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México: maltratos en una secta del potencial humano
15 - 07 - 2019 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Otros

Cada vez salen más casos a la luz de entidades dedicadas al desarrollo personal, coaching, incremento del potencial humano, capacitación profesional… que resultan ser verdaderas sectas que esclavizan a sus víctimas, sometiéndolas a la dinámica del grupo y a sus líderes. (Fuente: Infocatolica)

El caso que recogemos ahora, procedente de México, lo han contado Samara Martínez y Adriana Saucedo, periodistas de El Heraldo de Chihuahua.

Bajo el esquema de ser una organización “comprometida con el desarrollo del potencial humano”, Desarrollo Humano y Capacitación Empresarial S.C. (DHE), dirigida por Luz I.F., es una secta que desde hace más de dos décadas se ha dedicado a jugar con la vulnerabilidad de las personas, pues, además de humillarlas públicamente, las controla en todos los aspectos de su vida, tanto en lo religioso como en lo sexual, según lo explican más de treinta testigos que han logrado escapar de ella.

Exigencia de compromiso extremo
A través de programas y seminarios para la superación personal, liderazgo, comunicación y control de las emociones, la organización logra captar a los asistentes, siendo su objetivo aquellas personas que atraviesan momentos difíciles en su vida personal, como la pérdida de un ser querido, problemas en su matrimonio o quienes padecen depresión, prometiéndoles una vida próspera en un futuro a cambio de un pago aproximado de 3.500 pesos por seminario.


“Yo llegué en una situación difícil, me sentí acogida, integrada, me sentí diferente y una de las reglas al estar ahí era que no podíamos ocultar ningún aspecto de nuestra vida, que todo tenía que ser comunicado, teníamos que hacer discernimientos con Luz I.F., entonces todas las decisiones que tomamos de nuestra vida ella tenía que estar involucrada y poco a poco se va haciendo el lavado de la cabeza”, explica Rocío, quien por más de quince años formó parte de la empresa sectaria.
Los “entrenamientos”, como se le llama a la preparación para seminarios, incluyen humillaciones, mucha presión, exigencias religiosas y un compromiso extremo con la organización, pues como explican algunos ex integrantes, Luz I. asegura que Dios habla a través de ella diciéndole si alguien cae en pecado para castigarlo.

Por ello se ven obligados a responder al llamado en cualquier hora del día, sin importar lo que se encuentren haciendo en ese momento, seguir todas las instrucciones sin cuestionar, y “entregar tu vida” a la líder sectaria, con la supuesta finalidad de llegar al máximo potencial de la persona.

Humillaciones, castigos, chantaje
“Se hace un compromiso con Dios y con ella, pues usaba mucho todo el rollo bíblico para mantenernos dentro. Era muy común que gente que entraba al entrenamiento de líderes fuera de fe católica. Yo estuve ahí desde los 16 años y dentro de las reglas también estaba el comunicarlo todo, ella estaba enterada de todo en tu vida porque se tenían que asegurar de que tuvieras una vida íntegra, apegada a Dios, entonces entro y me habla de castidad, por lo que seguí virgen hasta que me casé. Hubo entrenamientos donde humilló públicamente a chavos porque se acostaban con la novia el fin de semana”, comenta Alejandra.

La líder sectaria manipula a los integrantes con información personal, pues tiene conocimiento de todos los aspectos íntimos de ellos, ya que, a través de la aplicación de un test, Luz I.F. conoce hasta las fantasías sexuales de los integrantes, siendo así una herramienta de chantaje y manipulación. “Ella es tu autoridad y no hay otra autoridad en ti, llámese tu esposo, tu madre, tu doctor… Tenía que tener ella todo el control de tu vida y de tus decisiones”, explica la ex integrante.

Los castigos también forman parte de los “entrenamientos”, pues si no respetas o te quedas callado, hay consecuencias negativas. “Hubo una compañera que no se quedaba callada y la desafió en un desacuerdo. Su castigo fue limpiar el piso de donde se servía el café, de rodillas con la mano y una pañoleta puesta en la boca para que no se le olvidara que no debía contestarle. Y luego la degradó de ser supervisora a ser la encargada del café y la gente de su grupo tenía que verla poniendo galletas”, menciona Alejandra.

Control total de la persona
Dentro de la organización se trabaja con fraternidades, las cuales se convierten en tu familia, y a través de la persuasión coercitiva se hace un control total de las emociones, la conducta, la información y los pensamientos. En este tipo de empresas, en el primer nivel se establece la autoridad del líder sobre la gente, en el segundo se genera un vínculo muy intenso, al punto de que la persona hace lo que se le pide, asegurando que la verdadera explotación se da en el tercer nivel del liderazgo.

“Yo la conocí, la admiré, me gustó cómo trabajaba y los maltratos se generaron ya mucho tiempo después. Usa esas herramientas que te dio en un principio para violentarte. Es muy sofisticada su forma de operar, todas las herramientas que te dan en el primer nivel te vulneran las defensas y eliminan el pensamiento crítico”, asegura la joven.

“Ella nos decía: ‘Si estás aquí es porque Dios quiere que estés aquí y él, al igual que yo, no se equivoca’. Teníamos que comunicárselo todo porque, si no, Dios se lo decía, ‘es que el Espíritu Santo me sopla’, al punto que tenía mucho miedo de hacer las cosas porque en verdad creía que Dios le iba a contar”, asegura Alejandra.

Aprovechamiento de la fe católica
Asumir una postura de divinidad por parte del líder es algo que suele pasar en este tipo de organizaciones, pues al decir que es lo que quiere Dios, los integrantes caen en una situación muy delicada al creer que el Señor les pide hacer cosas fuera de lo racional.

Ernesto, un testigo que duró sólo algunas semanas dentro de la organización, decidió denunciar y luchar, pues asegura que desde el primer momento se dio cuenta del tipo de secta que era. “Para mí, la gravedad no radicaba en lo que veo de la secta destructiva, porque ahora entiendo que es una secta que atenta contra la Iglesia Católica. Para mí, Luz I.F. estaba tratando de crear una iglesia nueva, agarrándose de la católica”, asegura.

Para la mayoría de los integrantes, salir de la secta es algo muy difícil, pues el tomar conciencia de que fueron víctimas, de que cedieron el control de su vida a alguien que jugó con sus emociones, sentimientos, familia, economía y confianza, es algo bastante complicado de asimilar.

“En el momento que yo estaba adentro yo no le podía atribuir maldad a Luz I., es tanto el vínculo que se crea que no concibes decir algo malo de ella, pero ahora, tiempo después, me doy cuenta de que esa mujer está trastornada y nos hizo mucho daño, fue muy difícil”, comenta una mujer que por más de quince años vivió situaciones de abuso emocional, espiritual y económico.