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El drama de la Iglesia austriaca
20 - 02 - 2019 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Otros

La Iglesia católica austriaca es una Iglesia “protestantizada”: comunión a divorciados y gais que conviven, misas esporádicas, confesiones ausentes, curas rebeldes y sindicalizados, parroquias-boleras, iglesias profanadas por conciertos rock y para la causa Lgbt. Así que un italiano de 41 años ha dicho ¡basta!: “He dejado de pagar el impuesto eclesiástico, calculado sobre el 1% de mi declaración de la renta”. (Fuente: Infovaticana)

“A los homosexuales que conviven y los divorciados que se han vuelto a casar les dan la comunión, a mí, que he decidido dejar de pagar el impuesto, me han negado todos los sacramentos. Y si estuviera a punto de morir, también me negarían la extremaunción”. Es la dramática situación en la que se encuentra desde hace algunos meses un italiano residente en Austria. Su relato es un grito que debería ser una señal de alarma sobre las condiciones de las iglesias alemanas y austriacas, claramente “protestantizadas” y que se sustentan económicamente con la llamada Kirchenbeitrag, el impuesto eclesiástico. En esta entrevista concedida a La Nuova BQ, Alessandro de Cristoforo explica el perverso mecanismo de una Iglesia que por un lado viola la doctrina y por otro se comporta como un recaudador de impuestos cualquiera, capaz de tratar los sacramentos como un simple servicio prestado.

De Cristoforo, 41 años y original de la provincia de Módena, vive con su mujer y sus 3 hijos desde hace 15 años en Innsbruck, donde trabaja en una empresa del sector biomédico. Ha aceptado denunciar lo que le ha ocurrido en los últimos meses con la esperanza de que los responsables del gobierno de la Iglesia corrijan un sistema de financiación peligroso para la salud de las almas. Veamos por qué.

De Cristoforo, ¿cómo funciona el Kirchenbeitrag?

Es un mecanismo perfecto y perverso de recaudación de dinero porque está sancionado por una ley estatal. Cuando fuimos al Ayuntamiento de Innsbruck para obtener la residencia, nada más mudarnos, en el registro civil también tuvimos que indicar si pertenecíamos a alguna religión y cuál era.

¿Católica?

Exacto. Así, después de unas dos semanas recibimos una carta de la Diócesis de Innsbruck con un giro postal.

¿Así, sin ni siquiera un brindis de bienvenida?

¡Es su manera de dar la bienvenida! No digo que el párroco llamara a mi puerta, pero la frialdad de la comunicación me dejó de piedra.

¿Qué decía?

Decía que en función de mi edad y el trabajo declarado, la previsión de mi renta debía de ser de una determinada cifra. Vamos, que el impuesto que tenía que pagar era de alrededor 800 euros.

¿Así?

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Exacto. El impuesto se calcula sobre el 1% del importe bruto de la declaración. Pero en la carta estaba escrito que si los cálculos no eran correctos podía ir a la oficina correspondiente de la diócesis.

¿Y usted qué hizo?

Pedí cita y fui a pedir explicaciones. Sé que muchos se declaran ateos para no tener problemas, pero nosotros estábamos muy contentos con nuestra nueva vida en Austria y de verdad que nunca nos habríamos imaginado lo que nos iba a tocar vivir.

Fue a la diócesis…

Empecé a discutir con el funcionario diciendo que tenía una hipoteca y tres hijos, así que me redujeron el impuesto a 250 euros al año y 150 para mi mujer. El primer escándalo es que el impuesto no está relacionado con la renta familiar.

¿400 euros al año?

Y tuvimos suerte. Tengo un amigo en Alemania que me asegura que paga más de 4000 euros al año.

¿Usted ha pagado?

Sí, siempre he pagado porque con los niños pequeños me preocupaba que tuvieran problemas en su recorrido sacramental.

¿Y cuándo decidió dejar de pagar?

El pasado agosto, pero fue un crescendo. Hace tiempo que hablo con sacerdotes en Italia que se quedan bizcos cuando les cuento cómo funciona este impuesto. Incluso en 2010 escribí al padre Gabriele Amorth.

¡No me diga! ¿Y qué le dijo?

Que es un sistema de bárbaros, mire… le enseño la carta. (en foto)

 

¿Qué pasa con los que no pagan el impuesto?

En el certificado de bautismo de los que han sido bautizados en Austria está escrito si han pagado o no. Y si no pagas, quedas marcado. No tienes alternativa: o pagas o declaras que eres ateo.

¿Y usted por qué dejó de pagar?

Ha habido algunos episodios durante los últimos años, las gotas que han desbordado el vaso. La catedral de Viena que apoyaba a los gais con liturgias homoeróticas. Las iniciativas para los divorciados que se habían vuelto a casar, claramente heréticas. Y más todavía: espectáculos de música blasfema en la iglesia, iniciativas obscenas como la de mi obispo cuando puso la pancarta “si Dios tiene barba yo soy feminista”. En general una “protestantización” a todos los niveles. En definitiva: ¿tiene presente cuando uno no se siente en casa? Pues que decides de forma natural razonar como un contribuyente.

¿Y sería?

Visto que pago, a mí estas porquerías no me parecen bien. Y puesto que las pago con mi dinero, dejaré de pagarlas.

¿Una insumisión fiscal?

Más o menos. ¿Le parece normal que tenga que esperar a ir a Italia para confesarme?

No.

Pues eso, aquí encontrar a un cura es imposible. La diócesis ha decidido que el domingo deben decirse menos misas, así que se celebran un montón de liturgias de la Palabra.

¿Y usted va?

No. El domingo pasado mi mujer entró en la iglesia de nuestra parroquia y encontró a dos mujeres “celebrantes”. Se marchó y adiós al precepto dominical. Un sufrimiento continuo.

¿Y protestar?

¿A quién? El obispo de Innsbruck se ha mostrado a favor del sacerdocio femenino. En fin, que llegó un momento que me dije: yo ya no los financio más.

¿Y qué hizo?

Yo nada, dejé de pagar y me fui al Ayuntamiento. Dije que quería dar la misma cantidad a una orden religiosa necesitada que conozco o a los coptos, que sufren desde el punto de vista económico, pero el funcionario me contestó: “O a la diócesis o nada”. Así que me borré del registro.

¿Y luego?

Una semana después me llegó una carta de la diócesis que decía: “El ayuntamiento nos ha notificado su voluntad de borrarse del registro, la informamos sobre los derechos que pierde”.

¿Cuáles?

No puedo comulgar, si voy a una boda no puedo ser testigo, ni padrino de confirmación y bautismo, y si estoy enfermo no me darían la extremaunción.

¿Y la confesión?

La carta no la menciona, aunque confesarse es casi imposible. Sin embargo me advierten que si cambio de idea tendría que pagar los retrasos y los intereses. Tres meses más tarde llegó otra comunicación: “Su cancelación es oficial. Le recordamos los derechos que pierde, si se acerca a comulgar, será castigado como manda la ley”.

¿Castigado?

Sería enjuiciable, podrían denunciarme y actuar por vías legales. No deja de ser una violación de una ley del Estado. Hay personas que han llegado a actuar por vías legales y han perdido.

¿Cómo hace ahora?

Voy a las iglesias en las que no me conocen o comulgo cuando voy a Italia. Tengo que dar mil vueltas para encontrar sacerdotes amables que piensen como yo, pero si los descubrieran ellos también tendrían problemas. Es todo muy arriesgado y triste.

¿Se siente segregado?

Si pensamos que los divorciados que se han vuelto a casar pueden comulgar, pues sí. Pero la Iglesia en Austria ya no es una Iglesia católica.

¿Por qué?

Las parroquias son como boleras o polideportivos, organizan cursos de todo tipo: costura, internet para los ancianos. Su principio es el de ser agradables. Organizan clases de gimnasia, han de justificar la enorme cantidad de empleados que tienen. Aquí todos tienen un sueldo, hasta los catequistas. Y puesto que el catecismo que enseñan no me gusta…

¿Una Iglesia que se ocupa sólo de prestar un servicio?

Pero un servicio que resulte simpático, cercano al mundo, que promueva actividades lúdicas o que no sean políticamente incorrectas. Pero nunca una adoración eucarística; hay curas que dicen dos misas a la semana y la misa diaria es un espejismo.

A pesar de ello, las iglesias están vacías…

Yo diría que precisamente por eso las iglesias están vacías. Los austriacos tienen algunas tradiciones y poco más.

¿Cómo hace con los niños?

Mi mujer sigue pagando el impuesto porque tememos que pueda repercutir en ellos. Afortunadamente la confesión y la primera comunión las hicieron en el colegio, un colegio privado durante la hora de religión. Para la confirmación creo que iremos a Italia.

¿Seguirá yendo a misa a escondidas ?

Qué remedio. Pero he tenido que renunciar a la poca vida comunitaria que llevaba. Había empezado a organizar una misa para los italianos, pero he tenido que renunciar.

¿Con quién lo habla?

Con nadie. Ni siquiera con mi párroco. Él también pertenece a la Pfarrer Initiative, una asociación de curas que cuestionan abiertamente el magisterio y se niegan a celebrar más de una misa el domingo. Han publicado un manifiesto de reivindicación y desobediencia que mete miedo. “Nos negamos a celebrar más de una misa el domingo, queremos jubilarnos a los 65 años, no podéis explotarnos”. Y cosas por el estilo. Por supuesto son favorables al matrimonio gay y a dar la comunión a los divorciados que han vuelto a casarse.

¿Cómo lo justifican?

Dicen que el papa Francisco ha dicho: “¿Quién soy yo para juzgar?”.