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República Centroafricana: decapitan a una religiosa anciana
23 - 05 - 2019 - IGLESIA - Africa

La religiosa, perteneciente a la congregación francesa de les Filles de Jesus de Massac, tenía 77 años y fue degollada el pasado fin de semana. (Fuente: Revistaeclesia)

Inés Nives Sancho, misionera burgalesa de 77 años de edad, fue asesinada en la noche del domingo al lunes pasados en la pequeña localidad de Nola, una población perteneciente a la diócesis de Berberati, en República Centroafricana, donde trabajaba desde hacía 26 años.

Según detalla el Osservatore Romano, la religiosa –que vivía sola– fue degollada y su cuerpo fue hallado en la mañana del lunes en en mismo lugar donde enseñaba a coser a las niñas del lugar, cercano a la frontera con Camerún. Al parecer, unos desconocidos la raptaron y la llevaron a esta escuela, donde la religiosa, perteneciente a la congregación francesa de las Hijas de Jesús de Massac, intentaba favorecer una vida más digna a las más jóvenes del pueblo. La religiosa, que también poseía la nacionalidad francesa, ha sido enterrada en la jornada de hoy martes, ya que la propia familia había expresado su deseo de que su cuerpo fuera sepultado en la zona donde ejercía la misión.

Aún se desconocen los motivos de la agresión y ningún grupo terrorista ha reivindicado la autoría del crimen. No olvidemos que República Centroafricana está sumida en una cruenta guerra civil desde 2013, donde los cristianos sufren, al igual que toda la población, los ataques de los catorce grupos enfrentados, si bien la zona donde trabajaba la religiosa burgalesa «era bastante tranquila». Según detalla el burgalés Jesús Ruiz Molina, obispo auxiliar de Baangassou, una diócesis a más de 1.000 kilómetros de donde ha sido asesinada la misionera, la guerra parece estar remitiendo, si bien todavía tienen que sufrir las consecuencias de las armas.

En concreto, en la diócesis donde ejerce su ministerio el burgalés, «todavía hay tres parroquias que están bajo las armas», incluso una, de 20.000 habitantes, fue atacada el pasado 1 de enero; por no olvidar los dos vicarios y cinco sacerdotes asesinados el el último año. «No es que sea una persecución contra los cristianos –detalla el prelado–, pero estamos en medio de la guerra y sufrimos sus consecuencias. A pesar de todo, se muestra esperanzado: «Empezamos a circular con cierta tranquilidad, pues ya no hay tanta violencia como antes». El problema en la actualidad está los 1,2 millones de desplazados que se han quedado sin casas y están sumidos en la pobreza. Aún así, «somos optimistas y esperamos que las armas se paren en todo el país, sobre todo en las periferias».