de Milán (quien antes de su muerte dijo que "la Iglesia está 200 años detrás de los tiempos", nota del periodista). También se manejó la idea del Concilio Vaticano III. Pero yo creo que debemos acudir al Concilio Vaticano II, el cual fijó las directrices para que la Iglesia cumpla su misión en el mundo de hoy. Es importante aplicarlas, como lo han dicho los papas anteriores, cada uno según su propio enfoque y eso es bonito porque la variedad es buena hasta donde se pueda. Allí están cuatro planteamientos fundamentales, una mina inagotable de enseñanzas que debemos poner en práctica.

-¿Cuáles son esas directrices y porqué no se ha cumplido luego de medio siglo?

-Siempre se ha dicho que toma bastante tiempo aplicar las decisiones de los concilios. Eso es normal. Así ocurrió con el Concilio de Trento (1545-1563), que implicó una profunda transformación, luego de la división de la Iglesia y el nacimiento del mundo protestante. Eso no es sorprendente. Además, la Iglesia es un organismo complejo y en su interior hay resistencia.

-Resistencia a los cambios.

-Así es. Pero esos cambios no pueden poner en peligro la esencia de la Iglesia, que tiene una continuidad en la historia proveniente de su fundación por Jesucristo. Entonces se debe ser fiel. La Iglesia nunca podrá cambiar al punto de adaptarse completamente al mundo. Si lo hiciera y se perdiera en él, ya no cumpliría su misión de ser sal y luz para todos.

-¿Quiere decir eso que el planteamiento de las reformas implica una vuelta al cristianismo primitivo?

-Sí. Tomando en cuenta que tenemos dos mil años de historia. Ahora, esta historia no ha pasado en balde. No se trata sólo de volver al pasado, por lo menos en las formas externas, sino de volver a los principios fundacionales de la iglesia. Y quiero subraya el tema de la continuidad porque a veces parece (y no se si exagero) que el Papa Francisco va a revolucionarlo todo, a cambiarlo todo.

-¿No es eso lo que se espera de él?

-Se espera que él ayude a la Iglesia a ser Iglesia de Jesús y a cumplir su función. Eso lo deben hacer todos los papas. Pero la Iglesia tiene una Constitución, una estructura, unos contenidos que son los de la fe y que nadie puede cambiar.

-¿No existen dos tipos de dogmas? ¿No hay dogmas inamovibles instituidos por Jesús y los que vinieron después, a lo largo de la historia de la Iglesia, creados por los hombres y por tanto susceptibles de cambios?

-Ciertamente. Hay unos dogmas definidos e intocables.

-El celibato no es....

-No es un dogma de la Iglesia y se puede discutir porque es una tradición eclesiástica.

-Que se remonta ¿a qué época?

-A los primeros siglos. Después la implementación se aplicó durante todo el primero milenio, pero a partir del Concilio de Trento se insistió mucho en eso. Es una tradición y ese concepto pervive en la Iglesia porque a lo largo de todo estos años han ocurrido acontecimientos que han contribuido a desarrollar la revelación de Dios. Esta finalizó con la muerte del último apóstol (san Juan). Lo ocurrido luego ha sido un crecimiento en la comprensión y actuación de la revelación.

-A propósito del celibato...

-El esfuerzo que hizo la Iglesia para estatuir el celibato eclesiástico debe ser considerado. No se puede decir, sencillamente, que pertenece al pasado. Es un gran desafío para el Papa porque él posee el ministerio de la unidad y todas esas decisiones deben asumirse como una forma de unir a la Iglesia, no de dividirla. Entonces se puede hablar, reflexionar y profundizar sobre estos temas que no son de fe definida y pensar en algunas modificaciones, pero siempre al servicio de la unidad y todo según la voluntad de Dios. No es lo que me plazca sino de ser fieles a lo que Dios quiere para su Iglesia.

-¿Y qué es lo que quiere?

-Dios habla de muchas maneras. Debemos estar atentos a esta voz que nos orienta sobre las causas y las soluciones, por ejemplo, de la escasez del claro. Entonces hay que tomar en cuenta, a la hora de adoptar decisiones, estos criterios (la voluntad de Dios, historia de la Iglesia), así como la apertura a los signos de los tiempos.

-Usted ha dicho que se deben lograr los cambios sin dividir a la Iglesia. ¿No cree que una manera de decidir sobre su aplicación sería consultando al grueso de la feligresía o al menos a los obispos? ¿No es necesaria una democratizaciòn?

-Ciertamente. Siempre se ha dicho que la Iglesia no es una democracia. Pero es bueno, en estos tiempos, que haya un espíritu más democrático en el sentido de escuchar atentamente y creo que el Papa lo ha indicado como uno objetivo de su pontificado. Una conducción colegiada de la Iglesia donde puedan expresarse todas las instancias. Luego le correspondería a él tomar una decisión. Me parece fundamental la capacidad del Papa para inducir los cambios a través del testimonio personal.

-¿Algo sin precedentes en la historia de la Iglesia?

-No, pensamos en Juan XXIII. Pero a mí no me gusta contraponer. Hay estilos diferentes. Eso sí, lo debemos aceptar y es normal porque la Iglesia es un jardín donde hay flores de distintas formas, colores y perfumes. Entonces, hay diferencias entre los papas. Pero el Papa Francisco está incidiendo sobre algo tan importante como el acercamiento de la Iglesia a los más pobres. Ese es el sentido de la Iglesia, que no existe para sí misma sino para llevar a Jesús a la humanidad. Y que El sea vida abundante para la humanidad y sobre todo para quienes no tienen. La Iglesia es un puente, como lo es el papa, entre Dios y su revelación y redención de la humanidad.

 

-¿Qué piensa va a ocurrir con otras confesiones? ¿Es posible la reunificación con la Iglesia Católica de Oriente? ¿Cómo se plantea las relaciones con el islamismo?

-El Papa mantuvo relaciones cercanas y fraternas con los representantes de otras religiones en Argentina. Además, esta es una clara directriz de El Vaticano II: diálogo interreligioso después del diálogo intrarreligioso. Con las confesiones cristianas el objetivo es la unidad. ¿Se podrá llegar a eso? Nosotros lo esperamos. Ya se ha recorrido mucho camino con los papas anteriores. Los tiempos son los tiempos de Dios. El Papa está haciendo lo posible por llegar a una unidad visible. En cuanto a los otras religiones, debemos colaborar para que Dios no desaparezca del horizonte porque hay una secularización, sobre todo en Europa, pero también en América Latina y Venezuela y eso significaría la pérdida del sentido de Dios.

-La pérdida de la fe.

-Sí, ese es un tema fuerte en Benedicto XVI. Y también el de la paz y la convivencia pacífica. En eso las religiones tienen una papel fundamental.(VI)